lunes, 19 de mayo de 2014

UN RAMITO DE VIOLETAS


El sábado pasado se entregó el premio al II Concurso literario "Enrique Segovia Rocaberti" , este año dedicado al "microteatro, que fue concedido, en la categoría de adultos  al escritor residente en Alicante,  Vicente Lloret López, por su obra "Bailar al son".


Aunque no he sido premiado, yo también participé en este certamen, presentando este pequeño texto, que titulé:

UN RAMITO DE VIOLETAS:
(Entremés costumbrista en un solo acto y cinco cuadros)


PERSONAJES.

Por orden de aparición:

MIGUEL
ELENA
ENRIQUE
COMISARIO
INSPECTOR
GUARDIA 1
GUARDIA 2


ESCENARIO:

La acción se desarrolla en el salón de un piso nada lujoso. Hay un sofá y dos sillones en el centro del escenario y delante una mesa de centro, junto a la pared, un aparador con un teléfono, algunas botellas y vasos. Encima de la mesa de centro un florero opaco, con flores frescas.
La decoración está formada por dos o tres cuadros vulgares, unas sillas y puede haber alguna planta. Un revistero con periódicos y revistas. Un perchero. También hay una mesa de ordenador con un portátil.
En el fondo del escenario hay una puerta que será la entrada a la casa. En los laterales, una puerta que da al dormitorio donde hay un cuarto de baño, y otra a la cocina.
Temporalmente se desarrolla en los últimos veinte años, pero no habrá ningún detalle que determine la fecha exacta en que trascurre. La acción se desarrolla a media tarde.


ACTO PRIMERO

Cuadro primero.

Se abre el telón y no hay nadie en la escena.
Por la puerta del dormitorio sale Miguel Ángel.
Miguel Ángel es un hombre de alrededor de sesenta años. Bien cuidado pero con algo de sobrepeso. Con poco pelo pero bien cuidado. Viste los pantalones de un traje oscuro, camisa a rayas, con los puños de las mangas con una vuelta, Se le ve un Rolex en la muñeca izquierda y una cadena de oro en la derecha. Lleva también una cadena de oro al cuello con una cruz y un anillo en el dedo anular de la mano derecha.
Sale ajustándose la corbata.

MIGUEL. (Desde la puerta del dormitorio) ¿Dónde está el hielo, cariño?

ELENA. (Sin aparecer, desde dentro) ¡Ahora mismo te le preparo!

MIGUEL. No te preocupes, no corre prisa. Tú termina tranquila, mientras yo busco unos papeles.

Miguel coge un portafolios que hay junto al aparador. Lo abre sobre la mesa de centro y saca unos cuantos folios escritos, que deja sobre la mesa, deja el portafolios junto al sofá, se sienta y se pone a ojear los folios.

ELENA. (Saliendo del dormitorio. Elena es una mujer de no más de treinta y cinco años, rubia. Sale con una bata de seda a medio abrochar y con una toalla en el pelo)  ¿Un Gin tonic?

MIGUEL.- No, mejor un güisqui pero yo me lo pongo,
(Se levanta, se dirige al aparador para prepararse la copa y cuando se cruza con ella, la da un azotito en el culo) Yo no sé qué haces, pero cada día estás más buena.

ELENA.- Anda, tonto, ahora mismo te traigo el hielo. (Entra en la cocina. Miguel se pone un poco de güisqui en uno de los vasos del aparador. Se mira el reloj. Mientras Elena sale por la puerta de la cocina con una cubitera y sus pinzas en la mano)  ¿Cuántos cubitos te pongo?

MIGUEL. Dos nada más, gracias. (Toma un sorbo y se sienta en el sofá. Ella deja la cubitera junto a las botellas y los vasos) Falta media hora para que llegue Enrique, yo creo que debías irte arreglando ya.

