domingo, 27 de junio de 2010

LA BODA.XIV. FIN DE LA PRIMERA ENTREGA.

Capítulo XVI - La celebración.


Habían empezado a caer unas gotas y con ellas había llegado también, el primer atasco de la temporada y aunque, la verdad, no había demasiada prisa por llegar al restaurante, ya que la cena no empezaba hasta las nueve de la noche, todos nuestros invitados se lanzaron con sus coches como si se tratase de ganar el Granada-Dakar en vez de simplemente llegar a los Salones "Lord Chesterfield".
La Dirección del local, había dado órdenes para que los salones no se abriesen hasta las ocho y media y cuando los invitados encontraron aparcamiento en los alrededores, iniciaron el largo peregrinar para encontrar un sitio donde sentarse en las cafeterias de los alrededores.
- Santiago, hijo, habla con el gerente del Salón para que deje entrar, por lo menos a la abuela Federica, que ya no se tiene de pié con los zapatos nuevos que ha estrenado.
- ¡ Ven abuelo, que en el bar de ahí enfrente hemos encontrado una silla para que descanses !
- Carmencita, ¿te vas a venir a la discoteca con nosotros esta noche ?
Mientras tanto, los novios estaban en el estudio del fotógrado para hacerse las fotos de rigor.
- Tu, Pepito, de pie detrás de ella, pero un poco inclinado, y cuidando no tropezarle el velo... Así, así... ¡no! ... un poquito más atrás.... así... un momento... ¡vale!..
- Mati, preciosa, humedécete los labios ... inclina la cabeza hacia tu derecha... mira hacia la izquierda... pero cuidando de no ponerte vizca... un momento... ¡preciosa!
- Y ahora también una foto de la madrina... No, no se quite la pamela, sólo ladearla ligéramente...
- Papá, no seas así, yo quiero también una foto contigo... para tener un recuerdo de este día maravilloso , que me has preparado...
- Vd, mire a su hija... !ponga un cara más alegre..! su mano derecha en la cintura de la novia... Va a quedar muy bonita... ¡ Ya !
Luego vinieron las del grupo, el novio y la madrina, la novia delante de un telón que simulaba un paisaje romántico con castillo al fondo, varios primeros planos de Mati con ramo de flores, con un cirio y unas sombras reflejadas en una pantalla simulando una ventana ojival... todo ello bajo la supervisión de Estanislao que seguía vestido con su traje gris...
Cuando los novios y los padrinos se acercaban a los salones, eran las nueve menos cuarto, ya se había producido la "invasión", tambien conocida como "toma de la mesilla" de los invitados. No se sabe muy bien cómo, pero a los tres minutos y quince segundo de haberse abierto las puertas del establecimiento, el setenta y tres coma doce por ciento de las sillas estaban reclinadas sobre las mesas en señal de reserva.
Los abuelos y personas mayores habían sido los primeros en ocupar sus puestos, mientras los demás invitados intentaban encontrar el sitio que les había reservado esa prima que siempre se las ingenia para llegar la primera a todos sitios, y aprovechaban para saludar a los conocidos que no habían visto en la Iglesia.
- ¿Pero es esta Romualdita?, Si está ya hecha una mujer, dame un beso preciosa...
Y la pobre Romualdita ,que tenía la cara a juego con el nombre, besaba, no con demasiado entusiasmo, a su tia número treinta y cinco...
- Mira Araceli, da la enhorabuena a Margarita. ¡ Qué alegria , cuando en la puerta de la Iglesia he podido dar un abrazo a tu marido.!.. que por cierto, me ha parecido que está algo débil...
- Gracias Eustaquio. A tí , en cambio, te veo tan fuerte como siempre...
- Lo siento, pero estas sillas están reservadas...
- ¿No les importaría correrse todos un puesto a la derecha y así se pueden sentar estos dos señores con su niña..?
- Por favor, camarero, somos catorce, ¿ nos podria montar una mesa para nosotros?
El maitre y los camareros, poniendo en practica todos los conocimientos adquiridos en un cursillo de diplomacia internacional ,que les ha pagado la empresa , impartido por la Escuela Internacional de Nuevos Negocios - La B.I.N.S. según sus iniciales en inglés - van logrando acomodar a todos los invitados con la inestimable colaboración de Pepe que ha logrado sentar al Concejal de Abastos y señora junto al Presidente de la Asociación de Comerciantes del Mercado - Adolfo el Pescadero - que gracias a un tratamiento de desodorización ideado por su mujer y que había podido poner en práctica durante los últimos siete dias, porque estaba de vacaciones, había logrado que sólo se descubriese su profesión si te acercabas a menos de diez centímetros.
