lunes, 3 de abril de 2023

PREGÓN DE LA PASIÓN DE CHINCHÓN.

Ayer en el Teatro Lope de Vega tuvo lugar el Pregón de la Pasión de Chinchón, este año, a cargo de Manuel Carrasco Moreno



                                                                                                                 Foto J.M.Catalan


Buenos días a todos. 

Bienvenidos y muchas gracias por querer acompañarnos en este acto con el que se inicia la Semana Santa en Chinchón.


Alguien me dijo que debería hacer este pregón con el traje de centurión, pero no me pareció adecuado, más que nada porque ya no entraría en el traje de romano.

Sin embargo, hoy yo debería haber venido con el traje típico de Chinchón: pantalón y chaleco negro de pana, camisa blanca sin cuello, correillas, alpargatas de cáñamo, una faja también negra a la cintura donde guardar la petaca, el móvil y el librillo de papel, con la boina un poco ladeada, y una trompetilla en bandolera, que haría sonar, para decir algo así como: 


“DE ORDEN DE LA JUNTA DIRECTIVA DE LA ASOCIACIÓN DE LA PASIÓN DE CHINCHÓN, SE HACE SABER QUE AL ANOCHECER DEL PRÓXIMO SÁBADO SANTO, DÍA 8 DE ABRIL, SE REPRESENTARÁ EN CHINCHÓN, CON PERMISO DE LA AUTORIDAD, LA PASIÓN, MUERTE Y RESURRECCION DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO, EN LOS ESCENARIOS Y RECORRIDO DE COSTUMBRE; ROGANDO A LOS ASISTENTES QUE GUARDEN EL ORDEN Y RESPETO QUE ESTE DRAMA SACRO REQUIERE. 

TAMBIÉN SE HACE SABER QUE ESTE AÑO CELEBRAMOS EL 60 ANIVERSARIO DE SU PRIMERA REPRESENTACIÓN QUE TUVO LUGAR EL 13 DE ABRIL DE 1963”.


Y con esto, después de hacer sonar de nuevo la trompetilla, terminaría mi cometido; porque dice la Real Academia de la Lengua que un “Pregón” es la promulgación o publicación que en voz alta se hace en un sitio público de algo que conviene que todos sepan.


Sin embargo, es verdad que también dice la Real Academia, que un “Pregón” es un discurso elogioso en que se anuncia al público la celebración de una festividad y se le incita a participar en ella.



                                                                                  

                                                                                             Foto J.M.Catalan


Por lo tanto, además de invitaros a todos a participar en la representación, me vais a permitir que me extienda un poco en hacer un elogio, tanto de la representación de la Pasión como de Chinchón.


Haciendo un repaso a los pregones de la Pasión de los años anteriores, he podido comprobar que los ilustres pregoneros que me han precedido, han hecho hincapié en los aspectos en que ellos eran expertos, siendo el sentido religioso de la Pasión lo más resaltado, ya que la mayoría eran representantes de la Iglesia.


Yo he querido dar un enfoque más histórico y social de la Pasión de Chinchón, dado que este es un aspecto en el que tengo un poco más de experiencia.


Y es que Chinchón, nuestro pueblo, ofrece unas circunstancias históricas y sociales que parecía estar predestinado para que aquí se Iniciase la Representación de la Pasión Viviente de Jesús.


Cuando te sumerges en las páginas de la historia de Chinchón, te vas encontrando con acontecimientos que están fuera de la época en que ocurrieron. A través de los tiempos te vas topando con hechos que claramente suponen un anacronismo en el devenir de su historia.


Resulta sorprendente encontrarte que en un pueblo de poco más de cuatro mil habitantes, a principios del siglo XIX se celebrasen tertulias literarias, como nos cuenta Antonio Valladares Sotomayor en su libro “Tertulias de invierno en Chinchón”.


Más sorprendente, si cabe, es que en el siglo XVIII se crease aquí la tercera Sociedad Económica de Amigos del País de Chinchón, cuando solo existían en España la Matritense y la Vascongada.



