viernes, 20 de junio de 2008

EL ENDOCARPIO DORADO

Andaba yo contando hormigas, sentado en los arcenes del mar, cuando mis padres decidieron que aún era tiempo de aprender y que a mis años no podía ir por ahí, despilfarrando alegremente mi vida. De nada valieron mis protestas ni mis argumentos. De nada valió mi excelente currículum profesional ni que contase con el aval de una bien ganada jubilación. Al día siguiente, mi nieto pequeño me acompañó hasta la puerta del colegio donde esperaba el profesor que era un enano melancólico, con tirabuzones en el pelo y subido en unos zancos de madera que le daban una cierta prestancia y autoridad. A mí me habían puesto el uniforme de coracero austriaco, aunque ya me quedaba un poco estrecho y algo corto de mangas. Como era el primer día de clase nos fueron colocando en los pupitres y a mi lado sentaron a un señor de Puertollano que, de pequeño, emigró con su familia a Nueva York, donde fue fabricante de pelotas de ping-pong, hasta que se arruinó en la recesión de los años veinte; entonces se dedicó a salteador de caminos, oficio que le proporcionó un cierto renombre y unos cuantiosos beneficios que aún hoy le permiten vivir holgadamente a pesar de no tener pensión de la Seguridad Social.
El director que también era enano pero que medía cerca de dos metros y medio, nos recalcó la importancia de atender las explicaciones del maestro que nos serían de gran provecho para el día de ayer. Nos puso como tarea, para esa mañana, aprendernos los reyes godos por orden alfabético y sacar los primeros quinientos treinta y seis decimales del número "PI" y nos dijo que si alguno tenía tiempo, podía entretenerse memorizando los afluentes del río Amazonas con el nombre de los hechiceros de los pueblos de la vertiente austral.
Justo detrás de mí, se había sentado una niña con trenzas de macarrones rizados y lazos de bizcocho de soletilla que no paraba de darme toquecitos en el hombro derecho. Yo, al principio, no me atrevía a volverme por si me veía el enano que continuaba subido en sus zancos mientras se atusaba los tirabuzones; después pensé que yo le debía gustar porque cada vez era mayor su insistencia, luego supe que solo quería una de las hombreras de mi casaca de coracero, que era de color escarlata y estaba bordada con hilitos de oro que parecían espaguetis dorados.
El que fabricó pelotas de ping-pong en Nueva York, como estaba acostumbrado a infringir la ley, nos invito a la niña de las trenzas y a mí a escaparnos de la escuela cuando saliésemos al recreo. Cogimos uno de los camellos que siempre merodean por la puerta de los colegios y nos dirigimos a un pequeño bosquecillo de saúcos que estaba a las afueras del campo. Como aquel era año bisiesto y se habían disuelto las cortes para celebrar nuevas elecciones, las nubes se habían declarado en huelga y la floración del saúco venía con retraso por lo que apenas si pude encontrar alguna sayuguina blanca para regalársela a la niña de las trenzas que ya se había hecho mi novia.
El salteador de caminos, sin disimular sus celos, dijo que había encontrado para ella una preciosa nuez moscada con endocarpio dorado y los cotiledones de oro y chocolate, lo que suponía un asombroso portento; porque ya se sabe que la nuez suele tener un endocarpio duro, pardusco, rugoso y dividido en dos mitades simétricas, que encierra dos cotiledones gruesos, comestibles y oleaginosos, pero nunca hasta ahora se había visto un endocarpio dorado y muchísimo menos con unos cotiledones de chocolate y bañados en oro de dieciocho quilates.
Ella, en tanto yo buscaba la flor blanca del saúco, que solamente los más eruditos saben que se llama sayuguina, se conformó con la nuez de endocarpio dorado, que había encontrado el emigrante manchego y después de darle las gracias, la colocó en la hombrera que yo le había regalado y que ahora, puesta boca arriba, parecía un tálamo nupcial.
Nuestra aventura terminó pronto porque un escuadrón de lechuzas, montadas en patinetes de andar por casa, nos descubrió y no tardaron en avisar por telepatía sin hilos, al enano gigante que hizo sonar la sirena de la escuela y mandó al cuerpo nacional de buscadores de causas perdidas para que nos diesen alcance.
Nosotros nos escondimos debajo una de las mitades del endocarpio hasta que pasaron de largo nuestros perseguidores, y sin perder más tiempo, regresamos en un tiovivo que tenía elefantes con los colmillos de mazapán, unicornios cojitrancos, naves espaciales con el fuselaje de caramelo y un coche de bomberos tirado por una reata de llamas amaestradas.
Afortunadamente, llegamos al colegio antes de que mi nieto fuese a recogerme, por lo que mis padres nunca llegaron a enterarse de mi travesura, y están maravillados de que a mis años demuestre tanto interés por aprender y no me tengan que despertar por las mañanas para ir a la escuela donde, ellos no lo saben, me espera la niña que me pidió la hombrera de mi casaca y que todas las mañanas me invita a desayunar lazos de bizcocho de soletilla, que están deliciosos.
"Publicado en la revista "Totum revolutum" de la Biblioteca "Petra Ramirez" de Chinchón. Año 2008".

