domingo, 21 de junio de 2020

CRÓNICA REFLEXIVA Y UN TANTO PERSONAL DE UNA PANDEMIA.



A principios del mes de marzo de 2020, se estaban encendiendo muchas alarmas. El virus que había aparecido en China había saltado a Europa y en Italia se estaban detectando bastantes casos de infección. No obstante, algunos aficionados del Valencia acompañan a su equipo a disputar una eliminatoria en ese país. 

El día 8 de marzo se celebra en todo el mundo el día internacional de la mujer trabajadora y las organizaciones feministas comunican a las delegaciones del gobierno en todas las provincias la convocatoria de manifestaciones para conmemorar esta efeméride. Ese mismo día el partido político VOX convoca una concentración en la plaza de Vistalegre de Madrid. 

Durante los días previos se van conociendo declaraciones de expertos, políticos y opinadores varios, que van desde que esto “no es más que una gripe”, hasta que hay que “tomar precauciones”. 

A partir de los días 9 y 10 de marzo se empieza a advertir una numero preocupante de infecciones, que debían haberse producido con anterioridad, ya que la incubación de la enfermedad dura varios días. El día 12 de marzo, la OMS declara que estamos inmersos en una pandemia y que los gobiernos deben tomar las medidas oportunas para atajarla.

El día 14 de marzo, el Gobierno de España declara el “Estado de Alarma” y ordena el confinamiento de las personas en sus casas y se para la actividad productiva, a excepción de las actividades imprescindibles para la subsistencia.

Todo el Pais queda paralizado. El Gobierno de España toma algunas medidas más, para intentar paliar los efectos de esta paralización productiva. Se ofrecen créditos a las empresas con el aval del Estado para financiar a medio plazo los gastos y la falta de ingresos que se puedan producir en este periodo. Se ofrecen unos subsidios temporales de empleo (ERTE) para los empleados que se van a quedar en paro durante este tiempo. Se posponen las cotizaciones para autónomos y moratorias para las hipotecas y otros impuestos.

El viernes día 19 de marzo, en plena efervescencia de la pandemia, empiezo a tener fiebre y me envían a las urgencias del Hospital Gregorio Marañon. Allí la situación es asfixiante. Tengo que esperar durante un tiempo en una silla hasta que se queda una cama vacante en las Urgencias. Allí me hacen una analítica y una placa de los pulmones y me empiezan a suministrar medicamentos. 

El domingo siguiente, como mi estado seguía siendo estable, y posiblemente porque necesitaban mi cama para otros enfermos más graves, me envían a casa manteniendo la medicación.

No mejoro y el sábado siguiente, día 27, empiezo a tener dificultades para respirar e ingreso de nuevo en las urgencias del Gregorio Marañon. Me aplican oxigeno y me trasladan a planta, donde recibo la atención y después de casi un mes recibo el alta médica por dar negativo en el test PCR y me trasladan al Hotel Colon para que termine de pasar la cuarentena. El día 17 de abril, llegó por fin a casa, para seguir confinado, pero ya con mi mujer que también había sido contagiada por el virus y que lo tuvo que pasar sola en casa.

Y mientras, todo el ruido político; las votaciones en el Congreso para ampliar el estado de alarma, los bulos, las mentiras, las acusaciones, las salidas de tono. Cuando estaba en el hospital y escuchaba a los políticos, me daba mucha pena oír como les importaba más si era correcto el número de los muertos, que las personas que estábamos sufriendo la enfermedad; más buscar “culpables” a quien acusar, que aportar soluciones para solucionar el problema.

Y también, los “listos que todo lo saben” recriminando lo que, según ellos, se había hecho mal, hablando siempre en pasado, cuando en su día, ninguno de ellos había dicho esta boca es mía para aportar soluciones.

Y llegaron incluso las demandas judiciales acusando al gobierno poco más que de criminales y de ser responsables de todas las muertes, que además, aseguraban, habían sido muchísimas más que las que daban oficialmente.

Y luego el fin del confinamiento. Que si es demasiado pronto o demasiado tarde. Que debe primar la salud o la economía, que si mascarillas si o mascarillas no. Y todos a dar su opinión aunque la mayoría demostraban su poco o nulo conocimiento del tema, atreviéndose incluso en cuestionar a los expertos.

Y en medio de todo este guirigay aparecen las personas mayores muertas en las residencias de ancianos. Y todo el mundo a quitarse “los muertos de encima”.

“Que había un mando único y que el responsable es Pablo Iglesias” que “Nosotros ya no teníamos competencia en las residencias” que “No hubo protocolos, que solo eran borradores que se enviaron por error” “Que toda la responsabilidad es de las Comunidades Autónomas”...