El coktail de bienvenida se había suprimido, a propuesta de Inocente, con lo que el precio del cubierto se había reducido en diez euros por persona. Eran las nueve en punto de la noche, los invitados ocupaban sus sitios tan laboriosamente conseguidos, las luces del salón se apagaron y entre los acordes de la marcha nupcial, precedidos por el maitre que oficiaba de maestro de ceremonias, entraron los novios, seguidos por los padrinos, hecho que fue acogido con una gran ovación de todos los asistentes, cual si Alfredo Kraus hubiese terminado de interpretar "La donna e móvile".
Se había colocado una cinta con los colores de la bandera nacional al final de las escaleras que accedian al salón. Allí se pararon los novios y padrinos y un camarero se acercó portando una bandeja con cuatro copas de cava para que los protagonistas brindaran con los asistentes; brindis que no pudo ser correspondido porque aún no se había servido ninguna clase de bebida en las mesas.
Entregaron a continuación unas tijeras a la novia, quien procedió a cortar la cinta y a invitación del maestro de ceremonias, entregar un trocito de la misma a la madrina que lo guardó en su bolso, mientras las ovaciones de los invitados se iban diluyendo con los últimos acordes musicales...
En la mesa presidencial sólo estaban los novios y los padres. Se había decidido que los abuelos estaban mejor en las mesas con el resto de los familiares, aunque la abuela Federica protestó enérgicamente por lo que consideraba una discriminación intolerable después de haberle hecho tan buen regalo a su nieta. La verdad es que su intención era regalarle veinte euros, pero Margarita la convenció de que lo menos que tenía que darle eran trescientos... lo que aún no había logrado digerir, porque en su boda el mayor regalo fueron diez reales...
A una leve indicación del maitre una legión de camareros ataviados con casaca roja con adornos dorados al estilo prusiano inicaron una vertiginosa carrera de velocidad primero con botellas de distintas bebidas, después con los entrantes frios y calientes, a continuación retirando los platos ya usados, para seguir con grandes fuentes de acero inoxidable repletas de lubina con salsa verde que iban sirviendo en los platos acompañándola de dos almejas y media docena de angulas por persona. Es de admirar la precisión de estos profesionales que según las estadísticas su margen de error al contar las angulas está en un dos por mil y eso si el número de comensales sobrepasa las dos centenas, porque si no se llega a esa cifra el margen se reduce a sólo un uno por mil.
Cuando la mayoria de los invitados luchaba por "pescar" la última angula que siempre se escondía entre las conchas de una de las almejas, hicieron aparición un grupo de la "Tuna Universitaria de Farmacia" - aunque ninguno de sus componentes habían pisado en su vida por una Facultad, que cantando "Clavelitos" se colocaron detrás de los novios, para continuar después recorriendo todas las mesas mientras interpretaban todo su repertorio y el de la pandereta recogía las "voluntarias" propinas de los invitados.
En el presupuesto de las fotografias tambien entraba un video y nuestro amigo "Tanis" fue recorriendo todas las mesas recogiendo para la posteridad los primeros planos de todos los invitados que cuando les iban a enfocar la cámara aprovechaban para limpiarse con la servilleta para disimular, fingían que no se daban cuenta o saludaban abiertamente al objetivo, como los aficionados cuando les enfocan las cámaras de la Televisión en un partido de futbol.
Los de la casaca roja al estilo prusiano habían retirado ya el plato y los cubiertos del pescado; de pronto se apagaron todas las luces del salòn y empezó a sonar la "Danza del Fuego" de Manuel de Falla. Una hilera de camareros blandiendo en su mano diestra un sable en el que iba ensartada, flambeándose, una codorniz como si fuera una antorcha, irrumpió entre los asombrados comensales que veían cómo el ave pasaba del sable a su plato gracias a la ya más que probada destreza de esos profesionales que habían cambiado sus anteriores casacas por unos chalecos de cazador adornados por unas cananas con cartuchos y todo.
