lunes, 25 de julio de 2016

DE TOROS Y TOREROS.


     "Toros, sombra, sangre y sol". m.carrasco.m

En estos días veraniegos cuando en muchos pueblos y ciudades se celebran las fiestas patronales cuyo centro lo ocupan los festejos taurinos, la polémica se ha avivado con motivo de la muerte de Víctor Barrio, corneado por un toro en la plaza de Teruel.
Lo primero que hay que decir es que esta muerte es una desgracia, como todas las muertes, por lo,que hay que lamentar el fallecimiento de un ser humano y ofrecer las condolencias a los familiares y amigos del finado.
Pero a continuación habría que convenir que ha sido una muerte gratuita y accidental, como lo fue la de Luis Salom, el piloto español de 24 años que perdió la vida en Montmelo, en el Gran Premio de Moto GP.
En ambos casos dos jóvenes se expusieron voluntariamente a una muerte probable asumiendo unos riesgos, en aras de practicar una profesión vocacional, en la que el dinero forma parte de su motivación.
Claro que en ambas actividades hay algunas diferencias, puesto que la primera se maltrata un animal como base de la actividad y en la segunda, además de la vida propia se pone en riesgo la vida de otra personas.
Luego, las reacciones han sido, en muchos casos desproporcionadas, y bastante diferentes en ambos casos. Cuando muere Luis Salom, nadie que yo haya escuchado, le acusa de temerario ni de irresponsable y sus familiares, amigos y compañeros de profesión hacen hincapié en que había muerto practicando su afición favorita.
Cuando muerte Víctor Barrio, se escuchan opiniones absolutamente demenciales, en las que algunos se llegan a alegrar de su muerte por la aversión que sienten hacia la tauromaquia, por considerarla una auténtica aberración.
Pero ante estas manifestaciones, los familiares, amigos y, sobre todo, los profesionales del toreo, se han lanzado a una cruzada de exaltación de la tauromaquia, utilizando como argumento la desproporción de las opiniones de los exaltados anti taurinos que se han alegrado por la muerte del torero.
Y es que en estos días nos estamos encontrando con auténticos despropósitos. Si es una barbaridad lo de alegrarse por la muerte de un ser humano, lo de asegurar que los únicos héroes son los que han muerto en la plaza por su demostrado valor, solo es comprensible si el autor de la "boutade" es un anciano decrépito que ya solo vive de dar la nota porque no se resiste a pasar desapercibido recordando aquellos tiempos en que presumía de progresista escandalizando a mentes bien pensantes y damiselas pudorosas.
Yo, personalmente, no veo la heroicidad en hacer sufrir a un noble animal y me parecen mucho más dignos de elogio esos otros héroes, muchas veces anónimos, que se esfuerzan en hacer el bien a sus semejantes, sin merecer ni un mal titular en la prensa, aunque hayan perdido la vida en el empeño.
Pero ¿qué le vamos a hacer? Como dijo aquel célebre torero ¡Hay gente pa "to"!