jueves, 13 de enero de 2022

EL MUNDO AL REVÉS: EL DISPARATE DE DJOKOVIC.

“Ninguna sociedad democráticamente constituida debería permitir que se le echase un pulso como está haciendo el tenista al Estado australiano. Que suceda es un indicador de la regresión democrática que avanza desde hace tiempo“ 





Un artículo en el Diario.es, de Javier Pérez Royo, que es Catedrático de Derecho Constitucional en la Universidad de Sevilla y que hace una reflexión sobre el concepto de “Libertad” al que tanto se recurre sin entender lo que es y supone la verdadera Libertad.


“En el reino de la naturaleza animada no existe la libertad. Existen el azar y la necesidad, pero no la libertad. La libertad solo existe en las sociedades humanas. Y existe porque nos ponemos límites a nosotros mismos para hacer posible la convivencia. El límite no es la negación de la libertad sino todo lo contrario: es el elemento constitutivo de la libertad.


Esto es así en todas las sociedades humanas que han existido a lo largo de la historia, pero más que en ninguna en las sociedades democráticamente constituidas, que descansan en el principio de igualdad como fundamento de las mismas. 

La sociedad democrática es una cadena ininterrumpida de relaciones jurídicas. Cada ser humano dispone de autonomía para hacer con su vida lo que le parezca oportuno a través del ejercicio de los derechos que la Constitución le reconoce. Pero dicha autonomía individual tiene siempre como punto de referencia la voluntad general, la ley. Por eso, en democracia, la libertad es autonomía personal con el límite de la voluntad general. No hay ningún ejercicio de la autonomía personal que no tenga el límite de la voluntad general. El límite es la sombra que acompaña al cuerpo de cada paso que se da en el ejercicio de la autonomía personal.

La voluntad individual tiene siempre el contrapunto de la voluntad general. La voluntad individual es siempre múltiple. Son millones de voluntades, que se expresan en todas las direcciones imaginables. La voluntad general es siempre una. Por lo general la voluntad del Estado, del que cada individuo es ciudadano. Puede ser también la voluntad de una organización internacional o supranacional en la que esté integrado el Estado del que cada individuo es ciudadano. 

Puede ser también la voluntad de un Estado del que el individuo no es ciudadano, pero en cuyo territorio el individuo desea desarrollar una actividad, como puede ser, por ejemplo, participar en una competición deportiva. El límite que se establece por el Estado en el que tiene lugar dicha competición es de obligado cumplimiento, no solo para los ciudadanos de dicho Estado, sino también para quienes no son ciudadanos del mismo y desean participar.

Nadie puede alegar que se está vulnerando su libertad personal porque se le obliga a someterse al límite democráticamente establecido por un Estado en el que un individuo pretende desarrollar una determinada actividad. Australia puede establecer los límites para acceder al país y dichos límites son de obligado cumplimiento. Como es un Estado democráticamente constituido, no puede hacerlo de manera arbitraria, siendo, en todo caso, posible impugnar el límite establecido ante un juez o tribunal. 

Esto no se ha discutido nunca. De ahí que no resulte comprensible la protesta de Novak Djokovic porque Australia no le permite la entrada para participar en el Grand Slam por no haberse vacunado contra la COVID-19. 

El Estado australiano no está imponiendo un límite arbitrario, sino que ha establecido un límite con carácter general para proteger a la población frente a la propagación del virus. Lo ha establecido de manera jurídicamente impecable y, en consecuencia, se podrá no estar de acuerdo con el mismo, pero nadie puede eximirse de su cumplimiento. 

No es Australia la que está limitando la libertad personal de Novak Djokovic, sino que es este el que quiere imponer su voluntad individual a la voluntad general del Estado en cuyo territorio se juega el Grand Slam. Es a Australia a la que asiste la razón democrática y no al tenista serbio, que está poniendo de manifiesto con su conducta su profunda convicción antidemocrática. 

