sábado, 11 de junio de 2011

LA PRIMERA FLOR DE MI ROSAL

Mi rosal está en una zona umbrosa y es de floración tardía. Esta es la primera flor de mi rosal, y he querido compartirla con todos vosotros, ahora que la primavera toca a su fin; ahora que las noticias que leemos en  los periódicos, oímos en la radio o vemos en la televisión, nos asustan más que nos tranquilizan; ahora que los políticos andan a la gresca, como casi siempre; ahora que parece que los de la Puerta de Sol han decidido levantar el campamento, ahora es hora de olvidarse un poco de todo, aunque sólo sea para admirar esta bella rosa amarilla que ha sido la primera en nacer en mi rosal.


































La foto la hice el último domingo, mientras los niños de Chinchón salían de la Iglesia de hacer su primera comunión.

viernes, 10 de junio de 2011

RESTAURANTES DE CHINCHON: 15. EL JARDÍN DE LA CONDESA.



Restaurante abierto en 1992. Tiene plazas para 170 comensales y terraza en verano. En la calle Pozo de las Nieves nº 10, muy cerca del Castillo de Chinchón, es un lugar donde comer y, sobre todo cenar, en su amplio jardín y terraza de verano. Dispone también de amplios salones en carpas climatizadas para los días de invierno.




De su amplísima carta, destacamos:

Asadillo a la leña de pimientos aliñados
Amasijo de patatas, huevos y ajetes
Patatas chulas, camperas y calabacin
Sopa de ajo castellana
Esparragos trigueros a la sal
Corazoncitos de alcachofas con jamón
Ensalada con perdiz de tiro, piñones y pasas
Tomate "pata negra" con ventresca





Merluza a la cazuela con almejas y gambas
Pierna o Paletilla de cordero lechal asada
Chuletillas de cordero lechal
Filetes de solomillo fritos al ajo fino y módena
Churrasco
Rabo de toro estofado al seco de Chinchón
Perdiz de tiro escabechada
Carne roja de lomo de buey a la piedra




Arroz con leche casero
Peras al vino
Melon al Oporto
Helado de higos con nueces casero
Fresón con nata




Si llegáis a Chinchón por la tarde y hace calor, en el Jardín de la Condesa se está muy bien.

jueves, 9 de junio de 2011

¡ARBITROS!


Él siempre había sido una persona ecuánime y poco dado a la exageración. Le gustaba escuchar a los demás, sopesar los argumentos que los otros esgrimían para, después, ir desmontando sus premisas con sosiego y meticulosidad implacable, aportando argumentos fundamentados en la doctrina con que otros pensadores habían ido conformado el acervo filosófico de la humanidad.
Él era un hombre paciente... y tranquilo, pero, sentado en el calabozo de la comisaría, no paraba de repetir:
- ¡Es que el árbitro se ha tragado un penalti clamoroso!

miércoles, 8 de junio de 2011

EL TEATRILLO DE AUTÓMATAS DE JOSÉ GUTIÉRREZ SOLANA

Conocí a don José allá por el año 1918 en el Café Pombo, en el número 4 de la calle Carretas de Madrid. Siempre presumí de su amistad y tuvo gran influencia en mi carrera literaria, pero nunca pensé que nuestro encuentro había sido tan importante para él. 

Sentado en un velador junto a la ventana y ante un café que se hacía eterno y que terminaba irremediablemente helado, pasaba yo las tardes observando a los artistas que se reunían todas las semanas en la tertulia de don Ramón. Había vuelto del pueblo con la ilusión aún virgen de llegar a ser un gran escritor y por mi natural apocado y un tanto huraño, sólo me atreví a dirigirme a él después de haber cruzado algunos rutinarios y corteses saludos. Era ya un pintor famoso y, sin embargo, no era engreído y siempre se mostraba campechano con todos. Yo conocía que en sus años de niño había pasado grandes temporadas en Cantabria como yo.

Un día que don Ramón estaba de viaje y la tertulia se anuló, me atreví a invitarle  a merendar. Café con un suizo y un vaso de agua para cada uno. Se acercó el camarero con su bandeja redonda y reluciente y colocó el servicio después de limpiar afanosamente el mármol de la mesa. Nos quedamos solos, frente a frente, y se interesó por mi vida.