                                                                                Foto J.M.Catalan


También llama la atención que en la época convulsa de finales del siglo XIX y principios del siglo XX, cuando en España la lucha de clases incendiaba la paz social, en nuestro pueblo, la Sociedad de Cosecheros creaba una especie de Seguridad Social para sus empleados, ofreciéndoles asistencia sanitaria y un subsidio de jubilación, que claramente se adelantaba a su tiempo.


Por eso no es de extrañar que en el año 1931, cuando, en las elecciones municipales celebradas en toda España, ganan los republicanos y se proclama la Segunda Republica, aquí arrasan los monarquicos y obtienen toda la representación política.


Cuando termina la guerra civil, y se crean en España los polos de desarrollo, Chinchón queda aislado y por no llegar, no llega ni la concentración parcelaria; no llega la industria y la única salida, para los jóvenes, está en emigrar a la Capital o quedarse en el pueblo contemplando su paulatina decadencia.


Sin embargo, años después, en plena postguerra, en 1950 nos encontramos con la publicación de una pequeña revista con el título de “Vida” que tendría se continuación en el año 1963 con el título de “Fuentearriba” que, a su vez, se volvió a editar en los años 1968 y 1994 y que sobrevivió hasta el año 2005. Es, sin duda, una muestra más de que aquí en Chinchón, nos movemos en unos parámetros diferentes a los que nos abocaban nuestra situación socioeconómica y el entorno cultural.


Así, no es de extrañar que en el año 1963, cuando en la iglesia Católica se había iniciado una apertura a la modernidad promovida por el Concilio Vaticano Segundo, en Chinchón se inicie la representación viviente de la Pasión.


Vamos a recordar aquellos tiempos , que ya nos parecen tan lejanos.


El año 1963 fue pródigo en noticias. En Chinchón era alcalde don Baldomero Martínez Peco; Kennedy, el Presidente de los Estados Unidos, moría asesinado en Dallas el 22 de noviembre, y en España, Franco firmaba la sentencia de muerte contra Grimau. En 1963 moría Juan XXIII y le sustituía Pablo VI. Luis García Berlanga estrenaba la película “El Verdugo” y el 25 de mayo tomaba la alternativa en Córdoba Manuel Benitez “El Cordobés”.


Inglaterra se escandalizaba con el “Caso Profumo”, Jacques Anquetil ganaba por cuarta vez el tour de Francia, se producía el asalto al tren correo de Glasgow, el Real Madrid ganaba la liga española de fútbol, y los Beatles empezaban a ser conocidos fuera de Liverpool.


A finales de ese año el Pleno de las Cortes aprobaba el Plan de Desarrollo Económico y la Iglesia autorizaba a utilizar las lenguas vernáculas en la santa misa desde el principio hasta el credo. En septiembre se habían reiniciado las sesiones del Concilio Vaticano Segundo que, después, autorizaría a decir toda la misa en las lenguas de cada lugar.


En España se había iniciado, hacía unos años, el “milagro turístico” y desde el Ministerio de Información y Turismo se lanza el slogan “España es diferente” con una fotografía de nuestra plaza en el día del Festival, fotografia que sirve como reclamo para una gran masa de turistas que llegan a nuestros pueblos y a nuestras playas con modas y costumbres nuevas, como el bikini, que escandalizan a las autoridades civiles y religiosas que dictan normas para evitar tales exhibiciones escandalosas.


Era una época llena de contrastes. En todo el mundo empezaban a despertar unos cambios profundos que iban a modificar las costumbres y la forma de vivir de las gentes; la Iglesia empezaba a mostrar una cara más cercana a los fieles y la doctrina que nacía del Concilio iba a revolucionar las conciencias y se iba a producir un alejamiento paulatino de tradiciones que empezaban a quedar obsoletas, y hasta los curas empezaban dejar sus sotanas, posiblemente con la única excepción de don Moises.


