sábado, 9 de febrero de 2019

REDES SOCIALES


Ya os he contado, creo, que tuve que anular mi cuenta de Facebook, porque se me ocurrió aceptar todas las solicitudes de amistad que me llegaban y a los pocos días mi página se llenaba a diario de todas las chorradas que circulaban por la red, que mis nuevos “amigos” se encargaban de “reenviar”. Tengo que reconocer que hasta te daba una cierta satisfacción cuando recibías alguna publicación original que se le había ocurrido a alguno de los que me habían solicitado mi amistad.
Tengo, en cambio, un amigo que, desde que se jubiló, se dedica a hacer informes y estudios sobre todo lo divino y humano y me llena el correo de tratados, cuyo contenido no siempre comparto, pero no me atrevo a decírselo porque no quiero perder su amistad. 
Seguro que alguno estará pensando que algo parecido hago yo con mis publicaciones en este blog; la diferencia, sensible, es que yo me limito a publicarlo y no se lo envío a nadie para obligarle a leerlo y si no comparte mis criterios ni mis contenidos, con no volver a visitar El Eremita, está todo solucionado.

Sin embargo, con el cierre de mi Facebook, no se ha solucionado el problema. Ahora el problema es el Whatsapp. Y no es que esté en muchos de estos grupos, pero el caso es que como “to quisque” puede mandarte lo que le parezca, solo con saber el número de tu móvil, el mío no para de pitar todo el día y se está llenando de “reenviados”, muchos de ellos repetidos, en los que abundan los ramos de flores, los chistes malos, los consejos a los mayores para mejorar su vida, y alguna que otra alarma diciéndote como te pueden timar; amen, claro está de las consignas políticas que van variando en función de los vaivenes de la situación coyuntural. Y como el buen gusto y la educación  no suele ser la norma de esta clase de mensajes; tienes que ser muy comedido para no contestar con un exabrupto, aunque sea con emoticonos, que según me dicen hay siempre uno adecuado para contestar; y es que no sé si lo sabéis, pero los watsapps los carga el diablo.
Por eso, me estoy pensando borrarme también del Whatsapp.., aunque pensándolo bien no lo haré porque ya no podría recibir las fotos de mis nietos que me suelen mandar mis hijos.

martes, 5 de febrero de 2019

RUFINO CARABALLO SÁNCHEZ, OTRO CURA DE CHINCHÓN.


Ya he comentado en diversas ocasiones que recibo frecuentemente comunicados de personas directa o indirectamente relacionadas con nuestro pueblo que se dirigen a mi por las publicaciones de mi blog del Eremita, generalmente para solicitarme alguna información, pero al mismo tiempo me dan informaciones interesantes sobre hechos o personajes relacionados con Chinchón.
En esta ocasión ha sido Antonio Caraballo Sierra, que vive en Francia desde el año 1954. Tenia 3 años cuando tuvo que emigrar con sus padres.
Me cuenta que su bisabuelo se llamaba Cayetano Caraballo Barranco, y era tonelero, siguiendo la tradición familiar y nació en Chinchón en los años 40 del siglo XIX y se casó con Felipa Sánchez Martinez, natural de Úbeda.
Su primer hijo se llamó RUFINO CARABALLO SÁNCHEZ que nació en Chinchón sobre 1870. Se ordenó sacerdote y fue profesor del Seminario Conciliar de San Ildefonso de Toledo , dónde figuraba ya como profesor en el año 1897. Tenemos también constancia de que en la apertura de curso académico 1904-05 del Seminario, al entonces joven doctor don Rufino Caraballo Sánchez, le fue encomendado pronunciar el discurso de apertura.
Posteriormente fue nombrado Párroco de Santa Maria de Guadalajara, donde ejerció desde 1907 a 1928.
En el año 1932 figuraba como catedrático de religión en el Instituto Victoria Eugenia de Melilla. 
Es pues un sacerdote más que hay que añadir a la amplia nómina de curas de los que ya escribí en la monografía “LOS CURAS DE CHINCHÓN” que podéis encontrar en este mismo blog.