sábado, 25 de diciembre de 2010

¡¡¡Y HOY ES NAVIDAD...!!!


Siguiendo la tradición de los belenes en Chinchón, os presento el Nacimiento Barroco que han realizado en la Ermita de la Misericordia, utilizando la imagen de la Virgen titular. Obra de Miguel Angel Laguna Villalobos.



Tambien el belén montado en la Fuentearriba.
Con ellos quiero conmemorar este día de fiesta que nos retrotrae a las épocas ya lejanas de nuestra niñez.
¡FELIZ NAVIDAD A TODOS!

Y MAÑANA:
GRAN CONCIERTO DE NAVIDAD
DEL CORO PARROQUIAL.
Mañana domingo, a las 13 horas, en la Parroquia de Nuestra Señora de la Asuncion de Chinchon,
tendra lugar el ya tradicional
CONCIERTO DE NAVIDAD.

viernes, 24 de diciembre de 2010

jueves, 23 de diciembre de 2010

FELICITACION DE UN AMIGO.

Durante estos dias estoy recibiendo, como me figuro que todos, muchas felicitaciones de amigos y conocidos.
Hoy he recibido una muy sencilla, pero que he agradecido mucho por lo que me dice, y por venir de quien viene: un amigo, con el que comparto la aficion de la escritura, la historia y el mundo virtual de los blogs.
Me envia una postal de la Biblioteca Nacional que dice:

Y despues, me escribe:
"¡Felices Fiestas!
Ya no hay serenos, tan necesarios, pero sigue habiendo gente como tú, que a través de la escritura y de la imagen, nos mantienen despiertos frente al olvido.
Felices Fiestas, Manolo, a ti y a todos los tuyos."

Como me ha gustado, quiero compartirla con todos vosotros. 

ANUNCIO

El Roto en el Pais de hoy.

miércoles, 22 de diciembre de 2010

UNA RECETA TRADICIONAL PARA LA NOCHEBUENA.


Ya he comentado en otras ocasiones que la gastronomía tradicional de Chinchón se fundamentaba en los productos de temporada y estaba influída por las fiestas y celebraciones a lo largo del año. Lógicamente las Navidades eras unas de esas fiestas que siempre han tenido una clara influencia en nuestra gastronomía y, posiblemente, el plato que caracterizaba a la Nochebuena era el “Pollo en pepitoria”.

Durante todo el año se iba cebando un gallo que campaba a sus anchas por el corral hasta que llegaban estos días. Con los menudillos se hacía el arroz del día de Navidad.
Esta es la receta recopilada por Tanci de las Heras, y que figura en el libro “La Cocina tradicional en Chinchón”, publicado el año 2008.


POLLO EN PEPITORIA

Ingredientes:
250 gramos de pollo por persona.
Un vaso de vino blanco
Unas ramitas de perejil
Una cucharada de postre de harina tostada
Unos granos de pimienta negra
Una cabeza de ajos
Diez almendras crudas
Dos yemas de huevo
Sal
Tres o cuatro hebritas de azafrán
Aceite


Elaboración:


Se parte el pollo en trozos pequeños, se lava y se sala al gusto.
Se cubre de aceite el fondo de una sartén y se va friendo el pollo con unos dientes de ajo, por tandas y sin dejar que se dore.
Se pone en una olla todo el pollo con el aceite en el que se ha frito y se añaden el vino blanco, el perejil, la harina, las almendras picadas y los granos de pimienta negra. Se cubre de agua.
Se machacan en un mortero tres dientes de ajo crudos y unas ramas de perejil.
Se añaden a la olla los ajos y el perejil machacados y el azafrán, se le da el punto de sal y se pone a cocer. Se cuece durante 60 minutos aproximadamente en olla tradicional a fuego lento o durante 20 minutos en olla a presión.
Una vez cocido y antes de servir, se separa salsa en una taza y se diluyen dos yemas de huevo en ella. Se incorpora la mezcla al resto de la salsa de la pepitoria, sin dejar de remover para que se mezcle bien.
Se sirve muy caliente.

Nota: He puesto hoy la receta para que podáis comprar los ingredientes, si lo queréis hacer para la Nochebuena.