Una época en que hasta el Régimen iba a tener que suavizar sus posiciones por la gran contestación mundial en su contra, liderada nada menos que por el nuevo Papa. 


Un tiempo en que en las radios se empezaba a escuchar una música importada del extranjero, que en nada se parecía a la copla autóctona ni a los boleros que nos llegaban de las queridas tierras de Hispanoamérica. 


Fue entonces, cuando se iniciaba la década de los sesenta, en Chinchón, que siempre fue una isla alejada del resto del mundo, iba a producirse el nacimiento de un acontecimiento que perduraría en el tiempo, y que sería ejemplo a seguir por muchos pueblos de los alrededores. Posiblemente en esa época, sólo aquí, podía iniciarse una representación de la Pasión de Cristo.




Es verdad que la idea de hacer una representación viviente de la Pasión y muerte de Jesús no era original. Había muchos antecedentes en España y en todo el mundo.


A modo de ejemplo, y sin intentar ser exhaustivo, vamos a hacer un recorrido por las distintas representaciones vivientes de la Pasión o Vía Crucis, viendo las diferencias y similitudes entre unas y otras.




Y vamos a comenzar por la representación de la Pasión Viviente que tiene lugar en Alemania. Se celebra en un pequeño pueblecito de la Baviera germana, cerca de Munich. Es un pueblo rodeado de montañas y con sus casas pintadas con motivos religiosos y llenas de flores en la primavera y el verano.


La representación de la Pasión en Oberammergau es, posiblemente, la más famosa del mundo y solo se realiza cada diez años, coincidiendo con el inicio de la década. Desde el año 1634 sus habitantes representan la vida, muerte y resurrección de Jesucristo en un evento único que atrae a miles de visitantes.


Con influencia de esta representación y posiblemente inspiradas en ella, también existe la tradición de las representaciones de la Pasión en Filipinas, Argentina, México, Perú, y Brasil.


Pero centrándonos en España, tenemos que detenernos en las representaciones de la Pasión que tienen lugar en distintos pueblos de Cataluña y que son, sin duda las más antiguas de nuestro país.


Es posible que todas estas representaciones sean herederas del “Auto de Pasión” que a su vez puede derivar directamente de los llamados ‘tropos pascuales’, creados en Italia sobre el siglo XI y desarrollados en Francia a finales del XIII.


En España, durante la Edad Media, el teatro religioso y los ‘Misterios’ florecieron sobre todo en Cataluña y Valencia, en donde sus principales manifestaciones —Cervera, Esparraguera, Olesa de Montserrat y Vergés— se declaran herederos directos de aquellos dramas que se empezaron a representar en las calles cuando el Concilio de Trento prohibió hacerlo dentro de los templos.


Para no alargar este recorrido, hacer mención a las representaciones de distintas regiones de España, como la de Castro Urdiales, Lerma, Logrosan, Ubeda, Tarancon, Adeje, Monzon, y Valmaseda, entre otras muchas.


Sin embargo, antes de entrar en la historia de nuestra Pasión de Chinchón, quiero hacer una mención a las distintas representaciones que se empezaron a organizar en los pueblos de la Provincia de Madrid, siguiendo la iniciativa de Chinchón. Son las de Morata de Tajuña, Villarejo de Salvanés, Carabaña, Daganzo, Valdilecha, Tielmes, Robledo de Chavela, Orusco, San Lorenzo del Escorial y Aranjuez, si bien es verdad que todas ellas nacieron, posiblemente, más con una vocación de atracción turística que por una idea religiosa.


Todas estas representaciones reseñadas tienen características muy diferentes, algunas representaciones de la Pasión de Jesús desarrollan teatralmente el drama sacro completo; en cambio, otras sólo representan sus episodios más relevantes. Es el caso del “Vía crucis viviente” de Chinchón, que como veremos termina con la Resurrección, hecho novedoso hasta entonces y que posteriormente han incorporado otras representaciones.


Y vamos a recordar cómo se inició la Pasión de Chinchón.


