domingo, 12 de octubre de 2008

LOS FESTIVALES TAURINOS DE CHINCHON.

El día 17 de octubre de 1931, se coloca en la fachada del Asilo de San José una placa dedicada a Marcial Lalanda. Esta placa se quitó cuando se hizo la última restauración y, desgraciadamente, desapareció junto con la que se había colocado en homenaje a Julio Aparicio.
Años después, posiblemente en desagravio por la desaparición de estas lápidas, el Ayuntamiento de Chinchón, colocó en el porche del jardín cuatro lápidas iguales en reconocimiento a los cuatro toreros que hasta la fecha se han encargado de organizar los festivales taurinos.
Estas placas de mármol nos dicen que los toreros han colaborado en el mantenimiento de esta institución, organizando los ya célebres festivales taurinos de Chinchón.
Las necesidades asistenciales del Asilo requieren más fondos de los disponibles y la situación económica requiere adoptar medidas para captar fondos.
En Chinchón siempre hubo una tradición de ayuda a los necesitados, también hubo, desde antiguo, una gran tradición taurina. Estas dos tradiciones se unen y se crea la tradición de los festivales benéficos. Ya hemos contado que Salvador Sánchez Frascuelo toreó varias corridas a beneficio de los pobres en el último tercio del siglo XIX. Es ahora Marcial Lalanda quien toma el testigo y desde el año 1923 se encarga de organizar un festival taurino con carácter permanente para garantizar la supervivencia del Asilo de San José.
Después, fue Julio Aparicio quien tomó la responsabilidad de la organización del Festival de Chinchón desde el año 1953 al año 1980. Durante estos años también llegaron a Chinchón las figuras más importantes del toreo. Sin ánimo de hacer una lista exhaustiva, podríamos citar, a Luis Miguel Dominguín, Antonio Bienvenida, Antonio Ordóñez, Paco Camino, El Viti, Antoñete, y los rejoneadores Ángel y Rafael Peralta.
En el festival del año 1964 el marqués de la Valdavia impone a Julio Aparicio la Cruz de Beneficencia, que le había sido concedida por haber toreado más de doscientas corridas benéficas.
En el año 1958 es nombrado hijo adoptivo de Chinchón y se coloca una placa en su honor junto a la de Marcial Lalanda en la fachada del asilo.
El 5 de diciembre de 1970 la recién creada Asociación de Amigos de Chinchón concede a D. Marcial Lalanda y a don Julio Aparicio su primer "Ajo de Oro", distinción instituida para premiar a las personas que se distinguiesen por sus acciones a favor de Chinchón.
Desde 1981 se encargó de la organización del festival el rejoneador don Manuel Vidrié de quien tomó el relevo Julio Aparicio, hijo, en el año 1994. Para no hacer más extenso este apartado sugiero la lectura del libro "Toros en Chinchón" de J.M. Sánchez Vigíl y C. Alonso, donde encontrarán todos los pormenores de lo que aquí solamente se ha esbozado.
Con el paso del tiempo el resultado económico de los festivales fue cada vez más reducido, por ello, los responsables del patronato del Asilo decidieron, en el último tercio del siglo XX, solicitar ayuda económica a la Diputación Provincial, ya que habían aumentado considerablemente los gastos por haber aumentado el número de los ancianos que estaban acogidos.

Hay que destacar que los festivales taurinos, además de su labor caritativa, fueron el embrión del turismo de Chinchón. La gran afluencia de visitantes que cada fin de semana llegan hasta aquí, nos hacen recordar lo que antes se producía solamente el día del Festival.
Hay también que reseñar que para la realización de estos festivales, además de la inestimable y altruista participación de los toreros era imprescindible una infraestructura organizativa en Chinchón. Desde aquí quiero dejar constancia del trabajo, casi desconocido que hicieron muchas personas, entre las que podríamos destacar a don Pablo Cámara, a don Pedro del Nero y muy especialmente a don Mateo de las Heras, que además de implicarse en los trabajos de organización nos dejó unas interesantes crónicas de todos los festivales, gracias a las cuales, se han conservado datos imprescindibles para conocer su historia.