jueves, 18 de julio de 2013

LA GENERACION QUE CONSTRUYÓ ESPAÑA.

“¿Quiénes son los pobres? Los nietos de los ricos”
Aforismo castellano

He recibido un correo que analiza la situación socio-económica de España y ensalza a la generación, que según el autor, forjó su crecimiento y las causas de la crisis actual.
No es que comparta totalmente sus premisas y conclusiones, pero como se ensalza a la generación a la que pertenezco, no me he resistido a publicarlo.
Que cada uno saque sus conclusiones, y algo de razón tiene el autor, del que desgraciadamente no conozco su nombre, por esa costumbre que existe en internet de no firmar lo que decimos:


“Cuando analizas lo que ocurre en una empresa o una sociedad, debes buscar las causas que provocan su situación, porque sólo trabajando sobre las causas, puedes cambiar los efectos. Y no tengo ninguna duda de que una de las principales causas de la prosperidad que vivimos en los años pasados fue la actitud de la generación de nuestros padres, y una de las principales causas de la crisis, es haber perdido esa actitud.

Recuerdo que hace años, un empresario brillante que viajó a China para hacer negocios, me comentaba: “China va a ser imparable. Cuando llegas allí el ambiente te recuerda la España de los años 70. Todo el mundo quiere trabajar mucho, ahorrar, comprarse su casa, su coche, que sus hijos vayan a la universidad… Cuando una generación está así centrada, no hay quien la pare” Este pensamiento me hizo reflexionar entonces y me ha vuelto a la memoria al contemplar a las tres generaciones que convivimos.

Mis padres tienen en torno a 70 años, y siempre han sido un ejemplo de trabajo, honradez, austeridad, previsión y generosidad. Pertenecen a una generación que, como dice mi padre, les tocó el peor cambio: de jóvenes trabajaron para sus padres y de casados para sus hijos.


Son gente que veían el trabajo como una oportunidad de progresar, como algo que les abría a un futuro mejor, y se entregaron a ello en condiciones muy difíciles. Son una generación que compraba las cosas cuando podía y del nivel que se podía permitir, que no pedía prestado más que por estricta necesidad, que pagaban sus facturas con celo, y ahorraban un poco “por si pasaba algo”, que gastaban en ropa y lujos lo que la prudencia les dictaba y se bañaban en ríos cercanos, disfrutando de tortillas de patata y embutidos, en domingos veraniegos de familia y amigos.

Y tan sensatos, prudentes y trabajadores fueron, que constituyeron casi todas las empresas que hoy conocemos, y que dan trabajo a la mayoría de los españoles.

Sabían que el esfuerzo tenía recompensa y la honradez formaba parte del patrimonio de cada familia. Se podía ser pobre, pero nunca dejar de ser honrado.

La democracia significaba libertad y posibilidades y seguir viviendo en armonía y respeto.


Y cometieron los dos peores errores imputables a esa generación:

1)      “Que mis hijos no trabajen tanto como trabajé yo”. Nos cargamos la cultura del esfuerzo y del mérito de un plumazo, convirtiendo el trabajo en algo a evitar.

2)      “Como tenemos unos ahorrillos, hijo, tu gasta, que para eso están tus padres”. Con lo que mi generación empezó a pensar que el dinero nacía en las cuentas corrientes de sus padres, que daban la impresión de ser inagotables y que los bancos eran unas fuentes inagotables de hipotecas, rehipotecas y contrarehipotecas.

Y entonces, eclosionó nuestra generación (yo soy del 67). La generación de los nuevos ricos, la generación de “los pelotazos”, del gasto continuo, de la especulación, de la ingeniería financiera, de la exhibición del derroche, la de lo quiero todo y lo quiero ya, la de “papá dame”.


Y todos nos volvimos ricos (en apariencia), todos nos convertimos en gastro-horteras. ¿Conocéis a alguien que se atreva a comer un bocata de chorizo? Le corren a gorrazos por paleto. Ahora hay que comer hamburguesas deconstruidas al aroma de los almendros al atardecer. ¿Y qué decir del vino? Pasamos del Don Simón con Casera, al Vega Sicilia sin fase de descompresión. El vino ya no está “bueno”, ahora tiene matices a fruta del bosque, con un retrogusto alcohólico, que adolece de un cierto punto astringente, con demasiada presencia de roble. Esto, por supuesto, a golpe de docenas de euro, que para ser un “enterao” hay que pasar por taquilla. ¡Y es que pocas cosas cuestan tanto, como ocultar la ignorancia!

Somos la generación de “endeudarse para demostrar que eres rico”. Increíble pero cierto.

-          ¿Sólo debes 500.000 €? Es que eres un cutre. Mira, nosotros debemos ya 2.000.000 y nos están estudiando una operación por otros 2 más.