La situación político social y la vida oficial de Chinchón,  por aquellos años ofrecía un panorama desolador. En el año 1964 Chinchón dejaría de ser cabeza del Partido Judicial, y el Juzgado de Instrucción y la cárcel se trasladan a Aranjuez.


El Registro de la Propiedad de Chinchón se divide en dos y uno se traslada a Aranjuez y otro a Arganda del Rey.


Años después, en el mes de julio del año 1974, se suprimiría el Juzgado Comarcal con motivo de una reestructuración en el sistema judicial español, quedando, desde entonces en Chinchón, sólo el Juzgado de Paz.


Con esto, Chinchón pierde toda la atracción que tenía sobre los pueblos de la comarca, con las consecuencias lógicas para el comercio y los servicios.


En 1963 era cura párroco de Chinchón don Moisés Gualda Carmena y hacía un año que había llegado de coadjutor un curita vasco, recién salido del Seminario que se llamaba don Luis Lezama Barañano, que años después se haría famoso por ser el “cura de los maletillas” y mucho después por ser un afamado restaurador.


Don Luis, cuando estaba en el seminario, había escrito un guión radiofónico sobre la Pasión de Cristo, inspirado en los evangelios de San Mateo y de San Juan. Lo había estrenado en el propio seminario durante la Semana Santa de unos años antes.




Cuando llegó a Chinchón se acordó de su guión y vio que había en el pueblo escenarios naturales que eran el marco perfecto para hacer una representación de la Pasión de Cristo.


A don Moisés no le pareció muy bien la idea, que la consideraba poco seria y, posiblemente, no sabía si estaría acorde con las nuevas enseñanzas del Concilio o sería un proyecto demasiado avanzado para la seriedad de cristianos viejos que imperaba en el lugar.


Don Luis entra en contacto con Pilar Montero que era la promotora y directora de las funciones de teatro de aficionados que se hacían en el pueblo.


Y es que Chinchón, desde que se construyó el teatro en el año 1891, siempre había tenido una gran tradición teatral, y por lo tanto, era relativamente fácil reclutar actores para la representación.


Tanto don Luis como Pilar coinciden en los sustancial de lo que debe ser la Pasión de Chinchón, y ella recibe el encargo de dirigir la representación, aunque en ocasiones las avanzadas ideas del cura chocan con las más conservadoras de la directora que no aprueba los cambios imprevistos que quiere introducir don Luis a quien ella apoda, cariñosamente, “Fray Trastornos”.


La representación se plantea como un “Vía Crucis” y por lo tanto como un acto litúrgico dentro de las celebraciones de la Semana Santa. Por ello, los primeros años, la comitiva está precedida por la cruz y los ciriales portados por monaguillos.


La segunda condición es que se haga un recorrido por diversos escenarios naturales, buscando que en los mismos haya el menor artificio posible.


Los actores deberán ser personas que tengan aproximadamente la misma edad que los personajes que van a representar. Y esto  inicialmente, provoca las primeras dificultades. Era relativamente fácil convencer a los jóvenes para que actuasen, pero había mayor dificultad para animar a personas mayores que quisiesen actuar, y más sin tener muy claro lo que se pretendía.


Puesto que el guión terminaba con la Resurrección, lo que representaba una novedad en comparación con las distintas Pasiones que se hacían en distintos puntos de España, la representación tenía que hacerse el Sábado Santo, ya que no tendría sentido desde el punto de vista litúrgico hacerlo el viernes, adelantando la representación un día a la fecha de la resurrección.


Para facilitar los aspectos teatrales de la representación se acordó que ésta tendría que ser con luz artificial, lo que permitía que los espectadores sólo viesen lo que estaba iluminado, con lo cual se podían resolver problemas técnicos en la representación, que a plena luz tendrían difícil solución.


Era difícil determinar la hora exacta de la representación porque al ser una fiesta movible en el calendario, la fecha variaba y había que tener en cuenta el cambio de horario que se produce en estas fechas. Por eso, desde un principio se acordó celebrarlo el Sábado Santo, al anochecer; que además es una hora mucho más literaria, que anunciarlo a una hora determinada , que resultaría mucho más prosaico.


