viernes, 25 de marzo de 2011

DOÑA ERNESTINA, LA VIUDA DEL NOTARIO. UN CUENTO EN 3 ENTREGAS


V


La noticia corrió por todo el pueblo como un reguero de pólvora. La guardia civil llevaba esposado al hijo mayor de la Genuina; le acusaban de todo lo que había ocurrido en casa del notario.
El Comandante de la Guardia Civil se personó en casa de la viuda para darle toda la información. La verdad es que habían tenido mucha suerte. En la comandancia se había tenido noticia de una multa de tráfico por exceso de velocidad de un coche matrícula de Madrid, que circulaba por la carretera comarcal a pocos kilómetros del pueblo. El conductor era el sobrino mayor de don Pedro. En un principio no había suscitado ninguna sospecha, pero cuando el guardia que había puesto la multa indicó que viajaba con el chico de la señora Genuina, empezó a cobrar cuerpo la teoría de que todo esto debería de ser obra de màs de una persona.
Ella había informado que hacía más de un año que no veía a los sobrinos de su marido y uno de ellos había estado por allí y en vez de irla a visitarla se entrevistaba en secreto con un vecino de la casa.
Por otro lado, habían recibido los análisis definitivos de la Facultad de Veterinaria y certificaban que la muerte del perro había sido motivada por un veneno muy potente y dificil de descubrir y que además no era posible adquirirlo en el pueblo.
Pensaron que había suficientes indicios para interrogar al muchacho quien no tardó en confesar abiertamente.
Todo el plan había sido urdido por el sobrino con la intención de que su tía fuese declarada incapaz y así poder administrar los bienes de la familia lo que solucionaría su maltrecha economía.
El plan tenía sentido. La fama de excéntrica de la viuda , su conocida afición por los libros de intriga y fantasía y su puritanismo eran las condiciones idóneas para que su plan tuviese éxito. Consistía en simular primero el intento de un vulgar robo, con ello se estimularía la imaginación de la viuda que empezaría a fantasear buscando al culpable. Después iban a introducir la idea ilógica de unas cartas de amor de un desconocido que sin duda iban a causar desasosiego y morbo en su mente puritana y reprimida. Las cartas habían sido escritas por su sobrino, efectivamente con la mano izquierda y en papel que había sido comprado en el pueblo por su cómplice.
Lo de la muerte del perro no estaba previsto en un principio, porque habían pensado que podría ser sustituído pero después decidieron hacerlo para trabajar más tranquilos sin su presencia.
Esperaba que con todas las contradictorias pistas que iban dejando se llegase a pensar que todo eran lucubraciones de la mente desquiciada de la viuda. Y para final había dejado lo que ellos consideraban su toque maestro. La simulación de un ataque sexual que debería de quedar interrumpido sin causa aparente para que nadie diese crédito a la versión que ella contase. La primera parte del plan había salido perfecta con el desvanecimiento de la hermana mayor. Todo trascurría según lo previsto hasta que el agresor, simulando que había oído unos ruidos, tenía que salir huyendo de la habitación. Lo que no había previsto es la actitud ilógica de la mujer de querer retener a su agresor, lo que motivó que al intentar desasirse la golpease accidentalmente con el bastón en la frente, dejando así un rastro demasiado evidente de su visita y que invalidaba prácticamente todo su plan.
El policía advirtió a la mujer con una cierta severidad que la ocultación por su parte de lo que verdaderamente ocurrió podía haber contribuido al éxito de los malhechores, puesto que cada vez eran más ilógicos los hechos que ocurrian y estaban empezando a pensar que todos podian ser imaginaciones suyas.
- Pero hay una cosa que no llego a comprender. ¿ Cómo podían entrar a la casa si es casi una fortaleza ?
- Pues porque como en casi todas las fortalezas, aquí también hay una poterna. Al fondo del molino , medio tapada por unos aperos de labranza, unos sacos rotos y telas de araña hay una pequeña puerta que en tiempos sirvió para acceder a una habitación secreta donde se escondía el trigo y la harina que después vendían de contrabando. Aquella habitación se adjudicó a la casa del vecino cuando fue dividida esta casa y nadie se acordó de la puerta. Tan solo su sobrino cuando pasaba aquí las vacaciones de verano la descubrió y pasado el tiempo le dió la idea para urdir toda esta trama.

 

VI


Su buen comportamiento hizo que en sólo unos meses el hijo de su vecina volviese a pasear por delante del amplio mirador. Detrás de los visillos ella no podía evitar observarle.
Desde hacía tiempo había dejado la lectura de libros de misterio y se estaba aficionando a las novelas galantes que también tenían una importante representación en su biblioteca.
Sus vestidos iban adquiriendo tonalidades más alegres y decidió hacer caso al señor cura y empezó a colaborar en las actividades de la parroquia y a integrarse en la vida social del pueblo, ante el asombro de la mayoría de sus convecinos que iban comprobando que la viuda del señor notario era más simpática y agradable de lo que ellos pensaban.
Aquel año, por Navidades, envió un expléndido regalo a todos los sobrinos de su difunto, incluso al mayor, al que ya había perdonado todo lo ocurrido.
Eloisa no podía creerselo, había días que la sorprendía cantando mientras regaba las flores del jardín.

FIN

¡Y ESTE CUENTO SE ACABÓ!
Espero que os haya gustado