jueves, 23 de abril de 2020

WHATSAPP.


Durante estos largos días de confinamiento, tanto en los hospitales como en las casas, el Whatsapp se ha convertido en la herramienta imprescindible para comunicarnos. Los grupos familiares y los grupos de amigos eran el destino ideal para contactar con todos ellos y poder trasmitirnos las noticias.
Yo he visto cómo las enfermeras del hospital preparaban una videoconferencia con la familia de un enfermo que no podía hacerlo por si solo. Durante todo este tiempo, está siendo el vínculo de unión entre todos nosotros. 
El Whatsapp tiene una ventaja sobre el teléfono, que cuando alguien te lo envía , espera a que tú lo quieras o lo puedas leer, y después contestar.
También vale para recibir los vídeos en los que puedes ver lo que están creciendo tus nietos, incluso las fotos que te mandan los amigos  de cuando éramos todos más jóvenes, y las que te mandan tus hijos para que veas lo que van a comer ese día.
Sin embargo; casi siempre hay algún “pero” por ahí; sin embargo digo, se está abusando un poco de su uso. Porque no solo se mandan mensajes; es que por Whatsapp recibes de todo, y eso te llega a agobiar. Y claro está, todo ello, reenviado. Desde esos paisajes idílicos con canciones empalagosas, hasta los más duros panfletos políticos, que se inventa no se quien y muchas veces no son más que “fake news”, aunque eso si, muy bien editadas.
Y no paras de recibir “reenviados” de toda clase, la mayoría de las veces que tienen poco o nulo interés para ti; sin embargo estás obligado a contestar si no quieres quedar como un maleducado, y esas respuestas de los receptores, suelen dar vergüenza ajena leerlos. Y otra más; los que siempre tienen que decir la última palabra, aunque sea con un emoticono.
Así que yo he pensado que voy a mandar un mensaje a todos mis contactos diciéndoles que me pueden mandar todos los Whatsapp que quieran, sobre todo dándome ánimos y contándome lo bien que están ellos, pero, por favor, que se abstengan de enviarme “reenviados”, de ninguna clase, ni siquiera el de Luciano Pavarotti cantando el “O sole mío” que si lo quiero escuchar, ya lo buscaré yo en internet.
Y luego está lo de los emoticonos, que yo, y mira que lo he intentado, me confieso incapaz de saber que significa cada uno y no sé muy bien si lo que me quieren decir es que están muriéndose de risa por lo que les he contado o que, directamente, están riéndose de mi. Por eso yo nunca los uso, y cuando quiero decir a alguien que le quiero, se lo digo y paso de corazoncitos.
Oye, pero de verdad, que he agradecido mucho los mensajes de ánimo y buenos deseos que he recibido en estos días.