miércoles, 26 de agosto de 2015

AQUÍ NO HAY TRABAJO.


Ya os he hablado en varias ocasiones del tratado que publico Juan Vazquez titulado "El trabajo humano" donde hace un destacado estudio del mismo, bajo diferentes parámetros y que, de nuevo, me atrevo a aconsejaros. 
Hoy, quiero plantear una nueva cuestión partiendo de este párrafo del trabajo: 
"La consecuencia de todo lo anterior es que, bajo el actual sistema económico, una gran parte de los trabajadores han llegado a ser prescindibles, exceptuando (por ahora, digo yo) aquellos cuyas destrezas no pueden ser transferidas a las máquinas cibernéticas. Muchas actividades de los trabajadores ya no son necesarias puesto que los ordenadores y las máquinas asociadas a ellos, realizan un trabajo mucho más eficiente. Millones y millones de trabajadores han dejado de ser imprescindibles. Oficios y especialidades con cualificación van desapareciendo uno tras otro. Los trabajadores se ven abocados progresivamente al paro o al trabajo de baja cualificacion."
Por lo tanto, la situación laboral es seriamente preocupante, y también en España. Con una tasa de paro oficial, que de ser real nos llevaría a una situación social insostenible, y una legislación laboral que cada vez se hace menos llevadera para los trabajadores, los teóricos y los políticos se enzarzan en distribuir responsabilidades de la situación, pero nadie ofrece una solución viable del problema.
En esta situación se "tolera", mas o menos, la economía sumergida que palie la precariedad laboral que muchos trabajadores tienen que padecer. 
Y es que la presión fiscal, la normativa laboral, la oferta y la demanda nos llevan a un callejón de salida poco clara. La mecanización, la informática y la robótica van eliminando puestos de trabajo mientras no paran de llegar inmigrantes dispuestos a hacer lo que sea y al precio que sea. 
En el tercer mundo el índice de natalidad esta por encima de la lógica y no pararan de llegar hasta el primer mundo ingentes masas de hombres huyendo de la miseria, y esto es difícil pararlo solo con vallas, con muros o con metralletas. Demasiado lejos queda ya la época en que el progreso de una familia se basaba en la cantidad de hijos varones, pues la mano de obra era el fundamento de la economía. En el mundo actual es posible que haya alimentos y recursos para todos, pero desde luego, no hay trabajo para todos.


Yo todavía no he escuchado a nadie, de ningún partido o ideología, hacer un diagnóstico serio y ponderado del situación. Y mucho menos, unas posibles soluciones que se alejen de la propaganda partidista y de la demagogia al uso en estas ocasiones.
Yo, desde luego, no tengo la solución. 
Pero hay una incuestionable realidad: Ya no hay trabajo para todos, y partiendo de esta realidad, lo primero que hay que hacer es aceptarlo, reconocerlo y decirlo; después no permitir que los "poderosos" se aprovechen de las circunstancias para pagar menos y ganar mas; y luego habrá que repartir el trabajo que haya entre los que quieren trabajar. Y, por último, habrá que garantizar que se pueda sobrevivir con el fruto de ese trabajo.
No sirve ya, solo definir la situación; poner el dedo en la yaga. Ni tampoco, negar la realidad, maquillar la situación y taparse los ojos. Hace falta soluciones. Pienso que hay un Premio Nobel esperando para el que la encuentre. 
Mientras tanto, por favor, que los políticos y comentaristas, que acuden a las tertulias, tengan un poco de vergüenza y no ofendan nuestra inteligencia. Se dejen ya de repetir consignas que se ve no se creen ni ellos mismos, hacer abstracciones parciales del problema y empiecen a ser honestos y que no solo les preocupe ganar las próximas elecciones. 
Por favor, queremos soluciones. Y ya de paso un poco de mas honradez y honestidad.

Nota: 
Honradez es la rectitud de animo y la integridad en el obrar. Quien es honrado se muestra como una persona recta y justa, que se guía por lo correcto y adecuado a nivel social. 
Honesto: Que actúa rectamente, cumpliendo su deber y de acuerdo con la moral, especialmente en lo referente al respeto por la propiedad ajena, la transparencia en los negocios, en la acción política, etc.