 

¡BUEN PROVECHO!

martes, 21 de diciembre de 2010

VIEJO

Dice el diccionario de la Real Academia Española que viejo es el que tiene muchos años. Pero, ¿que se entiende por “muchos”? Eso ya es relativo. Para un niño, a partir de los veinte. Para un joven, desde los cuarenta. Para el que ya frisa en los sesenta, a partir de los ochenta. Para uno de ochenta, pasando de los noventa. Para el de noventa... ya no se preocupa de estas cosas.
Claro que no es lo mismo ser viejo que estar viejo. El segundo caso es el que tiene aspecto poco joven, del que se suele decir que “está muy viejo para sus años”. También se dice que está viejo el que parece antiguo o parece de tiempos pasados. Se dice de algo que está viejo cuando está deslucido o estropeado por el uso, aunque también hay que distinguir entre viejo y antiguo, sobre todo cuando se habla de muebles y obras de arte.
Los jóvenes suelen hablar de “sus viejos” aunque sus padres no pasen de los cuarenta, y el llamar viejo a una persona puede tener un cierto matiz positivo, cuando equivale a “sabio”, pues ya se sabe que “el diablo más sabe por viejo que por diablo”.
Se suele decir que algo es “tan viejo como la tos”, y existen multitud de sinónimos, como vetusto, anticuado, astroso, cacharro, carroza, chatarra, cuadro, descatalogado, desmantelado, jubilado, longevo, prehistórico, provecto, remiendo y trasto, entre otros muchos.
Tambien se utiliza como apelativo para dirigirse a la madre, al padre, a la esposa, al esposo o entre amigos. Hay tiendas de viejo, donde se venden artículos de segunda mano, artesanos de viejo que efectúan reparaciones de ropa, zapatos, etc. Librerías de viejo donde puedes encontrar verdaderas joyas. También hay viejas glorias, cristianos viejos, puedes hacer la cuenta de la vieja, celebrar la Noche Vieja, leer el Viejo Testamento, y comer “ropa vieja” que es una forma de aprovechar las sobras del cocido. Y desde luego, siempre, tienes que tener mucho cuidado si te encuentras con un perro viejo.
Ahora está de moda recibir “correos” de amigos de, más o menos, tu edad que hablan de las excelencias de la “edad dorada” y otros apelativos igual de ñoños. A mí me recuerdan aquella película dirigida por Manuel Gómez Pereira y protagonizada por Verónica Forqué, Jorge Sanz, Rosa María Sardá, titulada “¿Por qué lo llaman amor cuando quieren decir sexo?”; pues eso, ¿Por qué lo llaman edad dorada cuando quieren decir vejez?

Por supuesto que ha habido y hay muchos hombres que han seguido haciendo obras extraordinarias siendo viejos. A mí me gustaría poder emularles y en eso pongo todo mi esfuerzo. Pero no tengo ningún reparo en aceptar la edad que tengo, ni necesito usar ningún eufemismo para definir mi situación vital.
No me importa decir que soy viejo, pero desde luego no estoy viejo... aunque las cuestas de Chinchón cada día están más empinadas, tengo que recatarme con la comida, hace mucho tiempo que dejé de correr los cien metros libres, y ya casi ningún desconocido me llama de “tú”.
Y cuando sea mayor (más) me gustaría parecerme a Eduardo Carretero, que anda ya viviendo los noventa y uno y sigue con la misma ilusión trabajando en su taller de escultor de Chinchón.

lunes, 20 de diciembre de 2010

ORGULLO.

No es lo mismo ser orgulloso que estar orgulloso. Lo primero supone una excesiva estimación del propio valer y lo segundo se podría decir que es un sentimiento legítimo de satisfacción por lo que se ha conseguido.



De forma coloquial, ser orgulloso tiene un cierto matiz peyorativo; en cambio, estar orgulloso presupone para el sujeto un esfuerzo anterior realizado para haber conseguido lo que ahora le hacer enorgullecerse.


Sin embargo, muchas veces, no se tienen en cuenta estas sutiles matizaciones. y vemos cómo hay quien se siente orgulloso de ser gay, de ser facha, de ser de Madrid, de ser negro, de tener el “rh” negativo, y de no sé cuantas cosas más; para lo que los “orgullosos” no han tenido que hacer ningún esfuerzo personal.