ELENA.- En diez minutos estoy lista, solo me falta echarme el vestido y peinarme un poco.  (Ella sale por la puerta del dormitorio intentando que él la siga con la mirada).
No tardo… No te vayas a marchar sin mí…

MIGUEL. (La sigue con la mirada hasta que desaparece por la puerta del dormitorio. Deja el vaso en la mesa y coge los folios. Se levanta del sofá y con los folios en la mano izquierda y un bolígrafo en la derecha, declama, mientras pasea por todo el escenario:
¡Señor Presidente… Señoras y Señores Diputados…!
Es para mí un inmenso honor poder dirigirme a sus señorías en nombre de mi Grupo Parlamentario para presentar este proyecto de ley con el que mi partido quiere regenerar los valores morales de nuestro País.
(Hace que apunta algo en los folios)
Estamos asistiendo desde hace unos años a una honda degradación de los valores tradicionales que habían regido en nuestra sociedad desde la antigüedad.
(Hace una pausa, se acerca a la mesa y toma un sorbo de güisqui)
Unos valores que se asientan en lo más profundo de nuestras prístinas  convicciones cristianas y sobre los que se fundaron las naciones de Europa.
(Pausa)
Valores que están siendo socavados por los enemigos de Dios, de la Patria y de la Familia que, poco a poco, han ido sembrando la confusión y la duda en las indefensas mentes de nuestros jóvenes, que se están dejando llevar por el hedonismo, por la molicie y por la engañosa atracción de una falsa libertad que sólo les puede llevar a su perdición, y con ellos a la perdición de nuestra Patria.
(Escribe algo en los folios) … a la perdición de nuestra “querida” Patria..  (pausa)
Nos encontramos en una encrucijada histórica en la que las decisiones que hoy tomemos serán la clave para una regeneración moral que es la clave para un despegue en la vida social, política y aún económica que nuestra sociedad está demandando…

ELENA.- (Saliendo por la puerta del dormitorio, ya vestida, donde ha permanecido durante el último párrafo de Miguel y dando palmadas sarcásticas) Muy bien, cariño, muy bien… El discurso te está quedando precioso…

MIGUEL.- (Volviéndose hacia ella) ¿Te gusta, pichoncito?

ELENA.- Yo no sé cómo te puedes atrever a decir todo eso sin que se te caiga la cara de vergüenza. ¡¡Promover la regeneración de la moral ciudadana!! ¿Tú? Anda cariño (Acercándose a él en tomo zalamero) Tú eres muy listo, eres brillante y has conseguido todo lo que te has propuesto, pero “esto” se lo tenían que haber endosado a otro…

MIGUEL.- Me lo pidió el mismo Presidente y no podía negarme… No te creas que me hace mucha gracia…(Encogiéndose de hombros) Todo sea por el Partido…

ELENA.- Bueno, yo me voy, no sea que vaya a llegar Enrique… Lo he dejado todo preparado…

MIGUEL.- ¿Los micrófonos?

ELENA.- Sí, los tres. Este del florero (Señala el centro de mesa) Otro en la cocina y otro en el cuarto de aseo… Con los tres está controlada toda la casa.

MIGUEL.- ¿La grabadora?

ELENA.- Está en bien camuflada en un mueble de la cocina. Tiene una autonomía de cinco horas. Ahora, cuando salga la pongo a grabar… No quería dejar grabado nada de nosotros, es mejor que siga siendo un secreto entre los dos…

MIGUEL.- Gracias Elena, ya sabes que eres muy importante para mí, y que tu carrera política estará siempre ligada a la mía.

ELENA.- (Cariñosa) ¿Sólo la política?

MIGUEL.- La política, la económica… y desde luego, la personal. Tú sabes que eres muy especial para mí…(La besa en la frente)

ELENA.- Adiós, amor.. (El la ayuda a ponerse el abrigo que está en el perchero) Voy a conectar la grabadora… (Entra en la cocina y sale después de unos segundos. Él espera junto a la puerta de la cocina y cuando sale la acompaña hasta la puerta de salida.)

MIGUEL.- Y ya sabes, no tienes que volver hasta que yo no te llame…

ELENA.- No te pongas nervioso, cariño, esto es muy importante para los dos… (se besan antes de abrir la puerta) ¡Mucha suerte!

MIGUEL.- Adiós, bomboncito…
  

Cuadro segundo.

