miércoles, 22 de julio de 2015

EL MUS


El mus es un juego de envite al que la mayoría presume de jugar muy bien y hay, incluso, quienes se postulan como profesores aventajados. Yo, no. Yo siempre he presumido no de saber jugar, sino de saber peder muy bien al mus. Lo malo del mus es que se juega de compañeros y los míos no pierden con mi misma elegancia. Hay algunos que tienen muy mal perder y ya casi ni me hablan. 
Después de mucho pensarlo, he llegado a la conclusión de que a esto del mus, además de saber, son muy importante las cartas que te entran. Por muy bien que sepas jugar, si lo mas que te entran son los "duples de perete", tiene bastante poco que hacer si a los otros no se le caen de las manos los cuatro reyes.
Y claro, cuando no entran cartas, al final siempre terminas recurriendo a los ordagos, y casi siempre los terminan queriendo y no tienes salvación.
En los último días hemos asistido a una interesante partida de mus. Una especie de "Final four" en la que jugaban Ángela Merkel y Wolfgang Schäuble, su feroz ministro de finanzas, de nombre impronunciable, representando a la Comunidad Europea, y Tsipras y Varoufakis, representando a Grecia.
Desde un principio se vio que los germanos llevaban mejores cartas y que los griegos jugaban a la desesperada. En las primeras manos ya se vio que no había partida. Y entonces los griegos lanzaron su ordago del referéndum y pareció que la jugada les salía bien. Pero enseguida se vio que solo era un farol, porque Yanis se levanto de la mesa y dejo su puesto a un suplente.
Y llego la debacle. Un humillante 4-0, sin piedad para el vencido.
Y los que asistíamos a la partida nos preguntamos el porque de ese ordago.
Yo, que como digo solo se perder muy bien al mus, estoy convencido de que era una medida desesperada porque no es que ellos no tuviesen cartas, es que los otros las tenían marcadas y solo había un resultado posible: un escarmiento disuasorio para evitar cualquier aventura que ponga en peligro la estabilidad económica de nuestra "querida" Europa.
Y terminada la partida, ¡hala!, las bolsas hacia arriba, la prima de riesgos hacia abajo, y los europeos tan contentos... Quiero decir los europeos que no sean griegos; porque ellos están condenados a perder siempre cualquier partida de mus, por mucho que se apliquen a estudiar las reglas de este juego infernal, y a seguir, para toda la eternidad padeciendo las consecuencias de unos dirigentes sin escrúpulos que jugaron durante mucho tiempo a base de ordagos que los dirigentes de la CEE, simulaban creerse para seguir dándoles "vidilla" porque eso era rentable para "sus mercados".
Así que ya sabéis, no juguéis al mus con la señora Merkel, ni siquiera con Rajoy, porque al final terminareis como yo, presumiendo de saber perder muy bien al mus.