Se trata de un despropósito tan evidente que resulta difícil de imaginar que se haya podido llegar hasta donde se ha llegado. Ninguna sociedad democráticamente constituida debería permitir que se le pudiera echar un pulso como lo está haciendo el tenista serbio al Estado australiano. El que se haya llegado hasta aquí es un indicador más de la regresión democrática que avanza desde hace tiempo. 

martes, 11 de enero de 2022

MACROMENTIRAS EN EL CORRAL IBÉRICO

Los medios de comunicación se han investido como las unidades antidisturbios del trumpismo ibérico, golpeando la verdad allí donde se hace presente, dejando así la arena política, legítimo espacio de debate y crítica, convertida en un campo de minas.





Un artículo de Javier Aroca en El Diario.es. 9 de enero de 2022 


En el país de las licenciaturas exprés, másteres falsos, currículos contrahechos y tesis subcontratadas no podemos esperar que la grey política y mediática esté suelta en inglés, menos aún que distingan entre ganadería extensiva e intensiva pero, al menos, cabría desechar la mentira. 

No ocurre. La oposición, arriostrada por una prensa y periodistas incondicionales, ha elegido la mentira como estrategia y acción política. De la oposición, más trumpista que nunca, y de la prensa muy implicada no cabe esperar menos. Lo trágico es que una parte del propio Gobierno y del partido mayoritario en el Ejecutivo de coalición se haya sumado al banquete, consumiendo información en mal estado de conservación y producción insostenible, de manera ansiosa. Lo pagarán en bicarbonato electoral.

La ministra portavoz, otros ministros y los presidentes de Castilla-La Mancha y Aragón han comulgado en la misa negra por la mentira. De los primeros cabe suponer un temor, terror, reverencial a enfrentarse a los poderes fácticos del país. Con respecto a los segundos, Emiliano Garcia Page y Javier Lambán, se trata de un nuevo episodio de su visceral oposición a que Pedro Sánchez sea presidente y que lo sea, además, de un gobierno de coalición progresista. Ambos, desafinados, son el reducto de los fragmentos del neofelipismo agazapado, pero localizables con facilidad en las bancadas de la derecha.

Lo que ha dicho el ministro Alberto Garzón es lo que dicen las instituciones europeas y sostienen gobiernos como el alemán o el neerlandés, las organizaciones medioambientales, el medio rural, los pequeños y medianos ganaderos… Sobre todo lo dice el sentido común y, sorprendentemente, el propio Gobierno de coalición en sus programas y en su acción, singularmente como objetivo en la Agenda 2030. Están además los intereses y el derecho de los consumidores a ser protegidos e informados, principio básico en la legislación europea y española. 





Es, por otra parte, lo que nos viene exigiendo la legislación europea desde 1991, cuyo incumplimiento por parte del Estado español nos ha llevado ante la justicia europea. Entonces, la pregunta es: ¿por qué no puede decir lo que dijo el ministro Garzón? ¿Para quién quieren gobernar estos ministros socialistas del Gobierno? ¿A quién temen y a quién obedecen? Sabíamos que no podrían dormir, pero lo que no sospechábamos es que padecerían tamaña descomposición de vientre.

La mentira publicada y transmitida oralmente afecta desde incluso antes de que formasen gobierno los coaligados; era un aviso. Los propios ministros socialistas lo han sufrido. Por eso, no se comprende de los ministros socialistas que no combatan la mentira y apoyen la verdad, y las propias políticas en su Gobierno que es uno, y colegiado, como reiteradas veces ha insistido su presidente Pedro Sánchez. Es la estrategia de la derecha asilvestrada y trumpista, aprendida de ultramar, en la que la mayoría de los medios de comunicación desempeñan el papel más rutilante. 

Los medios de comunicación se han investido como las unidades antidisturbios del trumpismo ibérico, golpeando la verdad allí donde se hace presente, dejando así la arena política, legítimo espacio de debate y crítica, convertida en un campo de minas. Es la verdadera policía del sistema, no golpea físicamente como la rupestre, no nos da palos, nos están moliendo a mentiras. Golpes contra la verdad, contra la democracia a la que no dudan en hacer tambalear. El aniversario del asalto al Capitolio ha querido coincidir con esta nueva mentira para recordarnos los peligros a los que se expone la democracia.

Dejó dicho Simón Bolívar: "Nos dominan con el engaño, no con la fuerza". Es su estrategia, pudrir la democracia y a sus gobiernos mentira tras mentira, golpe a golpe.