viernes, 19 de agosto de 2022

CRÓNICA MUY PERSONAL DE LAS FIESTAS DE SAN ROQUE’22 EN CHINCHÓN.


Foto: Manolo Carrasco

Dicen que cada uno cuenta la feria según le va en ella; pues con las fiesta pasa otro tanto. No es lo mismo que las cuenten mis nietos, que os las cuente yo.

Las fiestas a nuestras edades ( los que ya casi frisamos los ochenta ), se ven con otros ojos que cuando empezábamos a mocear. Ahora somos más críticos, y no es que sean peores que entonces, sino que ahora apenas si las podemos disfrutar, ya sea por los achaques, por la movilidad o simplemente porque ahora apreciamos más la tranquilidad y la rutina.



Foto: Manolo Carrasco

Pero lo primero que hay que decir de estas fiestas es que han sido muy animadas y concurridas. Se notaba que habíamos pasado las anteriores con la angustia de la pandemia y este año, libres ya de hasta la mascarilla, hemos querido celebrarlo asistiendo a todos los actos que se han organizado, que dicho sea de paso, la mayoría han sido gratuitos, como deberían ser todas las fiestas que organice el Ayuntamiento.

Además, este año hemos sido visitados por familiares y amigos y, sobre  todo, por la juventud de los pueblos aledaños, que han querido compartir con nosotros las fiestas patronales en honor de la Virgen de Gracia y San Roque.



Foto: Facebook Ayuntamiento

Y este año las fiestas comenzaron con la comida de fraternidad en el Centro Social de mayores donde, por cierto, me tocó un jamón en la rifa que hicieron; cosa bastante extraña, porque yo nunca había tenido suerte en esta clase de sorteos. Por si acaso, no compraré lotería, no sea el caso de que me vaya a tocar y eso sería más peligroso.



Foto: Facebook Ayuntamiento.

Al día siguiente, fueron las bombas reales al mediodía y la presentación de la Reina y sus tres damas de honor, por la noche; donde el señor alcalde hizo el pregón de las fiestas y, emulando a nuestro paisano Enrique de la Vara, reciente homenajeado con la colocación de una placa en la casa donde nació, cantó, muy entonado, unas coplillas en honor de los “Chispas”, ante el asombro de todos, que desconocíamos esta faceta artística de nuestro primer edil.



Foto: Manolo Carrasco


Foto: Facebook Ayuntamiento.

Luego llegaron los toros, los encierros, los recortes, la trashumancia, y los carretones para los niños, que antes habían recorrido las calles, casi de madrugada, siguiendo a los recién restaurados gigantes y cabezudos.



Foto: Ángel Moratilla.

Y luego, las misas y las procesiones, con la sorpresa del cambio de itinerario en la procesión de la Virgen que, por lo escuchado, no ha sido bien entendido ni se ha comprendido su idoneidad ni su necesidad, por no aportar la novedad ningún valor ni vistosidad a la celebración. Pero es que hay gustos para todo. Sin embargo, debemos resaltar el manto que lució la Patrona, que ha causado la admiración y el beneplácito general.



Foto: Manolo Carrasco

También fueron muy celebrados los espectáculos musicales, acompañados, eso si, con grandes “botellones” en los que participaron no solo nuestros jóvenes, sino también la juventud de la comarca que, como ya hemos dicho, tuvo a bien acercarse hasta nuestro pueblo para compartir con nosotros nuestras fiestas patronales.



Foto:Facebook de Tomas Martinez

Hay que reseñar que no es necesario que, durante todo el día, algunos establecimientos de la plaza pongan la música a todo volumen, que con la de la macrodiscoteca y la de los conciertos ya es suficiente.



Foto: Facebook de Maribel Carrasco

Una mención aparte se merece la banda de música de ChInchon que amenizó tanto las procesiones como los espectáculos Taurinos.


Fueron las fiestas una buena ocasión de encuentro con familiares y amigos y los restaurantes nos ofrecieron cobijo para reunirnos, y las terrazas de la plaza nos ofrecieron un espacio para disfrutar, por la noche, de ese fresquito tan deseado, después de la persistente ola de calor que hemos venido padeciendo este año.



Foto: Manolo Carrasco

El personal organizó “la poza” después de los encierros, y este año también nos ofreció la novedad de un encierro nocturno el domingo día 14 que, como era de esperar, abarrotó la plaza hasta la bandera.



Foto: Manolo Carrasco.

Los fuegos artificiales se celebraron sin incidencias pese al riesgo de incendió por la sequía y la fiesta terminó con la almoneda y la suelta de reses, como ya es costumbre.



Foto: Manolo Carrasco

Este año, a través de las redes sociales hemos tenido información gráfica de casi todos los eventos. Desde la página de Facebook del Ayuntamiento, con las fotografías de J.M.Catalan, a todas las cuentas de nuestros amigos que nos han ido ofreciendo sus mejores fotografías.



Foto: J.M.Catalan Huete.
foto: Manolo Carrasco.

Por eso, para ilustrar este reportaje, he utilizado mis fotografías, pero también otras tomadas de internet que he considerado más interesantes.



Salida de la Procesión de San Roque. Foto: Manolo Carrasco

Y nada; hasta el año que viene, en el  que las fiestas serán organizadas por la nueva Corporación Municipal que saldrá de las elecciones de la próxima primavera.



