martes, 24 de noviembre de 2015

COMER POR LOS OJOS.

No cabe la menor duda que también se come por los ojos. Eso ya lo sabe la naturaleza y se ocupa de presentarnos los alimentos con bellos y atractivos colores, que nos invitan a comerlos, o al menos a disfrutar de su belleza.

Unas guindillas, unos tomates o un girasol, nos muestran apariencias diferentes, pero formas y colores atractivos que nos incitan a comerlos.


También la naturaleza adorna con formas caprichosas lo que pueden ser nuestro sustento, como estos erizos de mar, con colorido unas formas que no sabemos bien si nos animan o nos disuaden de consumirlos,


Pero también los profesionales se ocupan de presentar las viandas con formas, texturas y colores atractivos que forman parte importantísima del arte culinario.

              

Un plato bien presentado es la base de una buena cocina y de una comida placentera y agadable a nuestro paladar y a nuestros ojos.
                                     

Pero es, posiblemente, en la repostería donde más posibilidades existen de adornar los alimentos, dotándolos de los ingredientes y apariencias que les hagan más apetitosos, y nos inviten a comerlos por la boca, después de haberlos admirado con los ojos.
               

Pero, es después de comer, cuando se puede apreciar la belleza de una comida bien hecha. Esta paella con los minimos restos de una fideua, muestra la belleza de una opípara comida, que debe pasar a la historia de nuestra gastronomía.


Y ya para terminar, este cuadro abstracto "pintado" con la tinta de un "sepionet" con emulsión de óleo y ácidos sobre loza blanca es, posiblemente, la culminación de lo que podría llamarse verdaderamente "arte culinario".
Yo lo he titulado: "Sabrosos recuerdos"
Aunque esta otra composición realizada con dulces también podría llevar el nombre de " sabrosos colores "