martes, 4 de febrero de 2014

20 CUENTOS MUY PEQUEÑITOS, CASI MICROCUENTOS.





1.         Se incorporó en la cama y encendió un cigarrillo. El reloj despertador marcaba las dos y cuarenta y tres. Se volvió pero, a su espalda, ya no estaba ella.
            Encima de su mesilla había una nota escrita con rasgos apresurados:
            - “La próxima vez procura no dormirte... hasta después...”


2.         Había visto llorar al viejo lobo de mar. A su alrededor, todo era negro y viscoso. La actividad era frenética, pero todo era inútil. Había visto morir a muchas gaviotas… ella se limitó a despedirse de sus hermanas y se encerró en su concha para esperar la muerte.



3.         El primer amor: una rosa en primavera.
            Ella es joven y, todavía, no sabe que las rosas tienen espinas y también se marchitan.



4.         La fina arena se había ido mezclando con el aceite bronceador. El sol caía implacable sobre su cuerpo totalmente desnudo y la espuma de las olas empezaba a acariciar sus piernas con la subida de la marea.
            Sólo faltaba que él estuviese a su lado… y le vio acercarse en la lejanía…


5.         Por tres veces había sonado el estridente silbido del tren. En el reloj que colgaba sobre la puerta de los andenes, la manecilla más larga se había movido hasta llegar al número doce. Por debajo de las ruedas de hierro se había escapado una espesa humareda entre chirridos y vaivenes acompasados.
            Ella sacó su pañuelo, se asomó a la ventanilla del vagón y lo agitó mientras una lágrima corría por su mejilla.
            Nadie la contestó.

6.         ...porque la moralidad es la base de nuestro planteamiento programático. Basta ya de comportamientos ambiguos, de conductas que chocan con las más puras esencias de nuestra ancestral formación religiosa... Es hora de una regeneración moral de toda la sociedad...
            - Precioso, amorcito, el discurso te está quedando muy bien, pero no se te olvide que esta noche tienes cena en el partido y tienes que ir con tu mujer...

7.         En un gesto de valentía, se asomó al balcón de su conciencia despierta y era de noche. Cuando amaneció, y empezó a entrar la luz, ya había conseguido dormirla.


8.        - Señor Orwell, las gallinas dicen que prefieren lo de la cebada en los comederos, como siempre, y que se deje usted de tonterías...



9.         - Ya es hora de tomar decisiones y afrontar nuestras propias responsabilidades. He pensado que no está bien que, a mis años, todavía tengáis que estar preocupados por la hora en que vuelvo los fines de semana, y por las amistades que tengo. Ya sé que los tiempos no son fáciles y que como en casa no estaré en ninguna parte, pero he tomado la decisión: me voy a vivir con un amigo...
            Así que, papá, ve pensando que me tienes que aumentar la asignación mensual...



10.       Es muy cariñoso y muy limpio. Vive en casa desde hace unos meses y estoy encantada. Con una simple indicación mía sabe lo que quiero... Sí, claro, duerme en mi cama... Es un encanto, un cielo... Ya no podría vivir sin él...
            - ¿Qué quieres que te diga?.. A mí, los gatos...


11.       “¡Eres un inútil y no sirves para nada! ¿Qué sería de ti si yo no me ocupase de todo? Tengo que prepararte hasta lo que te pones cada día... si no, irías hecho un adefesio. Y no digamos de tu falta de sangre... es que me llevan todos los demonios... ¡Si no eres capaz de tomar ninguna iniciativa! Si vas a permitir que te pase por encima todo el mundo...
            ¡Entérate bien! Hoy, cuando despaches con el presidente, le dices claramente que lo de director general no es suficiente, que tú eres el más indicado para ser el vicepresidente...”
            Detrás de una gran mujer... hay, casi siempre, un pobre hombre.

 


12.       Él siempre había sido una persona ecuánime y poco dado a la exageración. Le gustaba escuchar a los demás, sopesar los argumentos que los otros esgrimían para, después, ir desmontando sus premisas con sosiego y meticulosidad implacable, aportando argumentos fundamentados en la doctrina con que otros pensadores habían ido conformado el acervo filosófico de la humanidad.
            Él era un hombre paciente... y tranquilo, pero, sentado en el calabozo de la comisaría, no paraba de repetir:
            - ¡Es que el árbitro se ha tragado un penalti clamoroso!

 

13.       - Maestro, ¿Piensa usted que la situación coyuntural es favorable para afrontar con probabilidades de éxito la acción prevista?
            - Déjate de mariconadas y pon, de una puñetera vez, el par de banderillas.

 


14.       Y terminó así su mitin:
            - ... y no me votéis los que esperáis un trato de favor, los que no queréis someteros al imperio de la justicia, los que no respetáis a las minorías, los que, en fin, no creéis en la democracia.
            Le hicieron caso y perdió las elecciones.



15.       Le dijeron que la distancia es el olvido. Él quería olvidar y se embarcó para tierras lejanas; pero no le sirvió de nada porque ella se había colado de polizón en las bodegas de su alma.



16.       Era un día gris de finales de otoño. El cielo plomizo empezaba destilar lágrimas a la caída de la tarde. En la chimenea se consumían los últimos troncos de alegría, y ella se preparó para cenar un buen tazón de chocolate con penas ya casi olvidadas. Hacía tanto tiempo que no las probaba que le parecieron nuevas.


17.       Tenía una gran habilidad para tirar la piedra y esconder la mano, pero, al final, todos supieron que era un cobarde, porque las piedras, siempre, terminan manchando las manos.

 


18.       Las estrellas, en el cielo, tiritaban de calor y, cuando hacía frío, jugaban al escondite.


19.       Como era inteligente prefería pasar por tonto que pasarse de listo.

 


Y 20.      Estaba viudo, había alcanzado la cima de su carrera profesional y era rico. Sus hijos eran ya mayores y sus nietos apenas si se acordaban de él, como no fuera para sacarle dinero. 
            Ella era joven. Tan joven que casi la doblaba la edad... y bonita. Como era viejo pero no lelo, sabía por qué se acostaba con él, aunque ella sabía mentir muy bien.
           Un día se casaron y a ella se le olvidó mentir.