-          Vosotros sí que sabéis sacar provecho al sistema… Ojalá yo algún día pueda deber esas cantidades. ¡Cuánto envidio tus préstamos!

En Alemania no daban abasto a fabricar Mercedes, Audis, BMW para los españoles.

Irrumpió Europa en nuestras vidas y llegó en forma de mega infraestructuras que producían mega comisiones para todos los involucrados. ¡Viva el cazo! ¡Viva el yerno del Rey! ¡Que se besen los padrinos! Además llovían las subvenciones, nos daban una fortuna por plantar viñas y luego a los dos años otra fortuna por arrancarlas. Que llegaba un momento que no sabías si tenías que plantar o arrancar. A propósito, ¿Qué toca este año?

Si algún “tarao” dice que hay que parar esto, se le lapida y  “que no pare la fiesta”. Por supuesto que todos estamos de acuerdo que esto es imposible que se sostenga, pero hay que empezar a recortar por el vecino, que lo mío son todo derechos esculpidos en piedra en la sacrosanta constitución.

De la siguiente generación mejor no hablar (lo dejaré para otro post). Esa es la generación que dice el aforismo que será pobre, por ser nieta de ricos.

Si somos incapaces de volver a los valores con los que se construye una sociedad sostenible, nos hundiremos, eso sí, cargados de reivindicaciones.

En mi casa siempre he tenido un ejemplo vivo de cordura, honradez y esfuerzo. Y no han sido menos felices que nosotros. Los psiquiatras, de hecho, dicen que al revés, que han sido bastante más. Debe ser que la sencilla tortilla, el melón fresquito, comprar el sofá cuando se podía, poner las cortinas cosidas por nuestra madre, con ayuda de la abuela, trabajar y echarle huevos para emprender (aunque no lo llamaban así) no debía ser mala receta. 
Ellos, entonces, eran tan pobres que no tenían ni traumas (Esto es mío) 


Desde aquí quiero dar las gracias a mis padres y a toda esa generación que nos regalaron un país cojonudo, que nos hemos encargado de arruinar (entre todos, que todos hemos aplaudido la locura), y que sólo con que nos descuidemos un poquito más, le vamos a dejar a nuestros hijos un protectorado chino, donde serán unos esclavos endeudados y tendrán unas historias legendarias sobre la prosperidad que crearon sus abuelos, empeñaron sus padres y son incapaces de imaginar los nietos.

Estamos a tiempo de cambiarlo, pero cada vez tenemos menos. Podemos encontrar maestros en casa”

Pues eso, que dicho queda.

lunes, 15 de julio de 2013

REGENERACIÓN IMPRESCINDIBLE.


Me había prometido a mí mismo que no volvería a escribir de política, pero debo tener poca fuerza de voluntad o no me importa demasiado faltar a mis promesas cuando me las hago a mí mismo; así que aquí me tenéis de nuevo con el tema de moda.
En el año 2011 ya lo anunciaban Juan Vázquez Yebra y Diana Vázquez Rolland en su libro “La desafección social hacia los partidos políticos” del que hice un comentario en este mismo blog en este enlace: 


Los políticos o mejor dicho, los partidos políticos están de capa caída. Y además pienso que con toda la razón.
El señor Griñan y el señor Chaves son responsables de lo que ha pasado en Andalucia con los ERES. El señor Aznar y el señor Rajoy, lo son por el caso Bárcenas, como el señor Mas  lo es del caso “Liceo”. Y todos ellos deberían haber presentado la dimisión de sus cargos, porque lo que ha ocurrido en todos estos casos, sucedió bajo su mandato y los “delincuentes” habían sido puestos por ellos o estaban bajo su mando. Y si ellos no toman la inciativa, el Sistema lo debía de propiciar sin paliativos.
Luego, si alguno de ellos, además de esta responsabilidad política, la Justicia demuestra que también cometieron algún delito que sean también juzgados por ello y la ley sea implacable.
Sólo así se llegará a una regeneración política imprescindible para que todo este tinglado empiece a funcionar.
Ya se sabe que el principal objetivo de un partido político es la conquista del poder. Y esto está admitido y hasta nos parece lógico; pero parece ser que para muchos políticos el objetivo personal es medrar para conseguir prevendas o “prevenditas”, y así vemos cómo en los más pequeños núcleos de poder también se pretende mantenerse en el cargo para seguir “viviendo” de los ciudadanos, y sus decisiones sólo están supeditadas a que se les siga votando.
Decían Juan y Diana Vazquez en su libro, que el problema no estaba sólo en los partidos y en los políticos, sino que también la sociedad tenía su responsabilidad. Ya es hora de que dejemos de ser “forofos” para defender “nuestros colores” y, de una vez por todas, dejemos de votar a los políticos y a los partidos que no asuman la imprescindible regeneración de la vida política.