sábado, 18 de marzo de 2017

RAMÓN RAMÍREZ, DETENIDO.



En aplicación de la normativa aprobada en las Cortes Españolas, el célebre Ramón Ramírez ha sido detenido y puesto a disposición judicial.
Como es sobradamente sabido, Ramón Ramírez fue el que, ya hace tiempo, cortó el rabo al perro de San Roque, lo que hasta ahora había quedado totalmente impune.
Ahora, gracias a la ley aprobada en las Cortes el pasado 16 de marzo, las autoridades policiales han detenido al causante de la mutilacion del pobre perro de nuestro patrón San Roque y el infractor deberá responder de su fechoría y explicar, en sede judicial, los motivos que le llevaron a perpetrar tamaño desatino y si detrás de esta acción se encuentra alguna organización terrorista o confabulación judeo-masónica.
¿Os acordáis? Es aquella célebre frase tan difícil de pronunciar para los franceses: "El perro de San Roque no tiene rabo porque Ramón Ramírez se lo ha cortado..."

lunes, 13 de marzo de 2017

LOS SENTIMIENTOS SON CIEGOS.



Dicen que el amor es ciego y han llegado a demostrar científicamente por qué. Pero también son ciegos todos los demás sentimientos de los hombres, y de las mujeres, claro.
Solo así se puede explicar cómo dos personas ante un mismo hecho pueden llegar a conclusiones totalmente opuestas.
He hablado en este sentido de los hinchas deportivos, de los fanaticos religiosos, de los adeptos políticos, y cómo los promotores de los clubes deportivos, los gurú de las religiones, y los líderes políticos intentan por todos los medios inculcar a sus seguidores que su club, su religión y su partido son mucho más que un club, una religión o un partido; son un sentimiento.
Y así vemos como hay personas que se comportan con una total ceguera cuando se dejan llevar por sus sentimientos. Y lo más significativo de estos comportamientos es que los afectados difícilmente van a aceptar esa ceguera y van a defender su racionalidad a la hora de tomar decisiones, asegurando que no se dejan llevar por los sentimientos sino por la razón.
Y eso que es evidente para la mayoría a la hora de juzgar al prójimo, es difícilmente aceptable cuando nos enfrentamos a las propias actuaciones, que siempre vamos a considerar ecuánimes y no guiadas por la "ceguera" que nos ocasiona nuestros propios sentimientos, y siempre aseguraremos que nuestro caso es totalmente diferente al que vemos en el comportamiento de los demás.