Le conté cómo quedé huérfano muy niño y tuve que trasladarme a la casona de mis abuelos en un pequeño pueblecito muy cerca de Santillana del Mar. Mis pocos años, los desvelos de mis abuelos, sus mimos y regalos hicieron que llegase a olvidar la falta de mis padres. Recordaba aquel caballo de cartón, que bauticé “Clavileño”, montado sobre una plataforma con ruedas que era mi trasporte favorito para recorrer las grandes salas de la casa. El detalle del caballo pareció captar su atención que hasta entonces había sido más cortés que realmente interesada. 

Los sábados por la tardes, continué,  mis abuelos se vestían para recibir la visita de los vecinos. En verano se formaba la tertulia en el porche de la casa, entre el dulce olor de las petunias y el agreste de la hierba recién segada en los prados, esperando ser rocogida en la pajera. La reunión se trasladaba junto a la chimenea del salón, cuando el otoño alfombraba el paseo de la alameda y el suelo del hayedo con las pinceladas ocres, marrones y doradas que caían de los árboles. 

Mi mente, sin quererlo,  me había trasportado casi físicamente a mis años de niño. Él también parecía estar ensimismado en sus recuerdos. 

En la tertulia, recordé, participaban todos, aunque solía terminar dividida en dos, con los hombres y las mujeres cada unos por su lado. Mi abuela les obsequiaba con unas rebanadas de pan, horneado por la mañana, untadas con mantequilla blanca y cremosa, que también se fabricaba en casa... 

- Yo también recuerdo mis despertares con el aroma crujiente del pan reciten sacado del horno, comentó mientras parecía saborear el pan tierno que ya casi creía olvidado.

Respeté sus añoranzas guardando unos segundos de pausa y seguí con mi narración: Cuando se celebraba algún cumpleaños preparaba una quesada y dulce de manzana. Mi abuela siempre vestía de negro, pero no se le caía de la mano un abanico verde con un borlón rojo con el que accionaba y utilizaba más como puntero que para abanicarse. De su cuello colgaba la llave de la alacena en una cadena de oro que había heredado de su suegra.

Realmente había logrado captar su curiosidad, porque se interesaba por los minuciosos detalles con que me gustaba adornar mi relato, según me había enseñado mi preceptor de literatura.

El abuelo, seguí contando, que fue escribiente en la Oficina de Abastos, usaba pajarita y su gesto adusto no era reflejo de su buen carácter. Le gustaba leer y sobre la cómoda solía dejar “El Quijote” que debía haber leído más de cien veces. Algunos días me sentaba en sus rodillas y me leía algún pasaje. A mí, el que más me gustaba era cuando el posadero le armaba caballero andante.

Para recibir las visitas me ponían un guardapolvos blanco y unas zapatillas con pompones rojos. Era la única forma de ocultar mis ropas que siempre tenía sucias de revolcarme por los prados.

Le hable de las grandes cortinas verdes y de la alfombra de nudo español del zaguán de entrada, y se le humedecieron los ojos cuando le hable de un cuadro de músicos que yo llamaba el “Trio calavera” en el que unos esqueletos tocaban la trompeta, pero no quiso darme ninguna explicación y disimuló quejándose del humo de un cigarro que llegaba de la mesa de al lado...

Al año siguiente me encontré con él en Chinchón. Había llegado en tren y estaba tomando notas para su obra que después tituló "La España negra" y que publicó al año siguiente. Llevaba una cuaderno de tapas negras donde iba tomando apuntes. Era verano, los hombres estaban en plena campaña de la trilla en las eras y se celebraban las fiestas patronales. También tomó apuntes para su cuadro de tarde de toros en Chinchón.


