lunes, 3 de noviembre de 2008

EL CONDE DE CHINCHON Y LAS CORRIDAS DE TOROS EN PERU

Como ya os he contado en la entrada del pasado día 31 de octubre, el día 18 de febrero de 1628, S.M. el Rey de España, Felipe IV, nombra Virrey del Perú a don Luís Jerónimo Fernández de Cabrera Bobadilla de la Cerda y Mendoza, conde de Chinchón.
Embarca en Cádiz el 7 de mayo de 1628, y después de treinta y tres días de navegación, arribaron al puerto de Cartagena de Indias, el día 19 de junio.
Llega el Conde de Chinchón al Puerto del Callao el 18 de diciembre y allí permaneció hasta el día 14 de Enero de 1629 que entra en Lima, donde toma posesión como XIV Virrey del Perú. Permaneció en el cargo durante casi once años. Aunque la fecha oficial de la terminación de su mandato fue el día 18 de diciembre de 1639, fecha en que tomó el mando su sucesor don Pedro Álvarez de Toledo y Leiva, Marqués de Mancera, el Conde de Chinchón no salió de Perú hasta el día 2 de junio de 1640.


(Reconstrucción de la plaza mayor de Lima a principios del siglo XVII)


Muchos fueron los hechos que ocurrieron durante su estancia en Perú, y tiempo habrá de comentarlos. Ahora, sólo comentar un hecho anecdótico. (Dedicado a unos amigos peruanos aficionados a la tauromaquia)
Como es sabido, una de las costumbres que los españoles llevaron al Nuevo Mundo fue la afición a las corridas de toros que pronto se convirtieron en un atractivo para sus fiestas, sobre todo para los españoles que así revivían las viejas costumbres de sus pueblos; pensemos que en Lima, en aquellas época, vivían más de 25.000 españoles. Estas corridas de toros eran organizadas por los distintos gremios, como los plateros, herreros, mercaderes, etc., etc. corriéndose en cada corrida gran cantidad de toros en el que participaban los caballeros alanceando toros y la gente de a pie rompiendo cañas. Estas corridas se celebraban durante los meses de noviembre, diciembre y enero, que en aquellas tierras era el verano austral, como sigue ocurriendo en la actualidad en lo que se ha llamado “temporada taurina americana”.
Aunque los Condes de Chinchón solían acudir a estas corridas de toros, en un determinado momento, el Virrey, don Luís Jerónimo, trató de impedir su celebración, lo que provocó, muchas quejas que duraron hasta el virreinato del marqués de Mancera, cuando fue necesario que el Rey Felipe IV dictara una real cédula a favor de las corridas de toros.