domingo, 29 de enero de 2023

CLAVIJO, UN PUEBLO QUE ES Y UNA BATALLA QUE NO FUE




La localidad riojana de Clavijo se encuentra a 16 kilómetros de Logroño y a 872 metros de altitud, en la subcomarca del Valle Oriental del Iregua. Su población alcanza los 314 habitantes. Su término municipal comprende 19,7 kilómetros cuadrados e integra la villa de Clavijo y el poblado de La Unión. 


El relieve que da forma al término es accidentado, con cotas superiores a los mil metros, colinas encrespadas y valles estrechos de fondo plano. Sin embargo, más de dos tercios del total son tierras llanas, hallándose el tercio restante el Monte Laturce, de 32 hectáreas.

Pero Clavijo es conocido por una batalla que no fue, pero que lleva su nombre.


Todos sabemos de qué color era el caballo blanco de Santiago, y todos conocemos a Santiago Matamoros. ( No confundir con los televisivos hermanos Matamoros, Kiko y Coto ).




Pues bien, resulta que la primera noticia sobre esta batalla, se produce a mediados del siglo XII, cuando un canónigo de Compostela llamado Pedro Marcio copió, según él mismo nos indica, un documento original de privilegio otorgado por el rey Ramiro I de Asturias en el que establecía el llamado voto de Santiago en acción de gracias por la victoria obtenida en la batalla de Clavijo.


La leyenda cuenta que Ramiro I tuvo un sueño en el que aparecía  el Apóstol Santiago asegurando su presencia en la batalla, seguida de la victoria. Al día siguiente, el 23 de mayo de 844, los ejércitos de Ramiro I, animados por la presencia del Apóstol guerrero montado en un corcel blanco se enfrentaron al ejército musulmán. 


Desde aquel día, según Jiménez de Rada se utilizó esta invocación: ¡Dios, ayuda y Santiago! A partir de entonces, los ejércitos españoles, hasta la Edad Moderna, lo tuvieron por patrono, y en todos los combates, desde los Tercios de Flandes, hasta los conquistadores de América, se invocaba el nombre de Santiago.


Sin embargo, y siguiendo ahora a Sánchez Albornoz, Ni Ramiro peleó en Clavijo, ni aunque hubiese allí combatido, ni él ni sus gentes habrían creído que a su lado había luchado el Apóstol Santiago. Es cierto que hubo batalla en aquellos lugares, pero fue en el año 859, durante el reinado de Ordoño I; se trata de la batalla de Albelda, librada contra el gobernador de Zaragoza, el autodenominado “Tercer rey de España”.


En fin, que por la imaginación calenturienta de aquel canónigo compostelano, el pobre apóstol Santiago ha tenido que cargar con el sambenito de ser conocido como “Matamoros” y verse representado montando un precioso corcel que, como todos sabemos, era blanco.