MIGUEL. (Mirándose el reloj) Y ahora sólo queda esperar.
(Se acerca a la mesa y recoge los folios. Los pone de nuevo en el portafolios y lo vuelve a colocar junto al aparador. Termina de tomarse el güisqui y lo lleva a la cocina. Sale con la cubitera y la coloca junto a las botellas y los vasos encima del aparador. Demuestra un poco de nerviosismo. Mira repetidamente el reloj. Coloca el florero de encima de la mesa mirando que no se vea el micrófono. 
Se coloca bien la corbata. Entra en el dormitorio y sale poniéndose la chaqueta. Hace intención de sentarse en el sofá, pero se levanta y se sienta en uno de los sillones. Se mira de nuevo el reloj)

Han pasado unos minutos de la hora, ya no puede tardar mucho…
(Se sienta en el otro sillón y se coloca bien la raya del pantalón y la corbata. Hace intención de coger una revista, pero la deja inmediatamente en el revistero… Suena el timbre de la puerta…Se levanta precipitadamente. Va hacia la puerta. Se detiene, Respira hondo… Pone una gran sonrisa y abre la puerta.)
Bienvenido Enrique, estás en tu casa…

(Enrique es un hombre de unos cincuenta años, por lo tanto más joven que Miguel. Viste un terno impecable de color claro, con la corbata haciendo juego a un pañuelo que luce en el bolsillo de la chaqueta. Lleva gemelos ostentosos y el pelo engominado. Trae abrigo y una cartera de cuero negro que debe pesar bastante.)

ENRIQUE.- El piso queda un poco lejos, si no llega ser el GPS no sé si lo hubiera encontrado.

MIGUEL.- Lo que pasa es que no estás acostumbrado a conducir…

ENRIQUE.- Puede que tengas razón, uno se acostumbra al chofer y ya no sabe moverse sin él. (Deja la cartera en el suelo y se empieza a quitar el abrigo) ¿Dónde puedo dejar esto?

MIGUEL.- Dame, dame, lo dejo en el dormitorio. (Recoge el abrigo y la cartera y sale por la puerta del dormitorio)

ENRIQUE.- (Mira a su alrededor como inspeccionando lo que le rodea. Eleva la voz dirigiéndola hacia la puerta del dormitorio que ha quedado abierta) No sabía yo que tenías este pisito.

MIGUEL.- (Saliendo ya por la puerta) Sí, la compre hace poco más de un año. Tenía que ser discreto y difícil de localizar, porque aquí  es donde nos vemos Elena y yo.

ENRIQUE.- ¡Elena! ¿Qué Elena?

MIGUEL.- ¿No me digas que no lo sabías? Si a ti no se te escapa nada…

ENRIQUE.- Pues no, sinceramente no sabía nada…

MIGUEL.- Es Elena … Torresano… La vicesecretaria de Organización de la Delegación Central… Sí, una chica rubia muy simpática…

ENRIQUE.- Ah sí…  la he visto alguna vez por la Sede… Y está muy buena, por cierto… te alabo el gusto… pero tendrás que tener mucho cuidado para que esto no trascienda… Si se entera tu mujer, puede ser un escándalo…

MIGUEL .- No hay problema. Mi mujer lo sabe y también sabe que para mantener su nivel de vida tiene que tener la boca cerrada… además ella también tiene sus “distracciones”… Y hemos llegado al acuerdo de mantener las apariencias delante de los demás… Y es una suerte no tener hijos….

ENRIQUE.- Vale, vale, yo sólo decía que tuvieses cuidado… pero que te voy a decir si ni yo me había enterado de tu aventura

MIGUEL.- ¿Tomas algo?

ENRIQUE.- Ponme un poco de güisqui, que con el frío que hace nunca viene mal una copita.

MIGUEL.- (Sirviendo dos vasos de güisqui sobre  el aparador) ¿Hielo?

ENRIQUE.- Un par de cubitos, por favor…

MIGUEL.- (Le entrega uno de los vasos y se queda con el otro) Toma… siéntate donde quieras, en el sofá estarás más cómodo…

ENRIQUE.- (Sentándose en el lado derecho del sofá y llevándose a la boca el vaso) Gracias.

MIGUEL.- (Se sienta en el sillón más cercano y tomando un sorbo del vaso. Hace un pequeño silencio) Bueno, Enrique, ¿Has estudiado ya mis propuestas?

