sábado, 15 de julio de 2017

SEMBLANZAS DE CHINCHÓN. VIII.DON MANUEL ALVAR LÓPEZ.

8.- Don Manuel Alvar López, Hijo Adoptivo de Chinchón. (Personajes)

En la calle Costanilla segunda de Chinchón, vivió don Manuel Alvar, muy cerca de su amigo Eduardo Carretero, que fue quien le animó a venirse a vivir a nuestro pueblo. Aquí pasó sus últimos años con su esposa doña Elena Ezquerra y rodeado de sus hijos y sus nietos.

El Ayuntamiento de Chinchón inició con fecha 16 de noviembre de 1989 un expediente para nombrarle hijo adoptivo de Chinchón.


Aquel día, en su discurso explicó el porqué había llegado a nuestro pueblo:

“Y se vino a Chinchón. ¿Por qué? Desde lo alto veía muchas veces el paisaje austero y sereno de esta Castilla monacal y pobre. Si las tierras pudieran ser franciscanas, las de Chinchón lo serían. Cuando venía de Andalucía, veía estos campos en los que el hombre apenas es algo más que un pedazo de estameña, y los pueblos, la presencia serena y tranquila de las horas. Pensé que estar aquí sería vivir sin desazones. Fue entonces cuando lo conté: traté con gentes que eran personas y supe de las horas, largas, cuando los gorriones gritan o las golondrinas chían enloquecidas; cuando vi que las flores no eran efímeras, sino que duraban como un dulce canto de amor y los árboles daban lecciones de rigor y no de lujuria.”

Yo sólo le visité en una ocasión con motivo de la edición del libro “Chinchón en mi recuerdo” que recoge los poemas de don José Manuel de Lapuerta, en el que incluimos el párrafo de su discurso que he recordado antes. Allí nos recibió su esposa, y el nos mostró orgulloso su casa que era un compendio de toda su obra recogida en una espaciosa biblioteca con todos sus libros y escritos.


Murió en Madrid, el día 13 de agosto de 2001 y descansa en Chinchón. Cumpliendo sus deseos, su familia ha donado su extraordinaria biblioteca al pueblo de Madrid, para que sirva de base para la investigación lingüística española, a la que él contribuyó de forma decisiva.

Don Manuel Alvar, filólogo y académico de las Reales Academias Españolas de la Lengua y de la Historia, había nacido en Benicarló, provincia de Castellón el 8 de julio de 1923. Durante toda su vida se dedicó a desentrañar los misterios de nuestra lengua, y alcanzó la excelencia que fue reconocida por infinidad de premios y títulos que recibió en todo el mundo, llegando a presidir la Real Academia de la Lengua.

Un día pasó por Chinchón y quiso vivir aquí para el resto de su vida y pidió descansar aquí, también, para la eternidad.

El 25 de noviembre de 1989, en el Salón de Plenos del Ayuntamiento de Chinchón, le fue entregado el título de hijo adoptivo de Chinchón, y en el discurso que pronunció ese día nos dejó, con palabras que sólo él era capaz de escribir, el por qué, un dialectólogo, como le gustaba llamarse, había escogido Chinchón, para quedarse:

"El dialectólogo que vio estas tierras desde el azul del cielo, ahora se ha acostumbrado a mirar el cielo desde la hondura de la tierra, cuando el relente aún no ha dejado el reposo de la hoja, ni el humo empieza a denunciar la vida, ni el gañido de los perros se amortigua. Viendo las rayas blancas marcando el azul transparente, la vida del dialectólogo se hace más larga porque sabe que vivir es amar a todas estas cosas que, acaso, a los demás no dicen nada y que aquí le permiten vivir, con sus amigos, con sus libros y, lo que importa más, consigo mismo".

El Ayuntamiento de Chinchón dio su nombre a la nueva Casa de Cultura que se hizo frente al Monasterio de las Madres clarisas, en lo que fue el matadero municipal.