Ese mismo año Fui testigo de cómo Gutiérrez Solana iba tomando apuntes para pintar su célebre cuadro “La tertulia del Pombo” que regaló a su amigo Ramón Gómez de la Serna. Después llegaría la guerra civil; le acompañé hasta Valencia y después seguí sus peripecias hasta que llegó a París. No volvimos a vernos hasta que él regresó a Madrid en el año 1939. Fueron un par o tres ocasiones. En estos encuentros el tema de conversación se centraba siempre  en nuestros recuerdos de niñez en Santander, y  sólo en estas conversaciones se atrevía a afrontar el doloroso recuerdo de la temprana muerte de su padre y la enfermedad mental de su madre. Posiblemente el amable relato de mis recuerdos era el antídoto para el dolor que le producían los suyos propios. Me contó que su padre había nacido en Méjico y llegó a España para hacerse cargo de una herencia. De allí sólo trajo una caja de música de madera con marquetería, que formaba un Teatrillo de autómatas, compuesta por tres monos; el del centro de pié ante una mesa, practicaba el Juego de "trileros" con dos vasos y una bolita que aparecía y desaparecía. Los otros dos monos eran músicos sentados ante sus atriles y movían sus cabezas y brazos "tocando" sus instrumentos, mientras sonaba la música, lo que se conseguía girando un rodillo con una manivela.

En los años siguientes, fui testigo ocasional de cómo su salud se iba resintiendo paulatinamente y la idea de la muerte se le iba haciendo casi obsesiva. Entonces me mandó recado con un común amigo para que le visitase en su casa y me confesó que le gustaba recordar las vivencias de mi niñez  que,  poco a poco, las iba haciendo propias. Sólo entonces se atrevió a pintar el cuadro que nunca había podido pintar. Sus padres y él mismo en la vieja casona de mis abuelos, con sus ropas, las cortinas verdes, la alfombra de nudo español en el zaguán, el caballo de cartón, el libro sobre la cómoda... Sólo cambió el cuadro de los músicos por el teatrillo de autómatas que había traído su padre de Méjico.

Yo me enteré por los periódicos. Unos meses después de terminar el cuadro moría en Madrid. Era 1945 y había cumplido los 59 años.

martes, 7 de junio de 2011

ROMAIN GARY


Este es Romain Gary (Román Katsev), escritor y diplomático francés, (1914 - 1980)

Biografía
Nació en Vilna, Lituania el 8 de mayo de 1914. Hijo de Iván Mozzhujin, la estrella del cine ruso.
Combatió en las Fuerzas Armadas de Francia como piloto durante la Segunda Guerra Mundial de esta experiencia escribió Educación europea (1945).
Después de la guerra trabajó como diplomático durante veinte años.
Se casó con la escritora Lesley Blanch y años más tarde con la actriz americana Jean Seberg.
Empleó los seudónimos Émile Ajar, Fosco Sinibaldi y Shatan Bogat.
Se suicidó el 2 de diciembre de 1980 en su apartamento de París.

Y un día dijo:

"Estoy en contra a priori de todos los que creen tener razón de forma absoluta (...) Estoy en contra de todos los sistemas políticos que creen poseer el monopolio de la verdad. Estoy en contra de todos los monopolios ideológicos (...). Abomino de todas las verdades absolutas y de sus aplicaciones universales. Tenemos una verdad, alcémosla con prudencia a la altura del ser humano, veamos a quién golpea, a quién mata, qué ahorra, qué rechaza, olfatéemosla durante un tiempo, veamos si no huele a cadáver, saboreémosla reteniéndola un buen rato sobre la lengua, pero dispuestos siempre a escupirla de nuevo. Eso es la democracia. El derecho a escupir".

lunes, 6 de junio de 2011

ROLAND GARROS 2011; NADAL Y BJÖRG BORG, EMPATE A 6

Ayer domingo terminó en París el torneo Roland Garros, el segundo Grand Slam del año de tenis.
A la entrada del complejo hay una flechas indicadoras de la distancia en kilómetros de los otros tres grandes torneos: Wimbledon, Flushing Meadows y Melburne.
El deporte como espectáculo se puede ver en directo o se puede ver por televisión. El ciclismo, por ejemplo, hay que verlo por televisión; en directo es muy incómodo y además sólo se puede ver parcialmente. El baloncesto se puede ver en directo, pero nos hemos acostumbrado a verlo por televisión y en directo es difícil apreciar las faltas personales, incluso seguir el tanteo. El tenis es, también, uno de esos deportes que nos hemos acostumbrado a ver por televisión y visto en directo es otra cosa, como un deporte diferente. Por eso el Eremita envió a su corresponsal Araceli C. Moya para darnos una visión de lo que es este acontecimiento social y deportivo que todos los años se celebra en el Bois de Boulonge de París


Todas las pistas, estaban siempre muy concurridas y en el complejo deportivo hay una gran cantidad de eventos y ofertas que hacen del mismo una atracción para todos los que se quieren pasar por allí.