La mayoría también se sentirían orgullosos, en otras circunstancias, de ser heteroxesual, ser rojo, de Barcelona, ser mestizo o de tener un “rh” positivo.


Entiendo que uno pueda sentirse orgulloso por ganar el Premio Nobel, ser campeón mundial de formula uno, dar de comer todos los días a su familia, llegar a mayor siendo una persona honrada y ser eficiente y eficaz en su trabajo, por ejemplo.

Me cuesta más trabajo admitir que alguien se sienta orgulloso por haber nacido en España en vez de en Senegal, por medir más de dos metros, tener la piel blanca, ser del Atlético de Madrid, de que sus antepasados fueran hijosdalgos, por ser admiradores de Benito Musolini o por creer en Ala, Baal, Buda o Jesucristo.
Y no entiendo que haya que dedicar un día a cualquiera de estos orgullos, como tampoco entiendo que nadie se deba avergonzar de lo que es, aunque algunos sí deberían avergonzarse de lo que han llegado a ser.


Más bien pienso que, en el fondo, los que necesitan proclamar estas clases de orgullo, buscan una autoafirmación porque no están demasiado seguros de su identidad.

domingo, 19 de diciembre de 2010

UNA CASA CON ENCANTO.


Inexorablemente, desde muy pequeña, se habían cumplido todos sus deseos. Siempre había conseguido todo lo que deseaba; a veces, pensaba que esto no podía ser bueno y llegaba a tener miedo, porque algún día se podría terminar la suerte. Sin embargo, había recibido una educación ecléptica y racional, que desdeñaba las supersticiones. Se doctoró en ciencias exactas y, todavía en la Facultad, se enamoró de Javier, quien además de correspoder a su amor era el heredero de una importante fortuna. Se casaron y, para satisfacer su último capricho personal, les construyeron una casa en medio de un paraje paradisíaco, propiedad de los antepasados de su marido.
Era una mansión funcional, diseñada por un arquitecto australiano de prestigio mundial, en la que primaba la luminosidad, para lo cual todas las paredes exteriores eran de cristal, con cédulas fotocromáticas que regulaban la luz para iluminar todas las habitaciones y permitían hacer sorprendentes juegos de colores. La casa, que tenía seiscientos metros cuadrados en dos plantas, era el epicentro de un jardín de cinco mil metros, rodeado por una verja dotada de sofisticados sistemas de seguridad que hacían imposible su violación. Se habían respetado las acacias centenarias, que ponían un contrapunto natural a la concepción geométrica de toda la edificación. Una pradera artificial cubría de verde toda la superficie surcada por varios caminos de piedra que unían la casa con la piscina y la pista de batmington.
Había pedido una excedencia en la Cátedra de la Universidad para disfrutar de su nuevo estado. Pasaba casi todo el día en casa donde iba recibiendo a todas sus amistades que no se cansaban de alabar el buen gusto con que había decorado la casa. Una decoración minimalista, en la que sobresalían los blancos, rojos, azules y negros, que se correspondía con el espíritu racional y empírico de los propietarios.
Todas las mañanas desayunaba con Javier en el jardín, bajo una de las acacias donde se había colocado una sillería de bambú importada directamente de Indonesia. Pasaba largas horas en la biblioteca donde su marido había trasladado la mayor parte de los ejemplares de los fondos de su familia. El resto del día lo empleaba en experimentar las nuevas tendencias culinarias, pues era gran aficionada a la cocina de diseño, hacer deporte y cuidar su imagen. Los trabajos de limpieza los hacía Imelda, una jovencita filipina que habían contratado como empleada de hogar.
Poco después empezó a notar algo raro. Algo que no podía ni se atrevía a explicitar. Primero fue un malestar general y frecuentes dolores de cabeza. Después, esporádicos episodios depresivos, incluso llegaba a sufrir inesperadas subidas de fiebre que la obligaban, muchas veces, a guardar cama. Siempre había sido una mujer fuerte y saludable y todos pensaron que podría tratarse de los primeros síntomas de un esperado embarazo.
La joven filipina fue la primera en darse cuenta de su estado. Casi eran de la misma edad y habían llegado a congeniar.
- Señorita, lo que tiene es mal de ojo...
- No digas tonterías, Imelda. Yo no creo en esas cosas.
- Usted no creerá, pero exite. Alguna amiga se lo habrá echado... Yo he visto cómo algunas se consumían de envidia cuando visitaban la casa... en mi país...
- Que no, que lo que me pasa tiene una explicación más racional... Será que me han bajado las defensas, o tendré algo de anemia por mi régimen... o puedo estar embarazada...
Eso era lo que había pensado Javier, quien empezó a preocuparse cuando un análisis descartó esta posibilidad.
-Usted puede decir lo que quiera, pero yo voy a empezar unos sortilegios que en mi país dan muy buenos resultados... en unos días, estará mucho mejor....
Aunque ella no lo podía admitir, mejoró en los días siguientes. Y le dió por pensar cual de sus amigas le podía haber hecho esto.
Javier se rió divertido del remedio de Imelda y pensó que la causa real de los males de su esposa no era otro que el cambio tan radical de vida que había tenido y el enclaustramiento que se había impuesto. La solución era, sin duda, un pequeño viaje. Después de una semana por la Rivera Sacra, volvió totalmente recuperada.