El Eremita.
Relator independiente.


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viernes, 14 de julio de 2017

jueves, 13 de julio de 2017

SEMBLANZAS DE CHINCHÓN. VII. EL CEMENTERIO DE CHINCHÓN.


7.- El Cementerio de Chinchón. (Historia)


El año 1834 será recordado en Chinchón por la gran epidemia de cólera que asoló toda España. La enfermedad llegó a Chinchón a principios del verano, causando numerosas víctimas. 

El cementerio del pueblo estaba en pleno casco urbano, junto a la Iglesia de Santa María de Gracia y enfrente de la torre. La junta de Sanidad temiendo que el enterramiento de los fallecidos por la epidemia, podría crear un foco de infección dentro del propio pueblo, propone a la Iglesia la construcción de un cementerio en despoblado, eligiéndose un terreno a medio kilómetro al norte de la población, junto a la ermita de San Ana. Eligieron una parcela cuadrada de ciento cincuenta pies de lado. El nuevo camposanto fue bendecido por el párroco don Nicolás Montes el día 13 de julio de 1834, y al día siguiente fue sepultado el cadáver de Marcelino de la Cruz.

Poco después se construyó la tapia del cementerio, subastándose estas obras y las de la restauración de la ermita, ajustándose en el precio de 12.512 reales siendo adjudicadas al contratista Antonio Mendoza. Como la parroquia no disponía de dinero por las obras de restauración de la iglesia, lo adelantó el Ayuntamiento, de los fondos del pósito, devolviéndolos la parroquia al año siguiente.
La epidemia duró sólo dos meses pero en este tiempo murieron 179 personas, siendo afectadas cerca de 1500 más.





Precisamente en la tapia del cementerio, a finales del siglo pasado, se instaló un precioso Viacrucis, obra de Eduardo Carretero.  Es un bajorrelieve vaciado en cemento que no tiene sólo la representación de las 14 estaciones tradicionales, sino que se completa con una más: la Resurrección de Jesucristo, porque el artista opinaba que todo viacrucis no tiene sentido si no va seguido por el triunfo de la Resurrección.



El Eremita.

Relator independiente.

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martes, 11 de julio de 2017

SEMBLANZAS DE CHINCHÓN. VI.LA VIEJA CAPILLA DEL CONDE.

6.- La vieja Capilla del Conde. (Monumentos)

Parece obligada una parada en la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, porque allí se encuentra la más famosa obra de arte que hay en Chinchón: El cuadro de la Asunción, que pintó Goya.

El templo se había proyectado con una planta longitudinal, en forma de cruz latina, de una sola nave y crucero poco desarrollado. Este planteamiento, característico de las iglesias renacentistas, da al espacio un efecto centralizador. En la parte sudeste del edificio se proyecta una estructura de planta cuadrada que sería la torre y que nunca llegaría a construirse. La sacristía, de planta rectangular se sitúa a continuación del brazo oeste del crucero.

El edificio tiene dos puertas de entrada, una situada en la fachada sur, que presenta un desnivel de 1,80 metros con respecto a la calle, salvado por tramos de escaleras. Según la inscripción que aparece en el dintel de esta puerta, la portada actual se colocó en el año 1846, y provenía de la fachada de la Iglesia del Rosario, que había pasado a propiedad del Estado por la Desamortización de Mendizábal. La segunda puerta se encuentra en el muro oeste. Actualmente está totalmente desprovista de elementos ornamentales y en mal estado de conservación.

En el interior, se distribuyen cuatro capillas hornacinadas. Según una intervención arqueológica, la Iglesia ha sufrido distintas transformaciones desde su construcción hasta nuestros días. En este estudio se han identificado distintas fases que están en relación con las numerosas reconstrucciones. Estas sucesivas reformas han supuesto unas transformaciones que han dejado su huella tanto en el interior como en el exterior de la Iglesia. En este se alternan distintos estilos arquitectónicos combinados armónicamente, lo que dificulta su correcta adscripción cronológico-cultural. La presencia de elementos góticos con elementos plenamente renacentistas contrasta con la uniformidad estructural del edificio. El estudio detallado permite documentar la existencia de elementos añadidos y muchas alteraciones de la obra original.

