martes, 9 de octubre de 2012

LA MARCA “ESPAÑA”.


Ahora resulta que todos andamos muy preocupados por la marca “España”. Una carga de la policía, una manifestación de izquierdas, otra manifestación antiabortista, un partido de fútbol con gritos independentistas, todo, puede dañar esta marca.


Y posiblemente tienen razón los que se quejan de que es importante mantener la buena imagen de nuestra marca, pero...
En los tiempos de abundancia, que parecen ya periclitados, nos transformamos casi todos en nuevos ricos y nuestros hijos y nosotros mismos teníamos que vestir de “marca”, las empresas se gastaban enormes cantidades para publicitar su “marca”, y se convirtió en importante lo que sólo era circunstancial. El envoltorio, el logotipo, la imagen, era lo que realmente vendía. Lo de dentro, lo fundamental, lo importante, venía a ser casi lo de menos. Y poco a poco nos fuimos acostumbrando a recibir los mensajes publicitarios de los productos que nos querían vender y  no nos parábamos a pensar que lo que nos estaban diciendo, si no era una tontería, con seguridad, era mentira. 


¿O es que alguno de nosotros llegó a creerse que Coca Cola era la chispa de la vida?
Y la publicidad y la propaganda llegó también a la política, y los partidos políticos y el gobierno hicieron muy importantes inversiones en imagen para conseguir que “su marca” consiguiera un prestigio que no se correspondía con la realidad de la situación del partido, del gobierno o del estado.
Pero hay veces que no vale de nada querer mantener a ultranza una marca que todos saben lo que lleva dentro, y mucho menos en una sociedad de la información en que es imposible acallar a los que quieren opinar.
Posiblemente, para defender la marca “España” sería más eficaz cambiar las causas que motivan las protestas, en vez de criminalizar a los que las hacen. 



Y cuando Cristiano y Messi juegan como lo hicieron el el “derby”, logran que se hable más de sus goles que del separatismo; del que sólo hablarán los periodistas y políticos “interesados” en lo suyo, a los que poco a poco les vamos conociendo todos y, tarde o temprano, terminarán por desprestigiarse a sí mismo, si no les hacemos demasiado caso.