viernes, 26 de octubre de 2012

EL SILENCIO DE LOS CORDEROS.


Hacía mucho tiempo que mi amigo Elpidio no venía a visitarme. Está muy ocupado en sus “cosas”. Me confesó que está colaborando con no sé que organización, y le he notado mucho más reivindicativo y que se está radicalizando un poco. Me ha dejado este artículo para vosotros.


“Bertolt Brecht escribía en su obra 'La excepción y la regla': “Sobre todo examinen lo habitual. No acepten sin discusión las costumbres heredadas. Ante los hechos cotidianos no digan nunca “es natural”. En una época de confusión organizada, de desorden decretado, de arbitrariedad planificada y de humanidad deshumanizada nunca digan “es natural”. Para que todo pueda ser cambiado, reconozcan la regla como abuso. Y donde aparezca el abuso, pónganle remedio”.
También Coral Bravo, Doctora en Filología, decía en un artículo publicado hace unos días:  “Mantener las tradiciones por el simple hecho de serlo es tan absurdo y estúpido como pretender conservar la miseria por el hecho de haber sido frecuente y habitual”.

Y es que supone un gran esfuerzo alterar el curso de los acontecimientos. Es mucho más sencillo adaptarse a lo de siempre, aceptar lo “malo conocido”, no romper con lo que nos rodea, dejarse llevar por la costumbre.
Conozco a muchas personas bien pensantes que no se plantean la más mínima reacción contra cualquier abuso, aunque les incomode, porque eso supondría tener que cuestionarse una serie de valores establecidos y que han regido durante toda su vida. Sublevarse ahora sería tanto como tener que reconocer que han vivido en el error. 
Y el mensaje de aceptar como natural cualquier situación injusta, nos llega a diario desde el poder establecido. Y nos inculcan que hacer lo contrario, revelarse, nos podría llevar a situaciones desastrosas. Protestar es “romper la marca de España”.Convocar una manifestación es de “batasunos”.  Disentir de la interpretación tradicional de la historia, es romper España. Aceptar que hay soluciones diferentes para solucionar la crisis económica y reclamar que sus costes sean repartidos también entre los que más tienen, pueden asustar a los mercados y hacer que suba la prima de riesgo. 



Y muchos nos lo hemos llegado a creer. Y aceptamos dócilmente, como un rebaño de corderos, que no se ponga remedio a los abusos que nos rodean.
Es hora de cuestionarse casi todo, de no aceptar ciegamente lo que nos dicen. Basta de dogmatismos. Y dejemos de una vez de admitir como único argumento de que “los otros” son peores. Vamos, de una vez, a dejarnos de pajas y vigas en los ojos propios y ajenos, y a obligar a todos que se quiten cada cual la suya.






Nos dicen que en democracia hay un tiempo para hablar: en las urnas cada cuatro años y que entonces podremos rectificar si nos equivocamos en la votación anterior. Pero eso es un sofisma. Los que “mandan” en los partidos políticos - en todos - tienen medios suficientes para que la mayoría vote como ellos quieren; además cuatro años son demasiados para estar callados si los que ganaron las elecciones no cumplen sus promesas. Habrá que aguantar, pero, al menos, habrá que decirles que se están equivocando, protestar por sus excesos y por sus incumplimientos, decir que se equivocan, porque si no lo hacemos, se apropiarán de la mayoría silenciosa, precisamente porque no dice nada, porque no protesta, porque no se atreve a levantar la voz, porque no habla, porque guarda silencio... el silencio de los corderos camino del matadero”. 


- A este Elpidio, va a ser cosa de atarle corto.