miércoles, 18 de junio de 2008

CALLES Y PLAZAS DE CHINCHON


Empezar a hablar de las calles de Chinchón nos trae necesariamente a la memoria el soneto de José Manuel de Lapuerta que retrata magistralmente la nostalgia que embarga a quien recuerda su paso por las las calles y plazas de Chinchón, ya sea un viajero que haya pasado por aquí, o sobre todo, si es uno de los chinchonenses que lo recuerda en la distancia:

La silueta, Chinchón, de tus callejas
queda dentro de mí; y tus rincones,
tus cuestas, tus escudos, tus balcones...
la fuerza castellana de tus rejas.
Por eso, cuando noto que te alejas,
que te marchas, con tantas ilusiones,
encuentro en mí sobradas las razones
de que mis versos se me vuelvan quejas.
Tu me enseñaste a conocer Castilla;
en el silencio de tu vida en calma
descubrió un nuevo mundo mi existencia.
Y de tu vida esta lección sencilla
la llevo hoy tan dentro de mi alma,
que es el mejor consuelo de tu ausencia.

Sirvan estos versos como prólogo a este trabajo que va a recorrer las calles y plazas de nuestro pueblo, intentando revivir su evolución histórica y urbanística, contando detalles de sus nombres y de los hombres que vivieron en ellas; de sus casas y de sus blasones; de sus monumentos y de los personajes que han hecho posible la historia de este pueblo.
Estas son las calles y plazas de Chinchón, en la actualidad, ordenadas por el significado de sus nombres:
Calles con nombres de oficios: Carpinteros. Caldereros. Tahona. Molinos alta. Molinos baja. Quiñones. Alcuceria. Cuesta de los Yeseros. Calle las cintas. Pozo de las Nieves. Tejería.
Calles con nombre de poblaciones: Morata. Valencia. Pozuelo. Camino de Ocaña. Toledillo. Villaviciosa de Odón. Carretera de Colmenar. Carretera de Valdelaguna. Carrretera de Morata de Tajuña. Carretera de Madrid. Toledo. Segovia.
Calle con nombres de propios: Benito Hortelano. Zurita. Contreras. Teniente Ortiz de Zárate.Plaza Hnos. Ortiz de Zárate. Don Ramiro. Santillán. Álvarez Gato. Don Emiliano Montero. Callejón de don Ramón. Gabriel Galán. Hermanos Maristas. Callejón de don Florencio. Pedro Platas González de Villafuerte. Paulino Alvarez-Laviada. Fray Tomás de Perogordo. Francisco de Goya. Sociedad de Cosecheros. Calle Duque de Ahumada. Frascuelo. Triana.
Calle con nombres accidentes geográficos: Huertos. Alamillos. Solares. Cueva. Cerca. Barranco. Estepa. Vallejuelo. Ronda Mediodía. Olivillas de Quinco. Cañada. Corralizas. Camino de la Fuente Pata. Camino del Mazacote. Arco de Palacio. Cuesta de la torre. Calle del Castillo. Camino de Valquejigoso. Camino del Tovar. Costanilla 1ª y 2ª. Puerta Bonita. Estación. Ferrocarril.Viñas. Eras. Navarredonda
Calles con nombres de Santos:San Esteban. Plaza San Antón. Plaza San Roque. Concepción. Santiago. San Andrés. Virgen del Rosario. Virgen de Gracia. Santa Ana . La Cruz.
Otros: Grande. Abapiés. Infiernillo. Nueva. Convento. Callejón de los muchos. Cuesta de la Balquina. Comadre. Amargura. Espejo. Plaza Galaz. Mulillas. Cuesta Salobre Plaza Mayor. Chinchona. Cruz del Portugués.
Con esta entrada, inicio una serie que pretende divulgar todas las curiosidades que se esconden en las esquinas de nuestras calles.

