sábado, 8 de marzo de 2014

HISTORIA Y MITO



“Son dos formas radicalmente distintas de acercarse al conocimiento del pasado. La primera se basa en pruebas documentales que se interpretan a la luz de un esquema racional; el segundo quiere dar lecciones morales” 


Una de mis aficiones es la investigación histórica, aunque centrada solamente en lo concerniente a mi pueblo, porque uno sabe sus limitaciones y aún la historia de Chinchón es demasiado grande para un “historiador” aficionado como yo. El domingo día 2 de marzo encontré este artículo de JOSÉ ÁLVAREZ JUNCO , en el periódico El País, y me ha parecido interesante dejar constancia de él en mi blog, porque lo considero ponderado e interesante, además de compartir con el autor la mayoría de sus tesis. Dice así el artículo, que titula HISTORIA Y MITO:

"Continúa la batalla por la historia. Y continuará, porque, como ha escrito Richard Rorty, la lucha por el relato del pasado es la lucha por el liderazgo político. Me atrevería a matizarlo: es la lucha por la legitimidad, tanto de líderes como de instituciones. Cuando la Biblia narra la creación del hombre en primer lugar y de la mujer a partir de la extracción de una costilla suya —porque “no es bueno que el hombre esté solo”—, está legitimando la postergación y sumisión del género femenino; como cuando relata el pecado original está justificando la obligación de trabajar.

Me objetarán: pero la Biblia no es un libro de historia; es una narración legendaria, es puro mito; son hechos que no están avalados por evidencia alguna; aceptarlos o no es un acto de fe. De acuerdo. Pero es que el mito, no lo olvidemos, fue el origen de la historia y ha seguido estando íntimamente unido a ella hasta hoy mismo —y en dosis nada despreciables—.

Llamamos mito a un relato fundacional (M. Eliade), que describe “la actuación ejemplar de unos personajes extraordinarios en un tiempo memorable y lejano” (García Gual). El mito versa sobre las hazañas y penalidades de unos héroes y mártires que son los padres de nuestro linaje. Su conducta encarna los valores que deben regir de manera imperecedera nuestra comunidad. No es historia, claro, porque no se basa en hechos documentados. Pero de ningún modo es un mero relato de ficción, al servicio del entretenimiento, pese a que su belleza formal también pueda hacerle cumplir esa función. Responde, por el contrario, a una pregunta existencial (Lévi-Strauss): narra la creación del mundo, el origen de la vida o la explicación de la muerte. Está basado en oposiciones binarias: bien/mal, dioses/hombres, vida/muerte. Expresa deseos —que el héroe intenta llevar a la práctica—, perversiones y temores —encarnados en monstruos—, e intenta reconciliar esos polos opuestos para paliar nuestra angustia. El mito es, en términos del psicólogo Rollo May, un “asidero existencial”, algo que explica el sentido de la vida y de la muerte. No es, en modo alguno, inocuo. Está cargado de símbolos, de palabras y acciones llenas de significado. Y tiene gran interés, como cualquier antropólogo sabe, para entender las sociedades humanas.


La Historia —con mayúscula, es decir, como rama del conocimiento, no como mera sucesión de hechos— es un género radicalmente diferente. Porque es un saber sobre el pasado; quiere estar regida por la objetividad, alcanzar el status de ciencia, como otros campos del conocimiento humano. Nunca será una ciencia dura, desde luego, comparable a la Biología o a la Química, ni tendrá el rigor lógico de las Matemáticas; ante todo, porque se basa en datos interpretables, de origen subjetivo normalmente; pero, además, porque en su confección misma tiene mucho de narrativa, de artificio literario (Hayden White). Quiere ser, sin embargo, una narrativa veraz, basada en pruebas documentales que se interpretan a la luz de un esquema racional. No es pura literatura de ficción (pese a los intentos de S. Schama).

El mito, en cambio, no busca, ni aparenta buscar, un conocimiento contrastado de los hechos pretéritos. Su objetivo es dar lecciones morales, ser vehículo portador de los valores que vertebran la comunidad. Desde el punto de vista político, su importancia se deriva, por tanto, de que crea identidad, de que proporciona autoestima. Los individuos que sufren una amnesia total carecen de identidad. Y las comunidades humanas, cuando aceptan o interiorizan un relato sobre su pasado común —un relato cargado de símbolos, como el mito—, construyen a partir de él todo un marco referencial, al que se llama cultura, en el que consiste su identidad colectiva y que proporciona estabilidad y seguridad a sus miembros.