ENRIQUE.- La verdad es que no era eso lo que yo te había ofrecido… Lo que tú me propones supone un mayor riesgo, al intervenir más personas… Pero pienso que se puede llevar a cabo… En estos casos no se pueden dar pasos en falso…
.
MIGUEL.- Por supuesto, por supuesto… pero sin la intervención de todos ellos, no se podría realizar… Además, hay dinero suficiente para todos….

ENRIQUE.- Hay una cuestión que no es negociable. El Presidente debe quedar al margen de todo…

MIGUEL.- Eso ya está hablado… Julio le ha insinuado la posibilidad de conseguir financiación para las próximas elecciones y eso ha caído muy bien, porque ya sabes que las encuestas no se decantan definitivamente a nuestro favor…

ENRIQUE.- Pero sin hablar de financiación ilegal…

MIGUEL.- Para nada, para nada…

ENRIQUE.- Yo tengo que mantener en secreto el nombre de mi contacto… por ahora. En su día, cuando todo esté perfilado, ya te lo presentaré; pero tú me tienes que dar el nombre de todos los que estarán al tanto de esta operación…

MIGUEL.- Tengo que decirte lo mismo que tú. Cuando se haya diseñado, tendrás los nombres de todos los implicados
(Se levanta, se acerca al aparador y coge la botella de güisqui) ¿Un poquito más?

ENRIQUE.- Sí, gracias. (Beben los dos)

MIGUEL.- Por cierto, habría que empezar a hablar del montante total de lo que estamos hablando…

ENRIQUE.- Eso ahora no lo podemos concretar… Y va a estar en función de las Administraciones que podamos controlar… y para eso habrá que esperar al resultado de las próximas elecciones… Pero hablando por encima… calcula un cinco por ciento de las adjudicaciones…

MIGUEL.- ¿De todas las adjudicaciones?

ENRIQUE.- De todas no. De las que se hagan a las empresas que nos presenten nuestro contacto… que pueden ser hasta un cincuenta por ciento del total…

MIGUEL.- Pero eso es mucho dinero…

ENRIQUE.- Por supuesto…. Estamos hablando de millones…

MIGUEL.- ¿De pesetas?

ENRIQUE.- No hombre, ¡de euros!

MIGUEL.- (Se queda pensativo) Vamos a ver, Enrique; hay una cosa que no llego a entender… Si tú tienes el contacto, si tú tienes, al menos, los mismos conocimientos que yo en el Partido… ¿Para qué me necesitas a mí?

ENRIQUE.- Pues muy sencillo… porque yo no voy a aparecer por ningún lado… Yo no voy a existir en este entramado….

MIGUEL.- ¡Tú eres un cabrón!

ENRIQUE.- Si lo quieres llamar así… pues soy un cabrón… Pero comprenderás, como tú has dicho, que si no, para qué te iba a necesitar a ti… ( hace una pausa larga, toma un sorbo de güisqui y se queda mirando a su interlocutor) Ahora que, si tu no estás dispuesto, no hay ningún problema… busco a otro, que seguro que aspirantes no me faltan….

MIGUEL.- No hombre, Enrique, no te pongas así… comprendo tu postura... (Toma un trago de güisqui, respira hondo y después de una pequeña pausa) Vale… Puedes contar conmigo….

ENRIQUE.- Ya sabía yo que tú no me ibas a fallar…

MIGUEL.- (Cortándole) Otra cosa… ¿Has pensado cómo se podría distribuir este dinero?

ENRIQUE.- Eso es cosa vuestra… Pero, digo yo que la mitad debería ser para la financiación del Partido… y el resto, un quince por ciento para mí; otro para ti y el resto para los que intervengan en cada operación…. Como me decías antes, hay dinero para todos… No  obstante, yo con mi quince por ciento me conformo, y con el resto podéis hacer lo que creáis conveniente… Lo importante es que todos estemos contentos… Si ganamos todos, no habrá problemas….

MIGUEL.- Y tu contacto, ¿es de confianza?

ENRIQUE.- De total confianza… Bueno, aunque no sepas quien es, tú le conoces… pero ya te digo que hasta que no se concrete el acuerdo, no te lo voy a presentar…

MIGUEL.- ¿Y no hay peligro de que él se quede con el dinero?

