viernes, 24 de julio de 2020

PUES HABLEMOS TAMBIÉN DEL REY.




Llevo todo el día escuchando la televisión y el tema redundante es el Rey emérito y la Monarquia. Las noticias, las tertulias, los editoriales, todo el mundo hablando del Rey. Hasta Belen Esteban nos ha dado su opinión y se ha atrevido a darnos una versión de la actualidad monárquica. Así que, yo también me voy a unir a la moda.

Se ha dicho siempre, para justificar la existencia de la Monarquia, que es de la “gracia divina” de donde emana el poder real. Bien es verdad que este aserto no lo corrobora la historia, porque en la mayoría de las veces el derecho monárquico se ha conquistado en guerras o en casamientos ventajosos, en los que la “gracia divina” ha tenido poco que ver.

Aquí en España la restauración monárquica la decidió Francisco Franco, que fue “generalísimo” también por la gracia de Dios.

Considero que a estas alturas es bastante difícil justificar la existencia de la monarquia desde un punto de vista teórico, como no sea invocando una interesada tradición o la conveniencia práctica de tener un árbitro neutral ajeno a los vaivenes políticos. 

Por lo tanto, la monarquia  es una institución arcaica, basada en valores obsoletos, que irá desapareciendo con el tiempo, sin necesidad de que tenga detractores, porque ella misma se está encargando de autodestruirse.

Solo me queda una duda, creo que razonable. Si hace unos años en España se hubiera instituido la Republica, teniendo en cuenta que su presidente sería el representante de uno de los partidos mayoritarios, ¿A quien tendríamos como Presidente, a Felipe González o a José María Aznar?

Y la duda se me hace cada día más razonable.