jueves, 16 de abril de 2020

LA ÚLTIMA AVENTURA DE LOS NIÑOS DE LA POSGUERRA.




Nuestra generación; los que nacimos desde los años cuarenta a los cincuenta y tantos del siglo pasado, tuvimos unos inicios duros, aunque como éramos niños, y la mayoría pobres, por no tener, no tuvimos ni traumas.
Luego, sin embargo fuimos una generación que, con mucho trabajo, si; y con esfuerzo, logramos un progreso laboral y social que nos brindó muchas oportunidades. Además, en nuestra juventud, fue relativamente fácil progresar, aunque algunos tuvieron que emigrar para conseguir esa superación social que aquí en España, se resistía a llegar.
Como estábamos acostumbrados a tener carencias, se sobrellevó con un cierto estoicismo la falta de libertad y las limitaciones políticas y sociales que teníamos que soportar.
Fuimos los artífices de una transición política que se puede considerar modelica, aunque ahora, vista con otra perspectiva, algunos se atreven a criticar.
Partiendo del pluriempleo, nos compramos nuestro piso, nuestro cochecito e incluso una segunda vivienda en la playa o en el pueblo de nuestros padres.
Conseguimos que nuestros hijos fuesen a la Universidad porque, posiblemente, fue nuestra frustración y siempre quisimos que ellos llegasen a donde nosotros no habíamos podido llegar.
Y nos llegó la jubilación y con nuestra pensión y nuestros ahorros, nos asegurábamos una vejez tranquila y placentera. Bien es verdad que llegaron las crisis y tuvimos que ayudar a nuestros hijos y, en muchos casos, hacernos cargo de nuestros nietos.
Y nos llegó la última batalla en la que luchar. Llegó la pandemia del Coronavirus, y nuestra generación ha sido la más afectada; somos ya mayores, casi todos tenemos ya achaques y somos los más expuestos a sufrir los rigores del virus.
Las noticias son demasiado alarmantes y en esa última batalla llevamos todas las de perder... pero somos aquellos niños de la posguerra que logramos sobrevivir a las carencias que nos venían impuestas y logramos vencer.
Seguro que vamos a caer alguno en la batalla, pero esta guerra, también la vamos a ganar.

La fotografía:
La fotografía que ilustra el artículo debe ser de muy primero de los cincuenta y debe ser de un profesional.
Está tomada junto a la fuente y el pozo del patio de la calle de Morata 5 de Chinchón, donde actualmente está el Museo Etnológico “La Posada”
No es una foto improvisada. Recuerdo que llegó un “turista” y pasó a ver el patio. Nosotros estábamos jugando por allí y el fotógrafo preguntó si podía hacernos una foto. El que los niños estuviésemos en casa y “arregladitos” indica que debía ser domingo o día de fiesta.
Y se preparo el escenario. Buscó el encuadre. Colocó un seron, unas espuertas y un esportillo de pleita que debían estar en alguno de los soportales del patio y nos colocó a nosotros.
Estamos Jesús Garcia, el más pequeño, el primero a la derecha; detrás, su primo Julian Manquillo, que falleció ya hace muchos años. En el centro, mi hermana Maribel, y yo soy el que está sentado, detrás.

Por el encuadre, por el juego de la luz, con la dificultad de jugar con las sombras, y por la calidad de la imagen, no cabe duda de que la fotografía es de algún profesional de los tantos que por aquellos años empezaron a descubrir Chinchón como destino turístico.. De entre ellos podríamos destacar a fotógrafos como la austriaca Ingeborg Morath, Nicolas Muller, Cortina, el fotógrafo taurino Baldomero, incluso el mismísimo director de cine Carlos Saura.
Desgraciadamente no sabemos el nombre del autor de esta fotografía.