Pero daba lo mismo. El hecho es que muchos miles de ancianos murieron en estos días; en los hospitales, en las residencias y en sus casas. 

Y después de aprobar varias prórrogas del estado de alarma, con la oposición de los partidos de la derecha y de algunos socios tradicionales del propio gobierno, parece que empieza a normalizarse la situación y comienza la desescalada. Aquí casi nadie dice la verdad, mientras se reclama el pase a la siguiente fase, no se cumplen las condiciones establecidas y se acusa al gobierno de actuar con motivos “políticos”, pero desde los distintos posicionamientos, tanto de derechas como de izquierdas. 

Mientras tanto, desde el inicio del confinamiento, había surgido un movimiento popular que se convocó por las redes sociales y todos los días, a las ocho de la tarde, desde ventanas  y balcones se aplaudía la gran labor que estaban realizando los sanitarios y los demás profesionales públicos. Pero después, animados por los partidos de la derecha, a las nueve de la tarde, se organizaron “caceroladas” que fueron complementadas con manifestaciones en el Barrio de Salamanca de Madrid, para protestar contra la actuación del Gobierno de la Nación, incumpliendo la normativa vigente y poniendo en riesgo la recuperación.  Estas manifestaciones terminaron cuando Madrid entró en la fase 1, y la gente ya pudo ir a las terrazas y, como decían algunos, a jugar al golf.

Pero había una realidad. Los mas desfavorecidos eran los que más estaban sufriendo la crisis y hubo un movimiento ciudadano para suministrar comida en barrios y parroquias a los que no tenían ni para comer.

El Gobierno acuerda conceder como derecho de los ciudadanos una renta mínima vital, para garantizar a todos una base indispensable para la subsistencia; lo que algunos se atrevieron a llamar “la paguita bolivariana”, aunque fue aprobada por el Parlamento sin ningún voto en contra y la sola abstención de VOX. El partido Popular, por fin, votó a favor, a pesar de haber manifestado que estaba en contra de la misma.

Cuando se inicia la desescalada y se inicia el pase las sucesivas fases, se producen actitudes de ciudadanos que desoyen los consejos de las autoridades, no respetando ni distancias ni la utilización de los medidas sanitarias aconsejadas, poniendo en peligro la transición hacia la “nueva normalidad”

Y aquí estamos. Hoy día 21 de junio ha terminado, por fin,  el estado de alarma, y habrá libertad de movimiento para todos, con lo que se podrá viajar por toda España. También empezarán a llegar los turistas. Que Dios nos coja confesados y recemos (si sabemos) para que no se produzca una recaída, que algunos se atreven a pronosticar para el próximo otoño.

Y para terminar, hablar precisamente de las previsiones de los expertos. Durante este tiempo, me he interesado por conocer lo que se decía de la evolución del virus. He leído artículos, he escuchado las tertulias de la televisión, y he escuchado a los médicos y sanitarios que me han atendido. La mayoría de ellos reconocen que nadie sabe exactamente casi nada de lo que ha ocurrido y está ocurriendo; que lo que ayer parecía evidente, hoy ya no lo es y que los protocolos de actuación se van cambiando según se van conocIendo nuevos datos. 

Lógicamente hay que hacer una excepción con “esos listos que todo lo saben”, esos viejos famosillos, ya casi olvidados y de reconocido “prestigio científico”, como por ejemplo Miguel Bosé, Luis Figo, Enrique Bunburi, José Manuel Soto y otros tantos que se atreven a pontificar sobre lo divino y humano y siempre están seguros de que los demás se equivocan y si son expertos, más; y se apuntan a divulgar paranoicas teorías conspiratorias, posiblemente como único medio para que vuelvan a hablar de ellos.

Y fin de la crónica. Yo sigo confinado en casa, pero he regresado a Chinchón, donde hacía ya casi seis meses que no venía,  y tenia ganas de ver la plaza y darme una vuelta por el castillo camino de Valquejigoso. 

Y durante este tiempo decidí volver a “mi Eremita”para ser testigo de este hecho histórico de vivir una terrible pandemia en primera persona y para retomar el contacto con mis amigos y seguidores a los que quiero agradecer las muestra de cariño y animo que me han enviado.

Después de algo más de dos meses de acudir diariamente a mi “desierto” de eremita para estar con vosotros, voy a pausar mis publicaciones, porque en estos meses tengo que dedicarme a cuidar de mi salud, ahora que hemos llegado a la “nueva normalidad”.

Estaré con vosotros lo antes posible, y desde luego, os quiero reiterar mi agradecimiento.

Gracias. muchas gracias, por vuestra compañía.