Historia y mito son, por tanto, dos formas radicalmente distintas de acercarse al conocimiento del pasado. Y, sin embargo, pese a ello, hay que reconocer, para empezar, que la historia tuvo su origen en el mito; y que, además, tampoco puede evitar desempeñar la función de crear identidad y proporcionar autoestima. Porque, al relatar nuestro pasado, legitima ciertas propuestas políticas, bien como retorno a situaciones pretéritas idealizadas o como derecho a alcanzar antiguas promesas.


En el mundo contemporáneo, el posterior a las revoluciones liberal-democráticas, el sujeto de la soberanía por excelencia ha sido la nación. Consecuentemente, los libros de Historia se han reorientado para hacerlos girar en torno al sujeto nacional. Porque los Estados hoy existentes se consideran encarnación de esa nación o comunidad ideal y, para legitimarse, proyectan hacia atrás la existencia de aquella mucho más de lo que una mente crítica aceptaría. En el caso español, en los manuales escolares de Historia que se usaban cuando la gente de mi edad éramos niños enseñaban que Viriato había luchado por la “independencia de España” frente a las legiones romanas, en el siglo II antes de Cristo, o que, por esa misma causa y en época cercana, los habitantes de Sagunto y Numancia habían preferido suicidarse colectivamente a rendirse, ante la aplastante superioridad de los sitiadores cartagineses o romanos, los cuales, al entrar, solo encontraron cadáveres y cenizas. No importaba que Sagunto fuera una colonia griega ni que ninguna fuente histórica directa testimonie la muerte de todos sus habitantes; Tito Livio, al revés, consigna que Aníbal tomó la ciudad al asalto y Polibio dice que consiguió en ella “un gran botín de dinero, esclavos y riquezas”. En cuanto a los numantinos, resistieron, según Estrabón, heroicamente, “a excepción de unos pocos que, no pudiendo más, entregaron la muralla al enemigo”. Tampoco suele dedicarse un instante a reflexionar sobre si Viriato, “pastor lusitano”, podría comprender el significado del concepto de “independencia”, ni aun el de la palabra “España”, porque, en sus montañas de la hoy frontera portuguesa, difícilmente habría visto un mapa global ni tenido idea de que vivía en una península.

El historiador nacionalista —dan ganas de poner comillas al primero de estos dos términos— deja de lado todos esos datos porque lo único que le importa es demostrar la existencia de un “carácter español”, marcado por un valor indomable y una invencibilidad derivada de su predisposición a morir antes que rendirse, persistente a lo largo de milenios. Y digo bien milenios, porque el salto habitual, desde Numancia y Sagunto, suele darse hasta Zaragoza y Gerona frente a las tropas napoleónicas; y vade retro a aquel que se atreva a objetar, por ejemplo, que todo el territorio “español” —godo— se abrió sin ofrecer una resistencia digna de mención ante los musulmanes, tras una única batalla junto al Estrecho. Al historiador nacionalista le importa, en definitiva, dejar sentado, por usar términos que gustan al actual presidente del Gobierno, que España es “la nación más antigua de Europa”; o del mundo.


Como la imaginación de la que estamos dotados los humanos es, desgraciadamente, bastante limitada (pobres de nosotros de haberse hecho realidad aquello de “la imaginación al poder”), los topoi mitológicos son relativamente pocos; y se repiten. Volviendo a Sagunto y Numancia, hay que recordar que el caso canónico, mucho más conocido que el español, sobre una ciudad sitiada que decide inmolarse ante el imparable ataque enemigo, es el de la fortaleza judía de Masada, cuyos defensores se dieron muerte antes que rendirse a los romanos. El relato de Josefo, única fuente directa sobre el tema, menciona, de todos modos, algunas excepciones a aquel suicidio colectivo; y la evidencia arqueológica no ha aportado prueba alguna de la hecatombe. Pero no terminan aquí las imitaciones. Dos Historias de Galicia de mediados del XIX, las de José Verea y Aguiar y Benito Vicetto, incluyeron el episodio del Monte Medulio, donde los celta-galaicos, tras resistir heroicamente frente a la abrumadora superioridad romana, acabaron entregándose también a la orgía suicida. Eran los mártires que el galleguismo necesitaba en su despertar nacionalista.

Pero las otras versiones ibéricas de la mitología nacionalista que se disfraza de historia, tantas veces mimetizadas de la españolista, pueden dejarse para otra ocasión".

José Álvarez Junco es catedrático de Historia en la Universidad Complutense de Madrid. Su último libro es Las historias de España (Pons/Crítica).

viernes, 7 de marzo de 2014

EXPOSICIÓN VIRTUAL.