El resto, los escenarios, el guión, los intérpretes y los demás detalles de la representación son conocidos por todos, por lo que considero que no es necesario detenernos en ello; aunque conviene recordar que el primer año la plaza no fue escenario de ninguna escena de la Pasión. 


Durante los primeros años, en el “altillo” de la calle Solares se escenificó un humilde cenaculo para la última cena con solo tres de los apóstoles, porque no había espacio para los doce, hasta que se trasladó unos años después, primero a los soportales de la planta baja y después en el balcón del Ayuntamiento, donde se hace en la actualidad.


Aquel primer año, el camino del Calvario se inició en la calle de la Amargura para llegar por la cuesta de la Torre hasta la puerta de la Iglesia donde se desarrolló toda la escena de la crucifixión. Se comprobó que era difícil que el público pudiese seguir, como se pretendía, toda la acción desde la plaza y al año siguiente el Calvario se escenificó ya en la Fuentearriba,  dejando la puerta de la Iglesia como escenario único y espectacular de la Resurrección, mientras suenan las campanas y se escucha el Aleluya de Hendel.


Sin embargo, sí considero importante detenernos en las distintas valoraciones que se pueden hacer de la Pasión de Chinchón.




                                                                           Foto J.M.Catalan


La Pasión de Chinchón es un acontecimiento que ya tiene el valor de la tradición porque ha permanecido en el tiempo y porque ha calado en la idiosincrasia del pueblo. Si preguntamos a los chinchonenses, encontraremos gran disparidad de calificativos, muchas veces en función de sus creencias y actitudes y, posiblemente, todas tendrán un base real; porque la Pasión de Chinchón ha trascendido de la pura representación a una realidad más vital en la vida del pueblo. Por eso, vamos a intentar desentrañar lo que representa la pasión en Chinchón.


Es indiscutible que el tema de la representación es religiosa y que su  justificación es la celebración de la muerte y resurrección de Cristo en la Semana Santa. Muchas personas, tanto de las que actúan o participan, como de las que asisten a la representación, consideran la Pasión como un acto religioso y una demostración de su fe. Nadie puede cuestionar esta realidad porque el mundo de la fe es personal y cada uno puede sentir la religión de formas diferentes. Otros opinan que la espiritualidad es otra cosa, y su compromiso religioso dista mucho de esta clase de manifestaciones. Posiblemente unos y otros tengan razón, por lo que vamos a dejar esta valoración religiosa a criterio de cada uno.


La Pasión de Chinchón es, también, una representación teatral. Una representación que puede entroncar con las representaciones de los Autos de fe que se hacían en la plaza de Chinchón o en el pórtico de la Iglesia de Santa María de Gracia, con motivo de las celebraciones del Corpus Cristi, que organizaba la Hermandad de los Coronados o Cofradía del Corpus Cristi desde el año 1510.


Y como tal representación teatral tiene unos evidentes valores artísticos. Ya hemos hablado de ellos, pero si hubiese que resaltar alguno sería el de su sobriedad. Al estar interpretada por aficionados, era necesario que la acción fluyera con naturalidad desprovista de todo artificio. Y esa sobriedad y  sencillez es la que confiere a la Pasión de Chinchón el valor artístico que ha sido constatado por todos los que de año en año vienen asistiendo a la representación, al anochecer del sábado Santo por las calles y plaza de Chinchón.


Pero la Pasión de Chinchón es más que un acto litúrgico y que una representación teatral. La Pasión de Chinchón es un acto social en el sentido literal de la palabra. Es un acto en el que la sociedad de Chinchón se ha involucrado y ha entrado a formar parte de su historia y de su acervo. 


Este año celebramos su 60 cumpleaños, y durante todo este tiempo han sido incontables las personas de toda edad, condición y creencias han intervenido de una u otra forma. 