ENRIQUE.- Hombre, no es tan tonto… Nos podría engañar una vez, pero no hay miedo… Además, mira… (Se levanta del sofá) La cartera que he traído está en el dormitorio, ¿No? Me la podrías traer….

MIGUEL.- (Levantándose también y dirigiéndose a la puerta del dormitorio) Ahora mismo… Esto pesa bastante… Toma…

ENRIQUE.- (Colocando la cartera encima de la mesa de centro) ¡Ábrela!

MIGUEL.- (Abriéndola) ¡Coño! ¿Cuánto hay aquí?

ENRIQUE.- No hace falta que lo cuentes… Exactamente ¡Quinientos mil euros! Y todos en billetes de quinientos… Seguro que nunca había visto tanto dinero junto…

MIGUEL.- ¡¡Ochenta y tres millones de pesetas!! (Saca un fajo de billetes, lo inspecciona, hace una pausa, mostrándolo a Enrique) ¡Un ramito de violetas!, (lo vuelve a dejar en la cartera) ¿A qué viene todo esto?

ENRIQUE.- Es una muestra de que esto va en serio. Estos quinientos mil euros son para vosotros… tú te tienes que encargar de hacer llegar al partido lo que creas conveniente y su parte a cada uno de los implicados, yo en eso no me quiero meter…

MIGUEL.- ¿Tengo que firmarte algo?

ENRIQUE.- ¿Tú eres gilipollas? Todo esto tiene que ser absolutamente en negro… No puede haber ningún papel por medio… En eso se basa nuestra seguridad… ¡Ah! Y no creo que ningún imbécil vaya a declararlo a Hacienda…

MIGUEL.- Se lo dejaré muy claro a todos… y en el Partido, ya sabrán cómo lo tienen que contabilizar…

ENRIQUE.- De eso no te quepa duda… Ya están acostumbrados

MIGUEL.- Esto hay que celebrarlo (Se levanta, trae la cubitera y la botella de güisqui, sirve en los dos vasos) ¡¡Por nosotros!!

ENRIQUE.- ¡Por una larga y fructífera colaboración! (Chocan los vasos y beben…)

MIGUEL.- Hablando de otra cosa, ¿Con qué previsiones trabaja el partido para las próximas elecciones?

ENRIQUE.- Los que entienden de esto dicen que las expectativas son francamente prometedoras… Yo pienso que podemos llegar a la mayoría absoluta, o la estaremos rozando…

MIGUEL.- ¿Y no piensas que los escándalos de corrupción que se han descubierto pueden pasarnos factura?

ENRIQUE.- Yo personalmente estaba un poco preocupado, pero los expertos dicen que está comprobado que estas cosas no influyen en los resultados definitivos… Date cuenta que de eso sólo se enteran los pocos  que leen los periódicos y los que ven o escuchan las emisoras de la oposición, pero no creo que vaya a influir en nuestros votantes…

MIGUEL.- Puede que tengas razón, que ellos ladren y vociferen, si lo negamos rotundamente y lo rebaten nuestros medios afines, todo quedará en una mínima sospecha sin influencia en las urnas…

ENRIQUE.- Si es que nuestros votantes nos van a seguir votando, pase lo que pase; los votantes de los otros, nunca nos van a votar… Así que con no “alterar” demasiado a los indecisos, no habrá problemas para ganar…

MIGUEL.- Por otro lado, la oposición tampoco está para tirar cohetes ¡menuda la tienen liada con sus luchas internas! Yo creo que la gente lo que no perdona es la división interna y las luchas por el poder dentro de los partidos.

ENRIQUE.- Por eso nosotros estamos haciendo un gran favor al partido. ¡Un partido que cobra unido, permanece unido!

MIGUEL.- ¡Efectivamente!, está comprobado que el dinero es el lazo más fuerte para alianzas duraderas.

ENRIQUE.-   (Suena el timbre de la puerta)  ¿Esperas a alguien?

MIGUEL.- No… No sé quien puede ser… Espera…( se dirige a la puerta de entrada)

ENRIQUE.- Miguel, la cartera… guarda la cartera…

 

Cuadro tercero.

MIGUEL.- (Coge la cartera y la lleva al dormitorio. Vuelve a sonar el timbre de la puerta) Un momento, Ya voy… (Se asoma por la mirilla y abre inmediatamente) ¿No te dije que no tenías que volver hasta que yo no te llamase?