Desde la sala de Exposiciones del Eremita, otra entrega de temas taurinos:





jueves, 6 de marzo de 2014

PASEANDO POR NUESTROS LUGARES COMUNES III

Hoy, terminado ya el corto mes de febrero, os invito a otro paseo nostálgico por esos lugares comunes de nuestro pueblo.


Y hemos empezado por el Barranco, ahora no sé muy bien si por el Alto o por el Bajo en el año 1955, y vemos cómo Chinchón estaba por aquellos años muy deteriorado. Hasta el último tercio del siglo pasado las calles y las casas de Chinchón mostraban un total abandono.


Llegamos a la plaza por el Arco del Barranco,


Allí nos encontramos con un grupo de paisanos charlando tranquilamente, porque la plaza de Chinchón siempre ha sido un lugar de encuentro y un buen sitio para relacionarse. En primer plano un galgo que ese día debía tener vacaciones de su amo para no ir de caza.


Luego el Ayuntamiento, tal y como quedó después de la reforma del año 1903, abajo una fotografía tomada desde el mismo sitio, pero esta vez sin los trabloncillos y posiblemente de años anteriores.


Hoy vamos a salir del pueblo para llegar hasta el Castillo de Casasola, que se nos presenta sí de solitario y ruinoso, antes de que sus alrededores fuesen repoblados de pinos y vegetación.


En esta fotografía de la plaza vemos una concentración que no sé bien de qué era, aunque en internet, donde la he encontrado habla de una "cátedra", podía ser de la Sección Femenina o de la OJE.


Otra bonita fotografía desde el Liceo. aunque mucho más moderna.


No podíamos resistirnos a dar un paseo por los soportales que inmortalizó Inghe Morath a su paso por nuestro pueblo, a mediados del siglo XX.


Esta foto es de la plaza en obras en el año 1965, la tomé yo mismo con una cámara Werlissa Color, aunque en esta ocasión la película era en blanco y negro.


Dos vistas del teatro Lope de Vega, la primera en su estado original y la segunda de mediados del siglo pasado.


Y para terminar, la Fuente de Arriba, endía de corrida, debía ser el festival por lo concurrida que estaba la plaza.


miércoles, 5 de marzo de 2014

EXPOSICIÓN VIRTUAL

Como os comentaba el otro día, siguiendo con la exposición que estoy preparando de fotografías en lienzo, dedicada a Chinchón, en ella no va a faltar una referencia al tema taurino, pero visto desde un punto de vista muy personal con, incluso, algunas sorpresas. Hoy os dejo algunas muestras de esta fotografías tituladas "Tauromaquia" dentro de la exposición. De nuevo las presento en la sala de exposiciones del Eremita, y espero que os gusten.





lunes, 3 de marzo de 2014

LA LLUVIA TAMBIÉN ACUDIÓ A LOS CARNAVALES DE CHINCHÓN

Este año, como estaba anunciado, se celebró el Mercado Medieval con motivo del Carnaval. Durante el fin de semana han sido muchos los visitantes que se han querido acercar a Chinchón para celebgrar con nosotros esta fiesta. Ha sido tal la afluencia que hasta la lluvia no ha querido perderse esta celebración.


Estas son algunas instantáneas de la plaza y las distintas calles de Chinchón que se vistieron del Medievo para instalar los puestos y demás atracciones .


Entre las distintas actividades, tuvo un lugar preeminente la cetrería que mostró una vistosa colección de aves rapaces que deleitaron a los presentes con sus habilidades.



Este año también se ocuparon otras varias calles para instalar los puestos de los artesanos


Tenemos la esperanza que a la lluvia no le haya gustado demasiado esta celebración y que el año que viene no tenga a bien volvernos a visitar. Todos se lo agradeceremos.
Para terminar, una vez más, nuestra felicitación a la Asociación "Arco Iris" por todo el esfuerzo que realiza para conseguir que estas Fiestas de Carnaval, estén consiguiendo el prestigio que aumenta de año en año.

domingo, 2 de marzo de 2014

EXPOSICIÓN VIRTUAL.

Estoy preparando una exposición de fotografías sobre lienzo de 60x40. Como es posible que esta exposición pueda retrasarse, incluso anularse; he pensado empezar esta exposición virtual en la Sala de Exposiciones del Eremita, con una muestra de lo que podría ser la exposición verdadera. 
Esta es la primera entrega, que posiblemente tenga su continuación próximamente. 
No creo que haya que decir que el tema que he escogido es, como no podía ser de otra forma: CHINCHÓN.





Espero que os gusten.