jueves, 16 de agosto de 2012

GRANDES FIESTAS EN HONOR DE SAN ONOFRE. (Cuento)


Villapeñas de las Cabras, es un pequeño pueblecito perdido en el páramo. Dicen que es el pueblo más alejado de cualquier otro núcleo de población, y sus gentes, (no llegan a los cuatrocientos vecinos) viven de la agricultura, de la ganadería (diez vacas y poco más de cincuenta cabras) y últimamente de un turismo incipiente que nadie se explica ni entiende. 


Pero no os creáis, aunque es pequeño, es un pueblo con todas las de la ley. Incluso sus vecinos presumen de que el Rey, su señor, don Gumersindo XVIII le concedió el título de villa porque una noche se había perdido cazando lobos y tuvo que dormir en la cabaña de un pastor del pueblo que le dio cobijo sin saber de quien se trataba. 
Villapeñas de las Cabras tiene su ayuntamiento, su alcalde y dos concejales, todos del Movimiento Conservador Independiente de Villapeñas, más conocido como MCIV, un nombre muy rebuscado para que sus siglas indicasen que el pueblo fue fundado en el año 1104, según un documento que aun se conserva en el Ayuntamiento. 
Tambien, por supuesto, tiene una iglesia que en tiempos fue románica y que ahora es un refrito de órdenes arquitectónicos muy difícil de clasificar, y que durante los últimos ochenta años tuvo como párroco a don Asdrúbal, que murió a los ciento seis años al frente de su rebaño (de feligreses no de cabras).
Cuando se enteraron de su muerte en el obispado, acordaron enviar de párroco a don Angel Epifanio, un jóven de vocación tardía a quien le vendría muy bien un poco de calma en su vehemente y revolucionario afán apostólico.
El patrono del pueblo es San Onofre, que como todos sabéis, fue un ermitaño que de muy pequeño ingresó en un cenobio hasta que se marchó, siendo mayor, para vivir en solitario. La tradición relata que una luminaria le acompañó en el itinerario hacia lo que sería su ermita, que sólo comía dátiles y agua, que como vestimenta únicamente poseía sus propios cabellos y hojas de palma o hierbas del desierto entretejidas y sus biógrafos, puestos a exagerar, contaban que un ángel le daba pan a diario y los domingos también la comunión, (aunque lo del ángel y lo de la luminaria nunca se pudo comprobar), y con este modelo de vida logró sobrevivir durante 60 años en loor de santidad.
Cuando don Angel Epifanio llegó a Villapeñas (lo de las Cabras sólo se utilizaba ya en las comunicaciones oficiales) empezó a poner en práctica todas las reformas que había ido ideando en sus largos años de silencio y meditación en el Seminario. Lo primero que hizo fue mandar un escrito al Ayuntamiento para solicitarles que en lo sucesivo no utilizasen en vano el nombre de San Onofre para justificar las fiestas anuales del pueblo, porque estaba seguro que el santo no se iba a sentir honrado con la celebración de las verbenas, con los encierros de vaquillas ni con el lanzamiento de la cabra desde el campanario de la iglesia. 
Luego escribió otro oficio a la señora presidenta de la Cofradía de San Onofre en la que le comunicaba que a partir de este año se suprimía la procesión del Santo que recorría durante diez horas todas las calles y caminos vecinales del pueblo y proponía que los gastos que ocasionaba esta procesión en flores, velas y demás parafernalia se dedicasen a dar de comer a los más necesitados que con los tiempos que corrían iban subiendo también en este apartado pueblo del páramo castellano.
Tanto en el escrito al Ayuntamiento como en el dirigido a la Cofradía, proponía la celebración de una procesión de ofrendas al Santo en la que los vecinos harían entrega de su óbolo para remedio de los necesitados, y se atrevía a sugerir al Ayuntamiento que los dineros que se gastaban en las vaquillas de los encierros fuesen dedicados a las actividades sociales y culturales que tanto necesitaba el pueblo.
Como era de esperar, la reacción fue unánime y proporcional a la hecatombe que proponía el curita, que para más “inri” era algo tartaja y se había atrevido a quitarse la sotana, a la que todos estaban acostumbrados con don Asdrúbal.
El Movimiento Conservador Independiente de Villapeñas celebró una sesión plenaria en el salón de juntas del Ayuntamiento a la que asistieron todas las fuerzas vivas del pueblo, y la señora alcaldesa mostró su más enérgica repulsa por lo que ella calificó de “ingerencia de la iglesia en los asuntos consuetudinarios de la municipalidad” Se acordó hacer llegar al obispado una protesta formal y pedir “la remoción del osado sacerdote a otro lugar, donde sus ideas no contrastasen con las prístinas creencias de cristianos viejos de este pueblo que durante siglos ha vivido al amparo de su santo patrón San Onofre”.


El próximo día 12 de junio, se celebrarán las Fiestas Patronales de Villapeñas de las Cabras en honor de su Santo Patrono San Onofre, para las que la Corporación Municipal ha programado una verbena popular, cinco encierros de vaquillas, el lanzamiento de la cabra (el emblemático animal local) desde el campanario de la iglesia y en colaboración con don Edelmiro, el nuevo párroco, una solemne procesión en la que la imagen del Santo Patrono, montada en su carroza profusamente adornada de flores, recorrerá todas las calles y caminos vecinales del pueblo, que serán engalanados con banderitas de colores, y en la que la señora alcaldesa, las esposas de los concejales de la corporación municipal, la presidenta de la Cofradía y demás damas de pro de la villa, podrán lucir los vestidos comprados al efecto, durante las diez horas largas que dura la procesión.
(Nota del autor: Cualquier parecido con la realidad, como es obvio, es pura, pura, coincidencia)