viernes, 23 de octubre de 2015

GINÉS UN CHICO MUY, PERO QUE MUY ANTIPÁTICO.


Desde muy pequeño atesoro esa fama. Hasta su mismo padre lo decía. 
- Este Ginés es un caso. Yo no sé a quién habrá salido, pero no he visto un niño mas antipático.
Y lo malo es que esa era también la opinión que fueron teniendo todos los que le conocían; aunque ya Ginés había crecido, su fama de antipático, crecía con él al unísono y, si eso fuera posible, lo superaba ámpliamente.
Ginés era de esos que se cruzaban a la acera de enfrente para no tener que saludar a los conocidos. Y el caso es que después, cuando llegaba a coger confianza, era un trozo de pan; algo duro, eso si, pero pan al fin y al cabo.
Su madre, que ya se sabe que siempre las madres son mas condescendientes y comprensivas, siempre había dicho que Ginés, no es que fuese antipático, es que era un poco tímido. Y cuando aseguraba esto, siempre aprovechaba para decir aquello de que "la antipatía era el primer síntoma de la timidez", que lo escucho una vez en la radio y lo hizo suyo para cuando tenía que justificar el comportamiento de su hijo.
En el instituto nunca fue el más popular, y a no ser por sus innatas dotes para el atletismo que le hacían conseguir las mejores marcas en todas las competiciones, nadie habría podido recordar su nombre.


Así, haciendo deporte, conoció a Edurne, quien no tardó demasiado en invitarle a entrenar juntos; porque no lo he dicho, pero Gines, además de tener ese carácter un poco agrio, era aceptáblemente atractivo para sus compañeras.
Luego creció. Pasaron los años, terminó la carrera y entró a trabajar de comercial en una multinacional; porque tampoco lo he dicho, pero Ginés que era bastante retraído y no le gustaba demasiado la vida social, había aprovechado el tiempo y dominaba cinco idiomas.
Nadie que le hubiese conocido de pequeño, ni su propia madre que le pario, le hubiera reconocido ahora haciendo su labor comercial. Parecía dicharachero, seguro de si mismo, incluso simpático; aunque posiblemente la tuviese muy escondida hasta entonces, sus jefes admiraban en el su capacidad de empatía, y de saber conectar con los clientes. 
Ya de mayor, nadie volvió a decir que Ginés era un antipático; tan solo, algunos, que era un poco tímido; y solamente los que mejor le conocían, aseguraban que mucho del mérito en esta asombrosa transformación lo había tenido Edurne, que además de entrenar con el en el instituto, ahora es la madre de sus hijos.