jueves, 24 de abril de 2014

LA MALA EDUCACIÓN.


No, hoy no voy a hablar de la película de Almodovar; hoy voy a hablar de concursos en la tele.


En primer lugar tengo que confesar que no veo estos concursos, que los conozco por los anuncios de promoción. Estoy hablando de “Master chef” y “Pesadilla en la concina”, pero podría incluir también “Operación triunfo”, “Tú sí que vales” y algunos etcéteras más.


Y es que en estos concursos de televisión los jurados no se conforman con dar su votación a los concursantes, sino que tienen que humillarlos y mofarse de ellos, cuando no, hacerlos sufrir antes de dar el veredicto. 



Estos jurados demuestran una muy mala educación a la hora de dirigirse a los concursantes y parece que lo más importante de estos programas es cómo se hace sufrir a los concursantes utilizando para ello el menosprecio y la desconsideración.
Hay otros concursos en los que también se muestra otra modalidad de mala educación, ahondar en la sensiblería y en los sentimientos más íntimos de los concursantes hasta, muchas veces, hacerles llorar o mostrar a familiares y amigos haciendo el ridículo diciendo simplezas para conseguir que el público llegue a sentir vergüenza ajena viendo este denigrante espectáculo, en el que se juega con los sentimientos de unos personas que, parece ser, están dispuestas a todo para conseguir la “fama” y como se decía en aquella película del mismo nombre, “la fama hay que pagarla”


A modo de ejemplo, por si alguno tampoco ha visto estos programas, en una de estas promociones del concurso de “Master chef”, uno de los jurados se dirige a un concursante, que lleva un largo flequillo, para darle el veredicto sobre el plato que ha cocinado y la primera consideración que se atreve a hacerle es que la próxima vez se ponga una “horquilla” en el pelo.


Es el estilo “Risto Mejide” de “Operación Triunfo”, una muestra de mala educación, prepotencia y humillación del más débil; eso que, desgraciadamente, se está imponiendo en nuestra sociedad, que ponen en práctica, demasiadas veces, periodistas y políticos, y lo que estamos enseñando a nuestros jóvenes. ¡Una pena!