El templo es una fábrica de sillería de arquitectura característica de los reinados de Carlos I y Felipe II. La parte baja de la Iglesia es de estilo plateresco y la parte alta de estilo trentino o herreriano. Acerca de esta última parte cabe aventurar la hipótesis de que pudo ser el mismo Juan de Herrera quien la pudo trazar. Esta hipótesis puede estar basada en el hecho de que cuando muere Juan Bautista de Toledo, primer arquitecto del Monasterio del Escorial, muere también don Pedro de Hoyos, secretario de Felipe II para esta obra. Al arquitecto fallecido, tras pequeñas intervenciones de Gaspar de la Vega, le sucede Juan de Herrera. Al secretario le sucede el tercer conde de Chinchón, don Diego Fernández de Cabrera y Bobadilla. Por lo tanto, la relación entre ambos debió ser muy estrecha. Tanto es así que Juan de Herrera trabaja en el castillo de Odón, propiedad del conde, y estando en construcción la iglesia de la Piedad de Chinchón, y habiéndose terminado con el estilo herreriano, es muy verosímil que fuera el mismo Herrera quien trazara la terminación del edificio.

En el presbiterio y en la cripta que se encuentra debajo del altar mayor existieron distintos sepulcros, en los que había colocadas losas con inscripciones alusivas a los mismos.
De la existencia de estos sepulcros tenemos noticias por las contestaciones al cuestionario que había solicitado el Cardenal Lorenzana a todos los párrocos de la Diócesis de Toledo, realizadas por el entonces párroco de Chinchón, don Miguel Ramón y Linacero en el año 1786. Así se detallan en las Relaciones de Lorenzana:

"A los lados de los retablos están los mausoleos de los condes, todos de mármol de colores diferentes, aunque domina más el negro. Son de orden dórico y siguen la misma proporción que el del retablo, pues juegan igualmente unos y otros cornisamentos. En el de la derecha están las estatuas de los condes y en el de la izquierda, las de las condesas, todas de estatura a lo natural, perfectamente acabadas”.

Para terminar, y dejando aparte el cuadro de Goya, hay que resaltar otra obra de arte que se puede contemplar en la Iglesia. Es la imagen del Cristo Crucificado. Es una escultura tallada en madera y posteriormente dorada y policromada y representa a Jesús muerto sobre la cruz, con un cuerpo de correcta anatomía. La cabeza tiene cabellos largos, barba, bigote, los ojos cerrados y se inclina sobre el hombro derecho.

El pie derecho monta sobre el izquierdo y ambos están atravesados por un clavo, como cada mano por separado. La parte de la carne está policromada para conseguir un mayor realismo. El paño de pureza presenta plegados sencillos y planos, anudándose en la cadera derecha. Está dorado. La cruz se estrecha por la parte inferior lo que indica que la obra se concibió como imagen para encabezar procesiones.

Es una talla de Arnao de Bruselas, que trabajó en la escuela escultórica aragonesa de mediados del siglo XVI. Se trata de una obra renacentista en la que se pueden apreciar la influencia del escultor valenciano Damián Forment, que trabajó también en Aragón.

Pero vamos a centrarnos en algunos datos históricos de la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción.

Corrían los primeros años del siglo XVI; la población de Chinchón había aumentado considerablemente, por lo que la antigua Iglesia de Santa María de Gracia era claramente insuficiente para albergar a todos los fieles. Sin duda, los clérigos de Chinchón platearían a los condes la necesidad de construir una nueva, que pudiese tener una doble finalidad, capilla de los condes e Iglesia parroquial.

En el año 1534 se inician las obras de construcción del nuevo templo.