ELENA.- Es que había quedado aquí con Enrique… (Entra hasta el centro del escenario y se dirige a Enrique, besándole a modo de saludo) Hola, Enrique, ¿Todo bien?

ENRIQUE.- ¿Qué tal, Elena? Sí, como estaba previsto…

MIGUEL.- Pero, cómo, ¿no me había dicho que no la conocías…?

ENRIQUE.- A veces es conveniente no dar toda la información y guardarse algún as en la manga, por si acaso…

MIGUEL.- Entonces (Dirigiéndose a Elena) lo nuestro era todo mentira…¿has estado fingiendo todo este tiempo?

ELENA.- Perdona, cariño, al principio no. Cuando te conocí… cuando compraste este piso y cuando empezamos a vernos aquí, no fingía… después…

ENRIQUE.-  Después, cuando yo me enteré de lo vuestro y tenía que organizar todo esto del dinero, pensé que tú podías ser la persona idónea para coordinarlo dentro del partido… Entonces yo convencí a Elena para que colaborase conmigo…

MIGUEL.- ¡Sois los dos unos hijos de puta!

ENRIQUE.- No te pongas así hombre, esto no cambia nada lo que hemos hablado. Comprende que tenía que estar seguro de ti, porque eras la persona imprescindible para que todo esto pudiese funcionar…

ELENA.- De verdad, Miguel, no te lo tomes por la tremenda… Es mejor que nos sentemos los tres y hablemos tranquilamente. Yo me voy a servir también un güisqui, que ahora lo necesito. (Los dos hombres se sientan en el sofá y en el sillón donde estaban antes sentados. Ella se sirve un vaso y se sienta en el otro sillón) ¿Ha quedado todo claro, habéis llegado a un acuerdo?

ENRIQUE.- Sí todo de acuerdo… Pero creo que es el momento de poner todas las cartas sobre la mesa… Anda, Elena, trae la grabación…

ELENA.- (Se levanta, entra en la cocina y sale con un CD en la mano) Toma, Enrique, esto es todo lo que se ha grabado.

MIGUEL.- (Visiblemente nervioso) Pero bueno, tú eres un cabrón con pintas… ¿Así que lo de la grabación era también idea tuya? Bien que me la habéis metido entre los dos…

ENRIQUE.- (Con tranquilidad y como complacido) Vamos hombre, no te vayas a poner ahora de inocente… Sólo he sido más listo que tú… posiblemente porque en esto ya soy perro viejo, y como puedes comprender había que tener algún “seguro” por si acaso… Nos estamos jugando demasiado… Tienes que irte acostumbrando a que en estos asuntos no te puedes fiar de nadie… Siempre hay que tener un seguro que te proteja

MIGUEL.- Y tú Elena, qué bien lo has sabido hacer… Nunca llegué a sospechar nada.. eres una excelente actriz…

ELENA.- En realidad yo nunca te he mentido… Cuando me acostaba contigo no tenía nada que ver con todo esto… Y además, si no hubiera sido por mí, Enrique nunca habría pensado en ti para este negocio…

ENRIQUE.- En eso tiene razón… gracias a ella supe que tú podías ser la persona que yo necesitaba…

MIGUEL.- Vale, vale, casi me habéis convencido entre los dos… ¿Entonces nada cambia de lo que hemos hablado…?

ENRIQUE.- Por mí, no.

ELENA.- Bueno, falta un detalle muy importante… Tenemos que hablar de mi situación… Vosotros dos estáis aforados y eso supone en la práctica un salvoconducto, pero yo no tengo ninguna defensa si se descubre algo de esto…

ENRIQUE.- Tú no vas a figurar en ningún sitio… Como mucho te podrían acusar de estar liada con Miguel… pero eso no es ningún delito… Yo creo que no tienes ningún peligro…

MIGUEL.- En realidad tu situación no va a cambiar en nada… mantienes tu cargo en el partido, puedes contar conmigo, como hasta ahora… y además algo irás sacando de todo lo que nos llegue…
¡Tampoco a ti te va a faltar nunca tu “ramito de violetas”!

