miércoles, 8 de noviembre de 2017

SEMBLANZAS DE CHINCHÓN. LXVII. CARLOS ALONSO.


Retrato de Carlos Alonso pintado por Vicente Vela.

67.- Carlos Alonso Herreros. (Personajes)

El 8 de Octubre de 2011 El Ayuntamiento de Chinchón, con la colaboración del Colectivo de Artistas de Chinchón (CACh) y con la participación de diferentes coleccionistas pri­vados, rindió homenaje mediante una exposición al artista Carlos Alonso Herreros, con motivo del quince aniversario de su fallecimiento. Se tituló: “CARLOS ALONSO: UN POQUITO DE SU ALMA”
La figura de Carlos Alonso Herreros resulta cer­cana para muchos, pero a la vez, se proyecta en ocasiones difusa por la amplia actividad cultural que desarrolló a lo largo de su vida. Desde que a finales de la década de los sesenta de la pasada centuria llegó a Chinchón, hasta la fecha de su fa­llecimiento. Chinchón fue el epicentro de sus creaciones y en torno a él giró una buena parte de su producción. 

Carlos Alonso Herreros fue siempre una perso­na inquieta, de espíritu libre, de fuertes ideales y convicciones, pero ajeno a modas e ideologías. Chinchonete de adopción, o sería mejor decir, chin­chonete por vocación. Durante toda su vida tuvo una fuerte necesidad de crear, con independencia de la disciplina, técnica o el soporte utilizado. Fue pintor, escultor, dibujante, cartelista, fotógrafo, es­critor, investigador, comunicador, gestor cultural. Decenas de óleos y esculturas, cientos de dibu­jos y fotografías, innumerables textos, artículos, reseñas y poemas, un inmenso archivo gráfico y documental.

 Para el catálogo de esta exposición, escribí esta reseña para uno de sus cuadros:


“Cesta con pañuelo de encaje”. Una imagen aparentemente sencilla, con aroma daliniano. Una cesta de finas cañas entrelazadas emerge de las sombras, ingrávida, casi etérea, como sobrevolando la nada. Encima un pañuelo blanco, límpido, doblado con displicencia, casi como dejado caer. En los bordes un encaje que se presume bordado por unas delicadas manos de niña. Todo blanco; pañuelo y encaje, posiblemente de bolillos, pintado entre alfileres con parsimonia, sin prisas pero con amor. Carlos lo pintó también con cuidado, con primor, con cariño; como él hacía las cosas, y entre pincelada y pincelada, se le fue escapando un poquito de su alma, también blanca y también con ribetes de encaje.
Pero además de la pintura, dejo en Chinchón dos libros insustituibles para conocer mejor nuestra historia.
El primero de ellos “Toros en Chinchón” escrito con José Miguel Martín-Vigil, en el que recopilan toda la historia taurina de Chinchón, enmarcándola dentro de su historia general y aportando una valiosa información documental y gráfica.
Después,  escrito con su hijo Raúl Alonso Sáez, recogió la historia de “Goya en Chinchón” haciendo también un amplio recorrido por su obra y su vinculación a nuestro pueblo.
 Dirigió la Revista “Fuentearriba” en su tercera etapa y colaboró con todas las organizaciones culturales de Chinchón. Sus dibujos siguen apareciendo en carteles y programas de cualquier acto cultural que se organiza en Chinchón.

Algunas de sus entrañables “plumillas” que comercializó en su “Rincón del Arte”
El Eremita.
Relator independiente.