Los maestros Juan y Diego Gutiérrez son el encargado de iniciar la primera parte de la obras, ajustándose éstas en un total de diez mil ducados, que serían sufragados por los vecinos, rentas de la Parroquia y aportaciones de los condes.
Las obras se dilataron durante casi cien años, más por dificultades en la financiación que por la envergadura de la obra. Según la documentación de que disponemos, se fija la terminación de la Iglesia en el año 1626.

El estudio en profundidad del edificio, sugiere que el autor de la Iglesia fue Nicolás Vergara el Mozo, o alguno de sus discípulos, aunque también se alude a la posibilidad de la intervención de Alonso de Covarrubias. Es posible, incluso, que el mismo Juan de Herrera interviniese en el diseño de algunas partes de la Iglesia.

Como ya se ha dicho, la construcción de la Iglesia sufrió grandes retrasos por la falta de financiación. Hubo varias reuniones de los responsables municipales y eclesiásticos con los condes de Chinchón. Concretamente el 23 de mayo de 1586, 22 de enero de 1587, y otra en el mes de febrero de ese mismo año. En estas reuniones se convino con el conde de Chinchón y su hermano don Andrés, arzobispo de Zaragoza, "que no pudiéndose congregar en la iglesia vieja ni la cuarta parte de los mil trescientos vecinos que tenía la villa y estando empezada hacía más de cuarenta y ocho años la iglesia nueva, de cantería y muy capaz para todos los vecinos y cerca de la iglesia antigua, era tan costosa la obra que no podía terminarse en ciento ni doscientos años con la renta de la otra".

Como solución y con el fin de acelerar las obras, se toma el siguiente acuerdo entre el conde, su hermano el Cardenal, el clero y el Ayuntamiento de Chinchón:

"Que los condes concluyan la capilla mayor, con retablos, enlosados, escaños y asientos, y que dicha capilla sea para entierro de los dos, sucesores y parientes y no de otra persona. Que los condes tengan derecho de patronato y puedan hacer sepulcros y bóvedas, poner túmulos, bustos, escudos y letreros y abrir puertas, ventanas tribunillas y pasadizos desde su casa; que en esa conformidad, el pueblo, ayudado con las rentas de la iglesia y con limosnas, se encargue de hacer el resto de la iglesia, torre y tribuna."

La prerrogativa de usar la iglesia como enterramiento es utilizada por distintos condes. En el presbiterio y en la cripta que se encuentra debajo del altar mayor existieron distintos sepulcros, en los que había colocadas losas con inscripciones alusivas a los mismos.

Cuando toma posesión del condado el Infante don Luis

Antonio de Borbón y Farnesio, nombra Capellán Mayor de la Capilla de la Piedad y Cura propio de la Villa de Chinchón, a don Miguel Ramón y Linacero.

Éste, en el año 1782, es el promotor de la remodelación y ornamentación de la Iglesia de la Piedad.

Consigue que el Conde envié a Chinchón a su arquitecto Ventura Rodríguez, que se encarga de planificar las obras, haciendo grandes cambios en todo el templo, sobre todo en el presbiterio. 

El día 29 de diciembre de 1808, las tropas francesas arrasan Chinchón, como represalia por la muerte de unos soldados en la plaza del pueblo. La Iglesia de Nuestra Señora de Gracia, el castillo y el palacio de los condes, diversas casas del pueblo, y también, la Iglesia de la Piedad, son incendiados y saqueados. Se pierden obras de arte de incalculable valor, como el cuadro de la Asunción de Claudio Coello, que no tenemos noticias si aún presidía el retablo de la vieja iglesia, o había sido ya trasladado a la iglesia de la Piedad. Los archivos de la iglesia son pasto de las llamas y entre las cenizas quedan enterrados los vestigios históricos de nuestro pasado. Las tumbas de los condes que descansaban en la cripta son profanadas y destruidas las lápidas que las cubrían.