LA SOCIEDAD ALCOHOLERA DE CHINCHON

El 2 de febrero de 1909, nacía en Chinchón una Entidad que iba a tener presencia activa y gran influencia en la vida económica del pueblo a partir de ese momento: La Sociedad Alcoholera de Chinchón. Su creación estuvo motivada por la Ley de Alcoholes que se había aprobado unos años antes. Esta ley intentaba atajar los posibles riesgos que podría ocasionar la elaboración de unos productos que, con la situación de atomización existente hasta esa fecha por la gran cantidad de fabricantes, era muy difícil controlar. La ley, además de intentar normalizar todo lo concerniente a los alcoholes, toma una decisión que tendrá los efectos deseados. Se imponían fuertes impuestos a los fabricantes individuales, mientras que estos impuestos casi desaparecían si se formaban sociedades o cooperativas que les agrupasen. Con esta medida, el sistema de control sobre la producción era mucho más fácil, y por otra parte, los propios fabricantes podrían mejorar sus sistemas productivos, lo que a la larga, sería también provechoso para ellos.
La aplicación de la ley de Alcoholes de 19 de julio de 1904, y sus posteriores ampliaciones, transformaron, en pocos años, el panorama productivo de la explotación vinícola. Esta reforma tributaria del alcohol, constaba de dos cuotas: una el impuesto especial de fabricación, en la que se fundía la contribución industrial vigente, y otra el impuesto especial de consumo, devengado en el momento en que el producto entrara en circulación. Respecto al primero, por ejemplo dentro de los artículos sujetos a la primera tarifa, un hectolitro de aguardiente de vino neutro (el más común elaborado por los cosecheros de Chinchón) estaba gravado con 7,50 pesetas.
La Alcoholera de Chinchón ha mantenido desde esa fecha la tradición en la fabricación de los aguardientes anisados que tanta fama le han dado a nuestro pueblo. Y también desde esa fecha se dejó de fabricar el anís de Chinchón en las casas particulares, donde, todavía, se pueden ver los antiguos alambiques orillados en las las cámaras, entre los tratos viejos ahora inservibles.
Nota: Esta información, como otras publicadas en este blog, forman parte del libro inédito "Crónicas de Chinchón" en el que se recoge la historia de nuestro pueblo, desde sus inicios a nuestros días.

martes, 17 de junio de 2008

OBRAS DE ARTE EN CHINCHÓN


EL CRISTO de Arnao de Bruselas.


