jueves, 27 de mayo de 2021
miércoles, 26 de mayo de 2021
ALGORITMOS
Ya sabéis que estamos vigilados; pero que muy vigilados. Si ayer por la tarde estuvisteis en El Corte Inglés, seguro que hoy os llega al móvil un mensaje preguntándoos vuestra opinión sobre el Gran Almacén, y si vais a la Iglesia o a cualquier Supermercado; y si se os ocurre buscar en internet información sobre un televisor, vuestro móvil se llenará de anuncios de todas las marcas que venden televisiones... algunos dicen que si preguntas por teléfono a un amigo por su coche, al día siguiente ya te están escribiendo de Seat, Peugeot, Reanault o Mercedes... pero hay más; mucho mas. Y todo eso es por culpa de los algoritmos.
La otra noche soñé que estaba en un mitin de campaña en el que había muchas banderas de España y sonaba el himno español a todo volumen; pues al día siguiente, nada más levantarme recibí en mi e-mail un correo con propaganda de una academia que anunciaba un curso para entrar en las Fuerzas Armadas; y me dije, ¿por qué no? Y ni corto ni perezoso, mandé una solicitud para inscribirme.
El curso se desarrollaba en un pueblo de la sierra en las instalaciones que fueron de la Sección Femenina, en régimen de internado y de una duración de una semana.
Así que metí en una maleta unas mudas y un viejo uniforme militar que había por casa y que debió pertenecer a un antepasado que no conocí y que, por visto, llegó a teniente en la guerra del 36, y me fui a la sierra.
Cuando llegue me sentí extraño en medio de tanto jovenzuelo, todos ellos con aspecto saludable y talante marcial. Entonces me di cuenta de que se me debía haber olvidado indicar en la solicitud mi fecha de nacimiento.
Me lo corroboró una señorita muy amable que era la encargada de la recepción de los aspirantes.
¿Fecha de nacimientos?
1945.
No sabía qué decir y descolgó el teléfono para consultar algo. No sé qué le dijeron, pero puso el sello de “Aceptado” en mi solicitud.
“Ese señor mayor debe venir para el curso de General de Brigada”, oí decir a una chica que dijo venir para el curso de cabo primero.
Y es que, a mis años, todavía me conservo bastante bien, y como me está respetando la alopecia, parezco mucho más joven que lo que soy en realidad.
En la comida fui el centro de atención de mis jóvenes compañeros de mesa, que no paraban de preguntarme cómo se me había ocurrido apuntarme a este curso a mi edad y alababan mi actitud patriótica, ahora tan poco valorada en nuestra sociedad.
Me asignaron una habitación con vistas al patio principal y estaba a punto de deshacer mi petate, cuando llegó la que dijo ser la directora del curso, para darme personalmente la bienvenida.
Y en ese momento me di cuenta.
“Lo siento, señora, pero no puedo quedarme para hacer el curso; se me han olvidado las pastillas de la tensión, y las del estomago, y las gotas de los ojos, y los supositorios para el estreñimiento... y yo sin mis medicinas, no soy nadie. Lo siento”.
Y me desperté. Os juro que todo me parecía tan real como la taza de chocolate con churros que tenía delante... y es que hay noches que me dan por soñar unas cosas tan raras...
Nota: Cualquier parecido de los personajes de este cuento con la vida real es pura coincidencia; pero os aseguro que este cuento está basado en sueños reales.
lunes, 24 de mayo de 2021
POBRE HOMBRE RICO
Edilberto era un personaje de alta alcurnia y baja estofa. Había nacido en una familia de rancia estirpe, aunque venida a menos por el mal vivir de su bisabuelo paterno que curiosamente también llevó su nombre y del que posiblemente heredó su baja condición moral.
Ya desde pequeño todos le conocieron por Berto y la pérdida del inicio de su nombre le privó, casi con seguridad, de llegar a ser edil del pueblo, como lo habían sido varios de sus ilustres e ilustrados ancestros.
Heredó, eso sí, la costumbre del mínimo esfuerzo y la holgazanería de la prístina tradición familiar y como con el paso de los años se habían perdido los caudales que habían permitido a sus antepasados holgar y mantener la prestancia de sus apellidos, el pobre Berto, ya sin el “Edil” se vio abocado a una vida de escasez rallana casi en la miseria.
Durante toda su vida maldijo a su tocayo y disoluto bisabuelo pero no intentó en ningún momento emular a sus otros ascendientes, que también los hubo, que si brillaron por sus virtudes y laboriosidad; con lo que solo dejó a la posteridad una amarga imagen de fracaso que fue el baldón que acompañó a su descendencia.
De nada sirve nacer rico si tú solo eres un pobre hombre. (Esta es la moraleja)
domingo, 23 de mayo de 2021
PENTECOSTES
Cuenta el libro de los Hechos de los Apóstoles que cincuenta días después de la celebración de la Pascua, estando reunidos los apóstoles, llegó el Espíritu Santo y el infundió la fuerza para predicar el evangelio y les dio el don de lenguas con lo que sus palabras, de hombres incultos, eran entendidas por los forasteros que habían llegado a Jerusalén desde tierras lejanas: Partos, medos y elamitas, habitantes de Mesopotamia, de Judea y de Capadocia, del Ponto y de Asia, de Frigia y de Panfilia, de Egipto y de las regiones de Libia alrededor de Cirene, viajeros de Roma, tanto judíos como prosélitos , cretenses y árabes, que les oían hablar en sus idiomas de las maravillas de Dios.
Dos mil y pico años después, escuchando la radio de los representantes de aquellos apóstoles, podemos deducir que el Espíritu Santo les ha abandonado, porque ya no se reconocen en sus mensajes las maravillas de Dios, sino más bien, la injerencia en tomas que poco o nada tienen que ver con el mensaje de Cristo, desoyendo sus enseñanzas de que había que dar al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios.
Escuchando la emisora de los Obispos y a su locutor estrella, no digo los foráneos, sino ni siquiera los que hablamos su mismo idioma, podemos entender que sus formas chulescas y faltonas puedan trasmitir el amor al prójimo que se encuentra en el mensaje central del evangelio.
Por eso pienso que haría falta un nuevo PENTECOSTES.