Según el libro-registro parroquial de defunciones que se inicia con las partidas de los que murieron ese día, fueron 56 los chinchonenses asesinados por los soldados franceses, pero, años después, hecho el recuento total de los fallecidos se llegaron a contabilizar un total de 103 muertos, todos ellos varones. Era cura párroco de Chinchón don José Robles, y capellán de los condes, don Camilo de Goya y Lucientes. El notario de Chinchón, don Gabriel González Rey levantó acta notarial de los sucesos acaecidos en aquellos luctuosos días. En el año 1924 se construyó un nuevo retablo, que es el que ha llegado hasta nuestros días. Fue costeado por suscripción popular a iniciativa del capellán don León Montero Frutos.

Pero, de nuevo, la iglesia vuelve a sufrir otra grave agresión. El 18 de julio de 1936 se inicia la Guerra Civil. Chinchón queda en zona republicana y la iglesia es incendiada, quemándose altares e imágenes. La Iglesia se convierte en garaje y taller mecánico, aprovechando las escaleras del presbiterio para hacer el foso de reparaciones. El cuadro de Goya, afortunadamente, es descolgado y se traslada a Ginebra junto con otras obras de arte, por lo que no sufre ningún desperfecto grave.

Cuando termina la guerra en el año 1939, antes de ser colocado el cuadro en su lugar, figuró en la exposición "De Barnaba de Módena a Francisco de Goya" que tuvo lugar en el Museo del Prado, para lo cual se hubieron de restaurar pequeños desperfectos ocasionados en el viaje.

En el año 1966 se hace un proyecto de ordenación de la Plaza Mayor por el Ministerio de la Vivienda, Dirección General de Arquitectura. Sección de Ciudades de Interés Artístico Nacional.

Dentro de este mismo proyecto se contempla algunas reformas en la Iglesia de la Asunción: "la restauración del gran arco de la fachada que da a la plaza, picando el paramento enfoscado que enmarca el arco de piedra y chapándolo de sillería, rehundida sobre el parámetro de la fachada 15 centímetros, y haciendo un gran óculo de piedra moldurada que ordene los elementos de fachada. Las obras se efectúan durante los años 1967 a 1970, siendo entregada, provisionalmente, la obra en el año 1974, pero sin recrecer el contrafuerte de la derecha, tal y como se había previsto en el proyecto.

Para las restantes obras de restauración se necesitaron largos años de trabajos, lentos y laboriosos, puesto que la financiación era escasa y difícil de conseguir.
Cuestaciones y suscripciones populares, ayudas del obispado de Madrid-Alcalá y de la Diputación Provincial de Madrid, lograron que se pudiesen llevar a cabo una importante restauración.

En el año 1978 se termina la reconstrucción de la sacristía. Se levanta con un piso menos, pero guardando un perfecto acabado, ya que se utilizan las mismas piedras que habían sido numeradas al hacer la demolición. El coste total de las obras asciende a 3.305.150,88 Pesetas.

D. Moisés Gualda, el cura párroco de Chinchón, animado por el éxito de esta reconstrucción, se plantea continuar con las reformas. En el interior, se descubren las columnas de piedra, teniendo que restaurar partes que estaban parcialmente destruidas. Se descubren de nuevo los arcos de piedra de las capillas laterales, dejando libres los ventanales ojivales que habían sido medio tapados en la reforma anterior. Se refuerzan los arcos interiormente con hierros para garantizar su firmeza, y se repasa la cubierta del tejado, quitando goteras y reponiendo tejas.

En el año 1999 se efectúan obras de reparación de la cubierta y a continuación se inicia un estudio para la restauración integral del templo, para lo cual, el 30 de mayo de 2003 se traslada el cuadro de la Asunción de Goya al Museo del Prado para evitar los posibles daños que se podrían ocasionar por las obras de restauración. Allí permanece expuesto, en calidad de depósito, hasta finales del año 2005, en que terminaron las obras.


El Eremita.

Relator independiente.


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