ELENA.- Sí eso está muy bien. Pero creo que tengo que pensar en mi futuro… yo creo que para vosotros no sería demasiado difícil conseguir incluirme en una buena posición en las listas para el Parlamente Europeo… No creo que nadie del partido se pueda oponer porque me he ganado el respeto en mi puesto de Vicesecretaria de Organización…

MIGUEL.- A mí me parece bien… pero yo no puedo proponerte para no levantar sospechas….

ENRIQUE.- No ha problemas, de eso me encargo yo… No creo que haya demasiados problemas…

ELENA.- Ya sabía yo que podía contar con vosotros…Muchas gracias a los dos….

MIGUEL.- ¡Un brindis por la futura parlamentaria europea!… Así tendré motivos para darme una vuelta de vez en cuando por Bruselas…

ENRIQUE.- ¡Por Elena!. (Brindan los tres. Suena el timbre repetidamente, como con prisas) ¿Quién puede ser ahora?

ELENA.- No tengo ni idea…

MIGUEL.- Nadie sabe que estamos aquí…era una reunión secreta…



Cuadro cuarto.

COMISARIO VILCHES.- (Desde fuera, mientras suena de nuevo el timbre) ¡Abran a la policía!

MIGUEL.- (Abriendo la puerta) ¿Qué ocurre?

COMISARIO.- (Entra acompañado Del inspector Angulo, ambos de paisano y  dos policías uniformados, y dirigiéndose hacia la puerta) Ustedes dos esperen fuera, y que no entre ni salga nadie. (Dirigiéndose a Miguel) ¿Don Miguel Gutierrez Hinojosa? Traigo una orden judicial para registrar la casa… (Se dirige a Enrique) Usted debe ser don Enrique Villanueva Pérez y usted (se dirige a Elena) Usted debe ser doña Elena Torresano Domínguez. (Pausa dramática)  Soy el Comisario Vilches de la UDEF, éste es el inspector Angulo, traemos una orden judicial firmada por el Juez Vives que nos permite hacer un registro en esta vivienda y en todo lo que puedan llevar ustedes encima; por lo tanto les ruego que tomen asiento y no digan nada.

ENRIQUE.- ¿Sabe usted con quien está hablando?

COMISARIO VILCHES.- Por supuesto don Enrique; sé quienes son ustedes e intuyo qué es lo que están haciendo… Por lo tanto les aconsejo que no interfieran en nuestro trabajo.

MIGUEL.- ¿Puedo hacer una llamada?

COMISARIO VILCHES.- ¡De ninguna manera! Cuando lo autorice su señoría podrán hacer las llamadas a que tengan derecho… Sr. Angulo, por favor, recoja los móviles de estos señores…. (Lo hace) Y ustedes, (dirigiéndose a los dos policías) Ya saben su cometido… (Cada policía entra por una puerta) Ya solo queda esperar….

POLICIA 1.- (Que había entrado en el dormitorio) Mire Comisario, he encontrado esta cartera en el dormitorio….

COMISARIO.- ¿Estaba escondida?

POLICIA 1.- No, estaba encima de una silla… (se la entrega al Comisario)

COMISARIO.- (Abriéndola) Vamos a ver qué hay dentro… ¡Joder! Pero si hemos encontrado el Tesoro de Alí Babá… Veo que son ustedes poco cuidadosos…Esto va a ser más fácil de lo que me esperaba… Son ustedes vulgares aficionados…

POLICIA 2 (Saliendo de la Cocina) Comisario, aquí hay una grabadora… pero no está el disco…

COMISARIO.- Seguro que lo tiene alguno de ustedes, ¿verdad? No creo necesario tener que cachearles uno a uno…

ENRIQUE.- (Sacándolo del bolsillo) Aquí está el disco…

COMISARIO.- Da gusto, cuando te encuentras con personas tan educadas… Así terminaremos antes…

(Cae el telón y sube inmediatamente)



Cuadro Quinto.

