sábado, 2 de noviembre de 2013

¡LOS TIEMPOS CAMBIAN QUE ES UNA BARBARIDAD!

Sólo cuando volvemos un poco la vista atrás y nos encontramos cómo eran las cosas hace poco más de medio siglo, nos damos cuenta de las grandes diferencias que hay con nuestro tiempo.


Y posiblemente sea en la cocina donde son más grandes estas diferencias. Ahora que tenemos a nuestra disposición tantas y tantas máquinas que nos ayudan en la cocina, nos llaman más la atención los utensilio que se utilizaban sólo hace unos años.


Estos eran las cantareras donde se almacenaba el agua para los usos domésticos. Se traía el agua de los manantiales o se sacaba de los pozos que había en las mismas casas.


El cogedor y la escoba, o sea, el actual aspirador, más trabajosos, pero menos ruidosos, desde luego.


La balanza. Ahora viene incluida en los robot de cocina, pero ahora no se ve y no se podrá exponer en un museo dentro de doscientos años.


El caldero de cobre. Es lo que ahora podría ser la hoya exprés, menos practico, pero más atractivo estéticamente.

 Sartenes y utensilios de cocina que ahora también pueden estar incluidas en un buen robot.


La alacena o más bien un armario de cocina donde guardar el menaje y las vajillas.


El fregadero, o sea, el antiguo lavavajillas.


La tinaja que mantenía el agua a una temperatura aceptable, o sea casi como un frigorífico.


Moldes de reposteria de estaño, una fuente de loza y un sifón de cristal, ahora para estos menesteres se utilizan otros materiales...


En calienta planchas que hacían la misma función de cualquier set de plancha actual. 


Esto tan bonito es un calentador. En el interior se ponían las brasas y con él se calentaban las sábanas de la cama (en invierno, claro) antes de acostarse. Era un buen invento.


Y para terminar uno de los elementos más odiados por las mujeres de antaño. El Tinajón. O sea donde las mujeres tenían que lavar la ropa en verano y en invierno, aunque entonces solían calentar un poco el agua. Ya casi nadie se acuerda del tinajón desde que llegaron las lavadoras.
FIN

Y con este reportaje termino la serie que he hecho en el Museo Etnológico de Chinchón. Quiero dar las gracias a Manuela Nieto e Isidoro Olivar por haberme dado toda clase de facilidades para realizar estos reportajes, y a Teresa García por sus indicaciones y asesoramientos. Muchas gracias.
Sólo me queda animaros a recorrer detenidamente el museo donde vais a encontrar retazos de vuestros recuerdos o vais a descubrir cómo se vivía antes, cuando la tecnología aún no nos había invadido. Posiblemente, seguro, ahora se vive mejor y con mayores comodidades, pero antes se vivía más tranquilo y nadie, o casi nadie, sabía qué era eso del estrés.
El Museo Etnológico "La Posada" está en la calle de Morata nº 5 de CHINCHÓN.