domingo, 20 de junio de 2010

“LA ELEGANCIA SOCIAL DEL REGALO”

No sé cuando se empezó a emplear; ni estoy seguro si fue idea de los publicistas del Corte Inglés; pero debió ser sobre los años sesenta del siglo pasado, cuando se puso de moda el “slogan” con el que abro esta entrada.
Claro que antes existía un refrán que ilustraba mejor eso de los regalos: “Quien regala, bien vende”, aunque el refrán tenía una segunda parte: “Si el que lo recibe, lo entiende”.
Pero eso de los regalos ha llegado en nuestros días, como muchas cosas más, a un verdadero desmadre. Ahora ya no se mira aquello de “la elegancia social” y se regala por otras muy diversas causas.
Nos ofrecen regalos “varios” los bancos y las cajas, nos quieren “regalar llamadas gratis” los operadores telefónicos, las agencias de viajes nos regalan maletas; los restaurantes nos regalan “viajes de novios”, los fabricantes de lavadoras nos regalan “jamones” y “viajes”, los “gurtel” regalan trajes y bolsos, y te llaman por teléfono de cualquier empresa queriéndote “regalar” cosas muy varipintas.
A mí no me gusta que me hagan regalos, me gusta, algo más, regalar. Pero me gusta regalar cosas personales a los amigos, y siempre no esperando nada a cambio. En la Navidad de hace ya bastantes años puse en un aprieto a mis hijos cuando les pedí un “regalo” que no debía sobrepasar el precio de “Cien pesetas”. Al final todos me regalaron algo y todos los regalos fueron importantes porque habían tenido que pensar en mí para hacérmelo. Esos regalos me gustaron un poco más.
Y es que la mayoría de los regalos, o son una estafa o pretenden “comprarte” con algún favor, al que tienes que corresponder, y ahí no tiene mucho que ver “la elegancia social del regalo”, sino más bien el inicio de una corrupción, más o menos pequeña, a la medida de cada uno.
Luego están los regalos de cumpleaños, de primera comunión (a los que hicen mencion hace unos días), de bautizos y de bodas. Si tienen una familia larga, si tus hijos van a un colegio en clases de más de treinta alumnos, si tienes muchos amigos con hijos casaderos o tu familia es prolífica, échate a temblar, porque tu presupuesto de regalos seguro que se dispara.
La verdad es que a estas alturas ya no sé si no me gustan los regalos o es que no me importa tener elegancia social.
Pero si no tienes más remedio que hacer un regalo, puedes regalar un libro.