(El mismo decorado y los mismos personajes. Uno de los policías lleva el portafolio de Miguel. El otro el ordenador portátil y unas carpetas. El inspector Angulo tiene la cartera de Enrique)

COMISARIO.- Bueno, ya hemos terminado. Ustedes dos bajen al furgón la grabadora, los papeles y el ordenador y vuelvan a subir. Usted señor Angulo no se separe de la cartera y espere en el coche patrulla hasta que hallamos bajado todos. Llame a Comisaría para que envíen dos coches más…
(Salen los tres de la habitación. Miguel,. Enrique y Elena siguen sentados.)
Muy bien. Ahora vamos a hacer lo siguiente. Cuando vuelvan los agentes, les acompañarán hasta los coches patrulla. Cuando lleguen a la comisaría se mantendrán incomunicados hasta que sean trasladados al Juzgado para declarar ante el Juez. Lo siento pero deben ser esposados. Luego irán bajando de uno en uno, para llamar la atención lo menos posible.

ENRIQUE.- ¿Tenemos que salir a cara descubierta?

COMISARIO- Ya es casi de noche, y no creo que haya reporteros en la calle Pero, al salir, si lo desean se pueden colocar el abrigo por la cabeza para no ser reconocidos.

MIGUEL.- Gracias Comisario, pero no creo que puedan demostrar nada contra nosotros. La grabación es ilegal, el dinero es el precio de una compraventa de una finca en  Extremadura que he vendido a don Enrique; todo completamente legal. Doña Elena es una buena amiga de ambos y ha sido la testigo de esta compraventa que íbamos a formalizar en un contrato privado hasta que vayamos al Notario. Como le digo, todo completamente legal…

COMISARIO.- Muy hábil don Miguel, muy hábil… lo de dar las pautas a sus cómplices para coincidir en sus declaraciones ha sido una buena idea… Pero, mire, a mí todo eso no me incumbe. Yo he cumplido con mi obligación y lo demás lo tendrá que decidir un juez. No obstante, para no tener que tomar medidas más drásticas, les rogaría que se mantuviesen en silencio a partir de ahora…
(Suena el timbre. Abre el Comisario y entran los dos policías) Usted, ponga las esposas al señor Gutierrez y bájelo al coche patrulla. (Lo hace y salen los dos por la puerta) Usted se las pone al señor Villanueva y le acompaña hasta el otro coche patrulla. Espere un poco para que no coincidir con su compañero… Yo me encargo de acompañar a la señorita Torresano…. Ya pueden  bajar… (Salen los dos y cierra la puerta) Muy bien señorita Torresano, deme sus manos que tengo que ponerle las esposas…. Elena, hay que cubrir las apariencias… Pero todo ha terminado.

ELENA.- (Se dirige al Comisario y le abraza) Uf… Yo creía que no lo iba a resistir, si esto dura un poco más yo creo que me desmayo… Ha sido demasiado.

COMISARIO.- Pero te has portado muy bien y has sido muy valiente. Ya ha terminado todo…

ELENA.- Y ahora que va a pasar…

COMISARIO.- El juez les retendrá todo lo posible y retrasará la concesión de la fianza para evitar la destrucción de pruebas. Oficialmente, tú eras ajena al entramado corrupto y  estabas aquí por ser amiga de Miguel, por lo que no se te imputará. Con toda la información y todas las pruebas que tenemos es posible que no tengas que declarar, como mucho serás citada como testigo y se te considerará testigo protegida. Todo esto ya ha sido acordado con el Juez.

ELENA.- ¿Es verdad, como ha dicho Miguel, que la grabación es ilegal?

COMISARIO.- La que tú has hecho,  sí. Pero la que hemos hecho nosotros con autorización judicial es perfectamente legal. A estos y a sus amigotes, se les va a caer el pelo. Aunque se tarda tiempo, al final, todos terminan cayendo.

ELENA.- ¿Cuánto tiempo llevabais detrás de ellos…?

COMISARIO.- Más de cuatro años… Pero si no llega a ser por ti, yo no sé si lo habríamos conseguido… Así que, ya no serás rica, posiblemente nunca seas diputada en Bruselas, pero pienso que podrás dormir tranquila por las noches…

ELENA.- ¿Y esta noche podré dormir en mi casa?

COMISARIO.- Venga, déjame que te ponga las esposas…

ELENA.- De verdad, podré dormir en mi casa…

COMISARIO.-. Que sí, tonta, que sí… Y para que no tengas miedo no pienso dejarte sola en toda la noche…

(Salen los dos y cae lentamente el


TELÓN.