Y esto demuestra, también, que aquí en Chinchón nos gusta conservar nuestras tradiciones. Este año, nuestro Festival conmemora su primer siglo de existencia, el Certamen de Teatro José Sacristán celebra su 25 aniversario, y el Concurso de Investigación alcanza ya las 19 convocatorias; no cabe duda de que en Chinchón somos muy celosos de lo nuestro.


Pero hay que decir inmediatamente que la Pasión no siempre tuvo esta aceptación y que, en los principios no tuvo el respaldo unánime de la actualidad. Hubo tiempos en los que era contestada desde el mismo clero y las autoridades colaboraban a regañadientes. Sólo con el paso del tiempo se consiguió la práctica unanimidad.


La Pasión es una idea que ha calado en el pueblo y que ha conseguido aunar las voluntades de todos sus habitantes sin tener, prácticamente en la actualidad, ningún detractor, y ya esto, conociendo nuestro pueblo, indica que debe tener un “algo” especial.


Lo primero que llama la atención es que nadie se ha podido apropiar de la Pasión, aunque no hayan faltado distintos intentos para conseguirlo, afortunadamente sin éxito. Porque la Pasión de Chinchón es de todos, de los ricos y de los pobres, de los de derechas y de los de izquierdas, de los beatos y de los ateos, de los mayores, de los jóvenes y de los niños; prácticamente todos colaboran.


Y nos podríamos preguntar: ¿Cuales son las motivaciones de los que colaboran en la Pasión?


Hacer el papel de Jesús o de apóstol puede dar un prestigio personal, y esto solo por ver su nombre en los programas, podría ser motivación suficiente para conseguir “actores”. El vestirse de romanos, para los jóvenes, puede ser motivo para “presumir” delante de las amigas, esto también podría ser motivación para dedicar a la Pasión las horas de ensayo necesarias. Pero, ¿qué puede motivar a una persona que desde las siete de la mañana del sábado santo, hasta terminada la representación se dedica a vigilar para que no aparquen coches en el recorrido de la comitiva? Y eso no sale en los programas, nadie se lo agradece ni nadie se lo manda.


Y ahí precisamente creo que está la cuestión. En la Pasión no “manda” nadie, o en la Pasión “mandan” todos. En la Pasión trabaja mucha gente y algunos mucho, pero nadie se lo manda, es decir, nadie da órdenes, porque todos están dispuestos a hacer lo que tienen que hacer.


Y considero que de otra forma no funcionaría. Porque ¿quién puede tener el poder de obligar a todos de los que colaboran para hacer lo que hacen? Y sobre todo, ¿quién podría haber mantenido ese poder durante tantos años?


Últimamente se han producido cambios estructurales de cierta importancia dentro de la organización, pero hay que tener mucho cuidado, porque se podría perder uno de los valores más importantes de la Pasión de Chinchón, si alguien pretende apropiarse de ella; con lo que ya no sería La Pasión de TODO  Chinchón.


En el año 1963, cuando se inicia la representación de la Pasión, se estaba iniciando la llegada del turismo a Chinchón. Hasta entonces, el único acto de entidad en la atracción de masas era el Festival Taurino que se había iniciado en el año 1923 organizado por Marcial y Pablo Lalanda a beneficio del Asilo de San José, y que tenía su antecedente en aquella corrida de toros que "Frascuelo" organizó el día 26 de octubre de 1871 a beneficio de los pobres de Chinchón.


La representación de la Pasión se va a convertir en pocos años en un reclamo turístico de primer orden.


La información de los medios y la cercanía con la capital va a convocar cada año a miles de turistas que se acercan a Chinchón durante la Semana Santa.


Con el tiempo, la representación de la Pasión de Chinchón fue incluida en todos los folletos turísticos de la Semana Santa de la Comunidad de Madrid.


Y no solo es el Sábado Santo, sino toda la Semana Santa, porque muchas personas no tienen demasiado claro el día de la representación y, como Chinchón está cerca de Madrid, no les importa darse una vuelta por aquí para enterarse y de paso comer en cualquier restaurante de la amplia oferta que ofrece el pueblo, lo que hace de la Semana Santa la época de mayor atracción turística.


