miércoles, 23 de noviembre de 2016

EL LECTOR DE PERIÓDICOS.



Hace cien años muy pocos leían el periódico. Las corrientes de opinión las formaban los señoritos que se encargaban de señalar lo que sus deudos y subordinados debían pensar. Luego, poco a poco, el periódico se fue democratizando y quien más o quien menos, aunque no fuese nada más que un día a la semana, se acercaba al kiosco para comprar "su" periódico que era, además de su única fuente de información, el que le ayudaba a formar criterio de lo que ocurría a su alrededor. 
Digo que era su única fuente, porque la información que recibía por otros medios estaba totalmente mediatizada. En la radio solo emitía información Radio Nacional de España, y escuchar, en onda corta,una radio independiente suponía un riesgo que muy pocos se atrevían a correr.
Ahora, cada vez, se leen menos periódicos. Me refiero a periódicos impresos. Ahora la prensa se lee por internet y ya casi nadie tiene "su" periódico. Ahora, cualquier lector que se precie, tiene en "favoritos" una decena de cabeceras de varias tendencias políticas y sociales, que visita diariamente para "informarse" de lo que pasa por el mundo mundial. 
Aunque la verdad es que cuando termina de leerlos todos no sabe muy bien a quién darle mayor credibilidad, porque las informaciones suelen ser bastante contradictorias. Y es que ahora, cada vez es más difícil discernir lo que es información y lo que es opinión. 
Lo que digo de los periódicos se podría decir también de las emisoras de radio y de las cadenas de televisión; si quieres estar medianamente informado tienes que ver dos o tres telediarios y varias tertulias políticas, aunque al final terminas entrando en cualquier foro de internet para llegar a la conclusión de que no tienes ni idea de lo que realmente está pasando.
Y es que, en el fondo, sabes de antemano lo que te van a contar unos y otros, lo que te lleva necesariamente a ser cada día más escéptico y empieza a crecer en ti la duda  razonable que está minando, poco a poco, la cada día menor credibilidad de los medios de comunicación.
Por eso el lector de periódicos es cada día más impredecible y por eso el lector de periódicos luego vota lo que vota. Ahora el lector de periódicos ya no sólo puede cabrearse y cambiar de periódico, ahora no solamente puede encararse con la pantalla de su televisor e insultar a cualquier contertulio, porque sabe que con eso no consigue nada; ahora también puede entrar en un foro de Internet para dar su opinión o crear su propio blog que, aunque tampoco sirva de mucho, te deja como más satisfecho y tu propia opinión se va sumando a los otros lectores de periódicos que se ha ido desencantando de que unos cuantos -pagados por los señoritos de ahora- quieran dictarte lo que tienes que pensar.
Realmente, los tiempos están cambiando una barbaridad; pero parece que algunos todavía no se han dado cuenta.