jueves, 28 de noviembre de 2013

TRAS LAS HUELLAS DE LOS MARQUESES DE MOYA: SEXTA VISITA: EL MONASTERIO DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN DE LAS MADRES FRANCISCANAS CLARISAS.


Edificio del Monasterio de la Inmaculada Concepción de Chinchón.

Hemos llegado a la última visita de esta jornada: El Convento de las Madres Clarisas.
Cuando llegan a Chinchón don Andrés de Cabrera y Doña Beatriz de Bobadilla, como ya hemos contado, se construyen un Palacio para vivir, levantan un castillo fortaleza para defender su Señorío, pero también, como buenos cristianos, fundan un Monasterio que encomiendan a la orden de San Agustín , y además,  muestran su deseo de fundar también un convento de monjas.


Patio interior, rodeado por el claustro.

Es posible que este deseo lo asumiese posteriormente su hijo Fernando, el primer Conde de Chinchón, quien, al no conseguirlo, pide a su hijo Pedro, que se encargue de ese cometido. Ni éste, ni su esposa doña Mencía de Mendoza y de la Cerda, los segundos condes, cumplen el encargo. Fue, por tanto, el III Conde de Chinchón, don Diego Fernández Cabrera Bobadilla y de su esposa doña Inés Pacheco, hija de los Marqueses de Villena, quienes hicieron realidad el deseo de sus antepasados, aunque tuvo que ser el V conde de Chinchón, don Francisco Fausto Fernández de Cabrera y Bobadilla, quien lograse terminarlo.

Escudo de la fachada sobre la entrada a la iglesia.

Las obras del Monasterio e Iglesia de la Inmaculada Concepción comenzaron en el año 1597, aunque un año antes existía un proyecto y un contrato en el que el maestro de cantería Juan de Bozarraiz, se comprometía a realizar la obra del Monasterio de Chinchón. Este proyecto había sido realizado por Nicolás de Vergara el Mozo, quien también participo en el de la Iglesia de la Piedad de Chinchón y otras importantes obras, y era maestro mayor de la Catedral y Arzobispado de Toledo.
Hay disparidad de datos en la fecha de terminación del convento. Varios cronistas lo sitúan en el año 1663, aunque según otro se produjo diez años antes. Según esta fuente, que puede ser más fidedigna, el 28 de octubre de 1653, el señor conde elige como primera abadesa a Juana de la Santísima Trinidad, en el siglo, Dª. Juana Fernández de Pacheco y de Portugal, natural de Escalona, hija de los Marqueses de Villena, nieta de los Infantes de Portugal y prima de los condes fundadores, que había profesado en el Convento de las Descalzas Reales de Madrid, en el año 1617.


Retablo del altar mayor, obra de Churriguera, destruido en el año 1936.

La fundación, bajo la advocación de Nuestra Señora de la Concepción, fue dotada para treinta y tres religiosas, reservándose el conde el derecho de presentación de doce de ellas.
En el año 1752 había en el Monasterio veintisiete religiosas de velo negro.
Arquitectónicamente, el convento es de traza barroca, con muros de ladrillos y de mampostería cajeada. La puerta de entrada a la iglesia está en uno de los costados con portada adintelada de piedra, con una hornacina de ladrillos y escudo de los Condes. Este escudo se vuelve a repetir sobre la entrada a la clausura desde el patio.
El primero de estos escudos es de mármol, y al estar totalmente a la intemperie, está en un deficiente estado de conservación. La corona que hay sobre el escudo está rota y los relieves bastante desgastados. El segundo, al estar al resguardo bajo un tejadillo, y ser de piedra, está en mucho mejor estado de conservación.

Restos de las estatuas de los condes y lápida mortuoria del Conde Francisco Fausto

Durante siglos, el convento fue dotado de valiosas obras de arte.  Tuvo un precioso retablo churrigueresco, del que aún se conserva una fotografía, en cuyo centro había un cuadro de la Inmaculada, obra de Francisco de Rizi, (También atribuido a Lucas Jordán) que fue incendiado y destruido en la guerra civil del año 1936, junto con otras obras de gran valor, como lienzos, una rica colección de ternos del siglo XVI, valiosos vasos sagrados, relicarios, etc. etc. De este fuego se libró milagrosamente una tabla que era la puerta del Tabernáculo, pintada por Alonso del Arco, que representa al “Buen Pastor”.  Algunas de las obras de arte que se salvaron en el incendio las podemos admirar en la Exposición “Los Tesoros de la Clausura” que se exhibe actualmente en el convento.


Escudo condal de la entrada de la clausura en el patio.

Sin embargo, el convento se había librado de la destrucción tanto en la Guerra de Sucesión como en la Guerra de la Independencia.
En el Coro hay un mausoleo donde fue enterrado el Conde Fundador sobre el que hay otro escudo de la familia.  Existe una lápida semidestruida que deja constancia del enterramiento y hubo dos preciosas estatuas de mármol con la efigie de los fundadores, cuyos restos también se pueden ver en la exposición.
A este mausoleo fueron trasladados por orden de la Condesa de Chinchón doña María Teresa de Borbón y Vallábriga, los restos mortales de su hermano, Antonio María, que había muerto al poco de nacer, y que inicialmente había sido enterrado en la cripta de la Iglesia de la Piedad.

Mausoleo de los condes en el coro de la Iglesia con escudo condal de mármol encima.

Y después de visitar esta exposición, damos por terminada esta visita a Chinchón, donde hemos ido encontrando las huellas que aquí dejaron don Andrés de Cabrera y su esposa doña Beatriz de Bobadilla, Marqueses de Moya y primeros Señores de Chinchón.