Pasado un mes, ni los sortilegios de la filipina, ni las pastillas que había recetado el médico de la familia, ni los mimos de su marido, ni los cuidados de su madre que se había trasladado a casa para cuidarla, lograban paliar su malestar que a veces llegaba a provocar convulsiones y espasmos violentos. Los análisis no detectaban ninguna causa que pudiese justificar este cuadro clínico tan alarmante.
La madre, que no compartía el agnosticismo de su hija, llegó a pensar que podría tratarse de alguna clase de posesión del maligno y habló con el cura de su parroquia, quien se ofreció para visitarla y así poder hacer un diagnóstico más preciso.
- He hablado con el párroco, él no piensa que puedas estar poseída, pero que si tu quieres puede venir a visitarte...
- ¡De ninguna manera!... ¿Te has vuelto loca? ¡Hasta ahí podíamos llegar! Como vuelvas a decir algo por el estilo no entras más en esta casa...
- Perdona, hija... pero esto es muy raro... los análisis dicen que todo está bien... y tú cada día estas peor... Una vecina me ha dicho que un curandero había solucionado un caso similar a la hija de una prima suya del pueblo... ¿Si quieres...?
- ¡Que no, mamá, que no!... Que te dejes de supersticiones y de tonterías... Ya se me pasará...
Javier que no podía admitir la existencia de ninguna causa paranormal, recordó, sin embargo que, cuando era pequeño, le habían hablado de una tia abuela suya que había enloquecido cuando vivía en un viejo caserón que hubo en el mismo sitio donde ahora habían construído su casa. Se llegó a comentar que a veces se veía volar su espíritu sobre las ramas de las acacias. Él no lo podía admitir, pero llegó a pensar que la casa estaba embrujada.
Tuvieron que internarla en un hospital. En pocos días y sin más tratamiento que una alimentación sana y algunas pastillas para paliar los síntomas de su estado, se había recuperado. No se atrevieron a volver a la casa y se instalaron en el ala de invitados de la mansión familiar.
Ella estaba curada pero nadie había encontrado la causa de sus males. Se encargó un pormenorizado informe a un prestigioso gabinete pluridisciplinar, que en tres meses redactó sus conclusiones. La conjunción de varios de los materiales utilizados en la construcción de la casa , como el amianto, los polímeros, el vidrio y el acero, producían unos efectos nocivos en algunas personas de naturaleza sensible. Efectos que se estaban empezando a detectar en diversos edificios modernos de las grandes capitales.
Ahora ya no había ninguna duda, la casa encantadora no estaba encantada; simplemente era, lo que ahora se llamaba, un edificio enfermo. El arquitecto de fama internacional tuvo que volar desde Sidney para hacerse cargo, personalmente, de su “curación”.
Mientras tanto, la casa sigue siendo la admiración de todos los que visitan el paradisíaco lugar, cuando los rayos del sol, a la caída de la tarde, tiñen sus paredes con los rojos brillantes del ocaso que se van apagando hasta llegar al azul plateado cuando la luna se refleja en sus cristales.