Era innegable el efecto teatral que se conseguía y gracias a la poca luz, casi nadie advertía hasta el día siguiente, las machas de grasa en las chaquetas de ellos y en los vestidos recien estrenado de ellas. Decían las malas lenguas que esta Cadena de Restaurantes había firmado un contrato de mutua colaboración con otra importante Cadena de tintorerias, por la que obtenía significados descuentos en los servicios que ésta les prestaba.
- ¡Que se besen los novios!
Como no podía faltar se inició la consabida demostración de mal gusto en la que pujaban - en un reñidísimo mano a mano - Julito, el amigo del novio y Eustaquio, el tío de la novia, el que abrazaba como un oso...
- ¡ Pepito...le - van - ta - té.... da un beso a tu sue-gro y sien- ta -té !
Margarita tuvo que sujetar a su marido por debajo de la mesa porque le estaba leyendo los pensamientos
- Lo del abrazo en la puerta de la Iglesia... pase... Pero ésto...
Un nuevo apagón de luz borró sus aviesas intenciones y del techo, cual fuente multicolor iba descendiendo lenta y profusamente iluminada una tarta de cinco pisos coronada por dos muñequitos vestidos de novios.
El omnipresente maitre ya había aprovisionado a los novios de una espada en cuya hoja, poco afilada, se podía leer grabada en letras góticas la siguiente inscripción : " La cadena de Restaurantes Lord Chesterfield quiere felicitar a Matilde y Edgardo-José en el día de su matrimonio, deseandoles toda clase de felicidades" y a continuación la fecha del acontecimiento.
Una vez que Pepito casi mete la tarta en el ojo de Mati cuando intentaba dársela a probar con la punta de la espada, y que los eficientes camareros - ahora ataviados con chaquetillas de lujo, purísima y oro, - habían retirado la tarta para iniciar su reparto entre todos los invitados se iniciaba el ritual que menos agradaba al padre de la novia. Cargado con cinco cajas de puros - Pepe se había empeñado que tenían que ser Montecristos del número cuatro - y escoltado por su yerno iniciaba el recorrido por todas y cada una de las mesas entregando un puro a cada uno de los varones mayores de quince años, la mayoría de los cuales lo iban a guardar para almacenarlo en un cajón del armario de su casa hasta que su mujer lo tirase cuando ya no se pudiese soportar el mal olor que iba impregnando toda la ropa. El resto - sobre todo los más jóvenes - lo encendería y después de darle un par da caladas lo aplastaría en el plato del helado...
Por el lado opuesto del salón la madrina, acompañada de la novia iba entregando cigarrilos rubios a las señoras y una bandejita plateada en la que se podía leer el nombre de los contrayentes y la fecha de la boda.
Cada uno por su lado, el padre del novio y la madre de la novia se dedicaban a preguntar a sus invitados si les había parecido bien el menú y si - de verdad - no se habían quedado con hambre , porque estaba contratado que se podía repetir de todos los platos.
- Pepe, todo ha estado "mu" bueno, "mu" fino y "mu" abundante...
Mientras tanto, los amigos del novio, por un lado, después de quitarle los calzoncillos a Pepito y trocearlos sobre una bandeja, y las amigas de la novia, por otro, que habían hecho lo propio con las braguitas de Mati, iniciaron una colecta con el "caritativo" propósito de recaudar fondos para los gastos que se les iban a acumular en el crucero que iniciarían inmediatamente, con el consiguiente fastidio de los invitados que ya habían tenido que "retratarse" con el regalo y la boda se les estaba poniendo en un pico...
Cuando hubieron terminado con sus colectas respectivas fueron a ofrecerselas a los novios que - sin sus prendas íntimas - descansaban en la mesa presidencial. Además de las monedas de la última colecta les entregaron los seiscientos cuarenta y seis euros en monedas de euro y de cincuenta céntimos que eran el regalo de toda la panda de Pepito.
- Papá - dijo éste - mañana te lo llevas a tu banco y nos lo ingresas en la cuenta...
El cajero del Banco, al día siguiente, se iba a acordar hasta de la bisabuela de la abuela Federica, sin olvidar a toda la saga de los probos comerciantes de ultramarinos que iniciaron la actividad en la familia del novio.
No faltaron los "regalos" simpáticos del "chupete", el "babero", los "patucos" para el futuro bebé y un gigantesco "panda" de peluche que le habían comprado las amigas a Mati.
