martes, 31 de octubre de 2017

SEMBLANZAS DE CHINCHÓN. LXIII. DON JOSEMANUEL


63.- José Manuel  de la Puerta, poeta. (Personajes)

Alguien dijo que Chinchón sólo se puede entender visto por los ojos de un artista o de un poeta y sin duda, la visión de Chinchón que dejó don José Manuel de Lapuerta en sus poesías puede ser la más auténtica de nuestro pueblo. Sólo por ello, merece estar en esta galería de personalidades de Chinchón.
Había nacido en San Sebastián el 16 de julio de 1929. Se ordena sacerdote en el año 1955 y es nombrado coadjutor de la Parroquia de Chinchón. En solo dos años se impregna de la luz de Chinchón y entre sus labores pastorales con los jóvenes, renace en él su amor por la poesía.
Aquí escribe algunos de sus versos más inspirados, pero es en Roma, donde se licencia en Ciencias Sociales, donde la añoranza de su pueblo castellano se convierte en verso.

Después ejerció su vida pastoral en distintos cometidos para terminar como párroco en la Iglesia de Santa María Magdalena de Madrid y Consiliario de la Asociación de Peregrinos de la Iglesia.
En el año 2000 el Colectivo Fuente Pata de Chinchón publicó su libro de versos y cantares “Chinchón en mi recuerdo” que fue presentado en el Café de la Iberia el día 6 de mayo de ese año.
Falleció en Madrid, después de una larga enfermedad que le había hecho olvidar casi todo menos los versos que había escrito de Chinchón, el mes de agosto de 2012.

Aunque en mis publicaciones han aparecido alguna de sus poesías, hoy quiero dejaros ésta, que escribió como su despedida cuando dejó Chinchón, la tituló:

Dejadme llorar
Dejadme que llore solo
porque me tengo que ir.
Vosotros, bailad alegres...
que yo me marcho de aquí...
Mañana estaré ya lejos,
junto al mar; tal vez así
tendré lágrimas azules
y no me veréis sufrir.
Mas cuando llegue la noche,
Chinchón, tú estarás allí,
me chillarás en el alma,
me llamarás hacia ti,
y me sentiré muy solo
de no verte junto a mí.
Sólo el recuerdo nostálgico
de tu ausencia, de tu huir
cuando te tengo en mis manos
y te me escapas así.
Dejadme que llore solo,
vosotros bailad, reíd...
un pasodoble y un tango,
y luego os vais a dormir.
Rompiendo sueños de olivos
mi coche se irá a Madrid
y yo, huérfano de nadie...
! Qué sabéis lo que es morir,
si nunca os pidió la vida
marchar muy lejos de aquí,
y dormiros sin trigales,
sin el olor de la vid,
sin rejas en la ventana,
y estando, Chinchón, sin ti!

!Vosotros bailad alegres...
dejadme llorar a mí!




El Eremita.
Relator independiente.