La imagen del Cristo Crucificado. Es una escultura tallada en madera y posteriormente dorada y policromada y representa a Jesús muerto sobre la cruz, con un cuerpo de correcta anatomía. La cabeza tiene cabellos largos, barba, bigote, los ojos cerrados y se inclina sobre el hombro derecho. El pie derecho monta sobre el izquierdo y ambos están atravesados por un clavo, como cada mano por separado. La parte de la carne está policromada para conseguir un mayor realismo. El paño de pureza presenta plegados sencillos y planos, anudándose en la cadera derecha. Está dorado. La cruz se estrecha por la parte inferior lo que indica que la obra se concibió como imagen para encabezar procesiones. Está colocada a la derecha del altar mayor, de la Iglesia Parroquial, sobre un soporte de hierro dorado y de estilo renacentista plateresco de mediados del siglo XVI, que fue originariamente un hachero.
Esta obra de arte fue adquirida por el anterior párroco de Chinchón, don Moisés Gualda Carmena en el año 1990. Procede del Alto Aragón, no pudiéndose hacer mayor precisión de su origen. Su estilo se corresponde con el de la escuela escultórica aragonesa de mediados del siglo XVI, y es su autor el escultor belga Arnao de Bruselas, que trabajo durante muchos años en España. Se trata de una obra renacentista en la que se pueden apreciar influjos del escultor valenciano Damián Forment, que trabajó mucho en Aragón.

lunes, 16 de junio de 2008

LA LLEGADA DEL TREN DEL TAJUÑA A CHINCHON

El día 22 ó 23 de julio de 1902 llega a Chinchón el primer tren de la "Compañía del Ferrocarril del Tajuña". En el año 1888 se había autorizado la prolongación de la línea Madrid-Arganda hasta Colmenar de Oreja. El proyecto tiene que vencer no pocas vicisitudes, por la quiebra de la compañía, y en el año 1901 llega hasta Morata de Tajuña. En el año 1903 se completaría el tramo hasta Colmenar de Oreja, con lo que la línea llega a tener un recorrido total de 65,6 kilómetros.
Este proyecto suponía no solo un reto técnico por las dificultades que presentaba la orografía del terreno, sino también una gran oportunidad de progreso para Chinchón y para toda la comarca, pues acercaba la Capital a todos estos pueblos, lo que les permitiría exportar sus productos hacia un mercado cada vez más importante y facilitaba el traslado de viajeros, que hasta entonces lo tenían que hacer por medios mucho más lentos y menos cómodos.
Por ello, el Ayuntamiento de Chinchón firma una escritura de subvencion con la Sociedad del Ferrocarril del Tajuña, según la cual colabora y subvenciona la construcción del ferrocarril, aportando la cantidad de ciento cincuenta mil pesetas, en las que estaban incluidas las cuarenta mil pesetas con las que también participa la Sociedad de Cosecheros. Años después, en el año 1911, se presentó un proyecto, según el cual la línea férrea de Madrid a Valencia podría pasar por Chinchón. Esta medida podría haber sido de suma importancia para la economía del pueblo, ya que abriría la posiblidad de llegar a todos los mercados de levante. El Ayuntamiento, los principales contribuyentes y las Organizaciones sociales y económicas no dudan en ofrecer diversas subvenciones a los constructores del ferrocarril, si éste pasa por Chinchón, pero por causas que desconocemos, este proyecto no se hizo realidad y Chinchón siguió apartado de las vías principales de comunicación.
En el año 2005, recibió el primer premio “ex-aequo” en el “Primer Concurso de investigación sobre Chinchón y su entorno”, el trabajo LA LLEGADA DEL TREN A CHINCHON, del que es autor D. Santiago Rodriguez Guillén, que está publicado en un CD, por el Excmo. Ayuntamiento de Chinchón. Los que deseen adquirirlo, pueden dirigirse a la Biblioteca de Chinchón.
También tienen una amplia información sobre este acontecimiento en el libro "La Mojona-Sociedad de Cosecheros de Vino, Vinagre y Aguardiente de Chinchón- 1845-1938" de Manuel Carrasco Moreno, editado por el Colectivo Fuente-Pata.