Y aunque solo sea de pasada, hacer mención a la financiación de esta representación.  Desde siempre todos los que han colaborado lo han hecho de forma altruista. Sin embargo había gastos, como el atrezo, el vestuario, la iluminación y el sonido que tenían que pagarse. El ministerio de Información y Turismo primero, después Caja Madrid y por último La Caixa ayudaron a financiar estos gastos. Ahora el Ayuntamiento y los donativos que se reciben ayudan a su financiación. Sin embargo, se echa en falta una mayor participación corporativa de las empresas y actividades turísticas de Chinchón, aunque es verdad que hay honrosas excepciones individuales.


Y para terminar, me vais a permitir un recuerdo muy personal de aquellos primeros años, cuando se iniciaba la representación de la Pasión de Chinchón.


Aquellos jóvenes que entonces no llegábamos a los veinte, Ahora rondamos los ochenta y ya se sabe que a estas edades somos más propensos a la nostalgia y nos es más fácil recordar aquellos tiempos lejanos que lo que nos pasó la semana pasada.




Por eso, hoy aquí, quiero recordar a Teresiano con su peluca y su barba postiza transformado en San Pedro; a Julio García en el papel de un Poncio Pilatos muy chinchonete; a José Carrasco de Cirineo, a Federico Vega y a Juan Colmenar disfrazados de rabinos judios, con sus grandes libros y su decir peculiar que todavía seguimos escuchando todos los años en aquella grabación que se hizo en el Meson Quiñones.





Quiero recordar a Pepe Luis en un joven San Juan, que ha sabido conservar su aspecto juvenil posiblemente por seguir pareciéndose a su personaje; recordar a Antonio Catalán, a quien en aquellos tiempo se le llamaba “Dios”.





Un recuerdo para Aurora Montes y Petri Esteban,  las primeras Virgen María y para Tanci de las Heras una jovencísima Verónica abriéndose paso en la Columna de los franceses para enjugar el rostro de Jesús en la segunda caída.


Un recuerdo para José Luis Juaranz y para Francisco Manquillo, los primeros Judas, un papel maldito que nadie quería interpretar.


Aún hoy me parece escuchar, en el sobrecogedor silencio de la plaza, los acompasados martillazos sobre los clavos de la cruz que iba descargando un sayon, herrero de profesión, llamado Pedro Garcia Cátalan. 


Me recuerdo a mi mismo con mi traje de centurión, que había utilizado el mismísimo Cristopher Plumer en la película de “La Caída del Imperio Romano”, y escoltado por un soldado romano muy peculiar: Teodoro Librero el Bormujano, uno de los maletillas que había recogido don Luis.


Y si hubiera que poner música a todos estos  recuerdos, nada mejor que el solo de clarinete interpretado por Antonio Castillo López.


Posiblemente no fuésemos los mejores intérpretes que haya tenido la Pasión de Chinchón, pero ¡Es que éramos tan jóvenes!




Y ya como colofón, un recuerdo muy especial para aquel joven cura vasco, que supo encontrar en Chinchón el escenario ideal para su guión de la Pasión de Cristo; que después sería el cura de los maletillas, secretario del Cardenal Tarancon, que hizo una gran labor social con sus restaurantes y nos dejó un Pasodoble de Chinchón como autor de la letra, con música del maestro Palazon.





Y para finalizar, no podía faltar un cariñoso y emocionado recuerdo para Pilar Montero que supo entender muy bien su cometido y además de la dirección artística se ocupó de coordinar a todos los que participábamos, con mucho cariño y con la gran habilidad de contentarnos a todos. Pilar fue la verdadera artífice de lo que ha llegado a ser la Pasión de Chinchón.



                                                                                         Foto: J.M.Catalan

Muchas gracias a la Junta directiva de la Asociación por brindarme esta oportunidad y muchas gracias a todos vosotros por vuestra asistencia. Gracias, muchas gracias.