Estas son algunas de las instantáneas que nos ha enviado.


Por cierto, que RAFA NADAL Y ROGER FEDERER jugaron la final y el resultado (7-5, 7-6 y 5-7 y 6-1).ha permitido a nuestro compatriota conseguir su 6º título con lo que iguala al mítico tenista sueco Björg Borg y que es también el décimo Grand Slam de su carrera.


Y además mantiene el número uno del mundo, DURANTE YA 100 SEMANAS...
Y los franceses no se equivocaron ( y ésto es una gran noticia) con el himno nacional de España, 
o sea, todo un éxito.


¡VAMOS RAFA! 

domingo, 5 de junio de 2011

MEDIO PAN Y UN LIBRO.

Medio pan y un libro, es el título de una locución de Federico García Lorca a sus paisanos de Fuente Vaqueros (Granada). en Septiembre de 1931, con motivo de la inauguración de la biblioteca de su pueblo. Allí dijo:


"Cuando alguien va al teatro, a un concierto o a una fiesta de cualquier índole que sea, si la fiesta es de su agrado, recuerda inmediatamente y lamenta que las personas que él quiere no se encuentren allí. ‘Lo que le gustaría esto a mi hermana, a mi padre’, piensa, y no goza ya del espectáculo sino a través de una leve melancolía. Ésta es la melancolía que yo siento, no por la gente de mi casa, que sería pequeño y ruin, sino por todas las criaturas que por falta de medios y por desgracia suya no gozan del supremo bien de la belleza que es vida y es bondad y es serenidad y es pasión.

Por eso no tengo nunca un libro, porque regalo cuantos compro, que son infinitos, y por eso estoy aquí honrado y contento de inaugurar esta biblioteca del pueblo, la primera seguramente en toda la provincia de Granada. 

No sólo de pan vive el hombre. Yo, si tuviera hambre y estuviera desvalido en la calle no pediría un pan; sino que pediría medio pan y un libro. Y yo ataco desde aquí violentamente a los que solamente hablan de reivindicaciones económicas sin nombrar jamás las reivindicaciones culturales que es lo que los pueblos piden a gritos. Bien está que todos los hombres coman, pero que todos los hombres sepan. Que gocen todos los frutos del espíritu humano porque lo contrario es convertirlos en máquinas al servicio de Estado, es convertirlos en esclavos de una terrible organización social.


Yo tengo mucha más lástima de un hombre que quiere saber y no puede, que de un hambriento. Porque un hambriento puede calmar su hambre fácilmente con un pedazo de pan o con unas frutas, pero un hombre que tiene ansia de saber y no tiene medios, sufre una terrible agonía porque son libros, libros, muchos libros los que necesita y ¿dónde están esos libros? 


¡Libros! ¡Libros! He aquí una palabra mágica que equivale a decir: ‘amor, amor’, y que debían los pueblos pedir como piden pan o como anhelan la lluvia para sus sementeras. Cuando el insigne escritor ruso Fedor Dostoyevsky, padre de la revolución rusa mucho más que Lenin, estaba prisionero en la Siberia, alejado del mundo, entre cuatro paredes y cercado por desoladas llanuras de nieve infinita; y pedía socorro en carta a su lejana familia, sólo decía: ‘¡Enviadme libros, libros, muchos libros para que mi alma no muera!’. Tenía frío y no pedía fuego, tenía terrible sed y no pedía agua: pedía libros, es decir, horizontes, es decir, escaleras para subir la cumbre del espíritu y del corazón. Porque la agonía física, biológica, natural, de un cuerpo por hambre, sed o frío, dura poco, muy poco, pero la agonía del alma insatisfecha dura toda la vida. 

Ya ha dicho el gran Menéndez Pidal, uno de los sabios más verdaderos de Europa, que el lema de la República debe ser: ‘Cultura’. Cultura porque sólo a través de ella se pueden resolver los problemas en que hoy se debate el pueblo lleno de fe, pero falto de luz”.

Me lo ha enviado un amigo y he querido compartirlo con todos vosotros. Los tres bustos de Federico García Lorca son esculturas de Eduardo Carretero. El segundo, esculpido en piedra, se encuentra en la casa museo de Federico García Lorca en Fuentevaqueros.