En tanto se había separado convenientemente las mesas habilitándose una improvisada pista de baile y la orquesta - a la que había que pagar cuatrocientos euros- atacó el tradicional vals.
Pepito, con gran soltura, haciendo gala de sus dotes mundanas llevó a la novia hasta la pista y allí abrieron el baile al que, poco a poco, se fueron uniendo los padrinos y los demás.
Después del vals llegaron las rumbas, las sevillanas, la salsa, el merengue, el pasodoble y ... "La Macarena" que consiguió el mayor índice de participación entre los asistentes, incluyendo a la tia Clotilde, que a pesar de su tromboflebitis y sin abandonar su bastón - del que no podía prescindir - daba sus "saltitos" cuando llegaba lo de de "Ayyy".
Eran las doce de la noche, a Matilde le estaban "matando" los zapatos nuevos y a Inocente, los primos de Moral de Calatrava que se empeñaban en que les invitase a otro güisqui en la barra del bar que estaba en un esquina del salón.
Carmencita se había ligado al primo venezolano del novio. que durante la cena se había sentado justo enfrente de ella y no había quitado el ojo de su escote, que para eso ella se había desabrochado "involuntariamente" dos botones.
Como era lunes y al día siguiente tenía que trabajar la mayoría, empezaron a desfilar los invitados después de la obligación litúrgica de despedirse de los novios - deseándoles mucha felicidad en la nueva vida que ahora iniciaban - de sus padres - a los que se les aseguraba que todo había resultado muy bien - y del resto de los conocidos a los que se les aseguraba - sin que nadie les creyera - que no esperarían a que hubiese otra boda para volverse a ver.
Los novios habían reservado habitación en un hotel sólo conocido por las suegras y después de haber jurado ambas que bajo ningún pretexto lo revelarian a los amigos. Así que después de despedirse furtivamente de sus padres lograron escabullirse sin ser descubiertos , gracias, dicho sea de paso, a la impagable interpretación de Carmencita que atrajo la atención de todos los amigos del novio, que eran los encargados de vigilar, simulando un leve desvanecimiento en los brazos del venezolano.
A las dos horas menos doce minutos del segundo día de septiembre, Inocente estaba delante el inodoro antes de acostarse , el cansancio casi no le permitía pensar pero tenía la sensación de haber salido de un tunel muy profundo y como en una pesadilla empezaban a asaltarle imágenes distorsionadas que logró disipar cuando sintió el agua de la ducha en su cara...
No demasiado lejos de allí, el sucesor de aquellos probos comerciantes de los que dentro de un rato se iba a acordar el cajero del Banco de su consuegro, hacía la última micción antes de acostarse con un sentimiento de satisfacción por lo bien que habían quedado con todas sus amistades, aunque tuvo que animar a su esposa que aun no había superado la " pérdida" de su niño...
- Inocente, ¿ vienes a la cama ?
Epílogo: La luna de miel.

La fina lluvia que caía en la tibia madrugada madrileña hacía, si cabe, más romántico el trayecto por el Paseo de la Castellana de los novios hasta el Hotel Cuzco. El guardacoches se encargó de bajarlo al garaje y un botones subió las maletas a la habitación. En recepción se inscribieron como los señores de Arévalo Pachón y así se iniciaba la tan esperada "luna de miel".
Mati iba a estrenar el camisón transparente que le habían regalado sus amigas, Pepito, después de dar la propina al botones, se pondría su bata de seda color azul turquesa y esa noche no se iba a acordar para nada de su mamá.
No iba a ser una noche sublime, pero siempre la recordarían por ser la primera, por ser... la noche de bodas.
Al día siguiente darían una vuelta por su casa para recoger el resto del equipaje y saldrían en avión para Amsterdam, donde se incorporaban al Crucero para visitar los fiordos noruegos a bordo del "Neptuno, Rey de los Mares"
Durante una semana iban a vivir un cuento de hadas...
Mientras, a muchos kilómetros, sentado en su sillón y esperando a que en el Telediario diesen el tiempo que estaba haciendo en el norte de Europa. Inocente se seguía haciendo la misma pregunta
¿ Y realmente, era necesario, todo esto ?

FIN DE LA PRIMERA ENTREGA.
La Segunda entrega se empezará a publicar el día 1 de julio.