martes, 10 de enero de 2012

¡QUIEN ME MANDA A MI METERME EN ESTOS CHARCOS! 1.


Cuando salí de mi tierra, volví la cara...

Un día me preguntaron por qué dedicaba tanto tiempo al blog del Eremita. La respuesta obvia era que porque lo tenía .-el tiempo, me refiero- también porque no se me ocurría nada mejor que hacer y porque me entretenía con ello.
Pasó el tiempo, casi ya cuatro años, y entre las cosas que iba publicando se me escapaban opiniones sobre temas que pasaban a mi lado. Temas que me interesaban, que me atañían, que me importaban, sobre los que me apetecía dar mi opinión, sobre todo cuando eran asuntos que afectaban a mi pueblo, al que he demostrado sobradamente, que me interesa y al que he dedicado mi tiempo, mi esfuerzo, mi estudio y mis iniciativas. 

Y ésto no gustaba a algunos que pensaban de forma distinta a la mía. Yo siempre manifesté mis opiniones con respeto y utilizando sutilmente la ironía y el humor, intentando no herir suceptibilidades, pero eso era demasiado para algunos que pensaban que si no estaba con ellos -es decir, si no compartía al cien por cien sus premisas- es que estaba contra ellos, y me acusaron de “darles caña”
Como podréis comprender, ésto me traía totalmente al fresco y más viniendo de quienes vienía, pero un día me pregunté lo que encabeza esta última entrada del blog, y me dije ¿Quién me manda a mí meterme en estos charcos?
Entonces me dí argumentos para continuar, sin dar tregua al desaliento. Durante este tiempo he difundido la historia de mi pueblo, he promocionado su industria y sus costumbres, he divulgado los actos culturales y recreativos que se han realizado en Chinchón. He dado a conocer a los paisanos que se habían distinguido por sus realizaciones en favor del arte, la cultura y el progreso, he puesto algunas notas de humor en el día a día para alegrar a los que me han seguido durante todo este tiempo. He aprovechado para divulgar mis escritos, mis fotografías y mis cuadros, ¿qué más podía pedir?


He recibido parabienes, ánimos, algunos insultos -pocos- y hasta alguna amenaza anónima que no influyó para nada en mi ánimo de continuar...
Pero me sigo preguntando lo de meterme en estos charcos... y como estamos en invierno y hace frío, a mis años no es sano mojarse los piés; por lo que, he pensado, como diría un francés, deciros: ¡Au revoir!. es decir: ¡Hasta la vista!


Dejo mi desierto...


Buscando nuevos horizontes...

Y es que hoy soy un poco más mayor... y estoy algo cansado...
(Continuará...)