Foto: J.A.Carrasco

¡Viva la Virgen de Gracia

Y San Roque!



Foto: J.A.Carrasco 

Foto: Facebook del Ayuntamiento 
¡Hasta el año 2023!

martes, 16 de agosto de 2022

PARA VER A SAN ROQUE




El Indalecio había nacido en Chinchón, como sus padres y sus cuatro abuelos. Uno de sus bisabuelos, no; según le contaba su abuela Argimira, era de Extremadura. 

El vivió en Chinchón hasta que su padre volvió de la carcel, ya en plena posguerra. Se fueron a vivir a Cataluña y ya no volvió nunca a Chinchón. 

Su padre había sido palero, limpiando las caceras de la vega, y salieron de Chinchón porque, al volver de la carcel por ser rojo, la familia no era bien vista y le era difícil encontrar un trabajo digno con el alimentar a su familia. Así, Eladio, Angustias, Indalecio que entonces tenía cuatro años y su hermano Isidro, que acababa de cumplir dos, salieron de Chinchón para llegar a Cataluña, donde tenían unos tíos de su madre.

Se marcharon casi con lo puesto; un par de maletas en las que pusieron sus menguadas pertenencias y algunas fotografías de la familia y una estampa de San Roque, el patrón de Chinchón, de quien su madre era muy devota. 

Llevaban, eso si, unos duros que habían sacado con la venta de un par de pequeñas fincas que les habían dejado los abuelos al morir.





Y la familia García se instaló en San Pedro de Ribas, un pueblecito cerca de Sitges, en la provincia de Barcelona, y encontraron trabajo en una Masía, donde fueron muy bien acogidos.

Indalecio y su hermano aprendieron catalán en la escuela del pueblo y a los pocos años nadie les podría distinguir de sus compañeros oriundos de Sant Pere de Ribes, como llamaban al pueblo en su nuevo idioma.

Indalecio entró a trabajar en una pequeña bodega donde elaboraban un cava de mucha calidad y allí terminó su vida laboral. Se casó con una de las hijas del dueño y tuvo dos hijos. Se jubiló a los sesenta y cinco, y tuvo una vida plácida y sosegada sin apremios económicos.





Un día, revolviendo papeles, encontró la vieja estampa de San Roque y le dijo a su mujer.

- Montse, ¿Que te parece si vamos a conocer mi Pueblo? Es agosto, allí son las fiestas y podemos ir a la procesión de San Roque.

Desde que se marcharon apenas si habían tenido noticias del pueblo, sobre todo cuando murió el hermano pequeño de su padre. Ahora ya no tenían ningún familiar en Chinchón.

Llegaron a Madrid en el AVE, porque a Indalecio nunca le gustó conducir,  y cogieron el autobús que les dejó enfrente de las Clarisas.

Habían reservado habitación en el Hotel Condesa de Chinchón, porque desde allí podrían ver el encierro. 

Apenas si tenía recuerdos del pueblo, quizás únicamente lo que había visto en los reportajes que ponían en la tele, pero le pareció que era más pequeño y que las calles estaban más empinadas. 

Entraron en la Ermita de San Roque, que por ser agosto estaba abierta. Subieron la calle de los huertos, aunque los huertos ya habían desaparecido y se alojaron en el hotel, enfrente del Parador. 





Después llegaron a la plaza. Allí estaba todavía el Bar la Villa y el Bar Flor, casi todo lo demás había cambiado. Ya no estaba la posada del tío Carrasco, ni la carnicería de Tino, ni el cuarto de los “mediores”, ni la pescadería del tío Tomas, ni el Bar de Auspicio, ni la tienda de la “Cañamona”, aunque todavía estaba el Café de la Iberia, y el lavadero del Pilar era ahora la Oficina de Turismo, y había muchos bares y muchos restaurantes. Donde estaba la confitería de Pedro de la Vara era ahora el Restaurante “Ajofino” y en la tienda de los franceses estaba el Restaurante La Balconada.... 

Montse estaba impresionada.

- Oye, la Plaza es mucho más bonita que sale en la televisión.

Comieron en los soportales, que era el único sitio donde hacía un poco de fresco. Ya a la caída de la tarde bajaron por la calle de Morata donde estuvo su casa. Ahora era una casa rural y estaba desconocida. En realidad todo era muy distinto a las imágenes que guardaba en su memoria.





No conoció a nadie, y nadie le reconoció. Solo la recepcionista del hotel se dio cuenta que había nacido en Chinchón, aunque por su acento nunca lo hubiera pensado.

Fueron tres días entrañables en los que revivió con su mujer los viejos recuerdos de aquellos cuatro años de su infancia prácticamente olvidados. Visitó la tumba de sus abuelos y recorrió despacio las cuestas arriba y cuestas abajo que ahora se le antojaban con mucha más pendiente.





Vieron los encierros desde la ventana del hotel y sobre todo, fueron a la procesión de San Roque. Alumbrando, como recordaba que fue una vez de la mano de su madre, el año antes de marcharse del pueblo.

El no era creyente y nunca iba por la iglesia, pero recordaba aquellas palabras de su madre, cuando le enseñaba la estampa de San Roque,

- Aquí, hijo, aunque no creamos en Dios, en Chinchón todos creemos en San Roque.


Los dibujos son de Camilo Porta, Carlos Alonso y Manuel Carrasco.