sábado, 18 de diciembre de 2010

UNA VISITA AL MUSEO DEL AIRE.

  En realidad su denominación oficial es MUSEO DE AERONÁUTICA Y ASTRONAÚTICA y está en la Autovía A5 km. 10.500 en  dirección a Madrid. Si vas en tu coche tienes que tener mucho cuidado porque la entrada es un poco difícil de encontrar. Te recomiendo que cuando llegues a las inmediaciones vayas despacio. Si además tienes la suerte de que haga un día luminoso, vas a pasar un rato muy agradable. 


Hay una gran cantidad de aviones en los jardines y otros muchos en varios hangares que son visitables.



Vas a encontrar aviones muy antiguos y con historia, y aviones modernos.





El Mueso fue creado en el año 1966 y en el año 1975 se inició su traslada a la ubicación actual, que tiene una superficie de casi 67000 mil metros cuadrados y albergan más de 100 aeronaves.




Vas a encontrar aviones famosos, como el del "Barón Rojo", el "Plus Ultra", el "Dragón Rapide" y el autogiro de Juan de la Cierva.






Hay aviones de la Guerra Civil, de la Segunda Guerra Mundial, de la Guerra del Vietnam, y otros más modernos.




Yo te dejo algunas fotografías como muestra de estos aparatos, pero es mejor darse una vuelta por el Museo y verlos personalmente.
Yo os lo recomiendo.
Porque, además:
LAS VISITAS SON TOTALMENTE GRATUITAS.

viernes, 17 de diciembre de 2010

¡¡ ADIOS, PARIS !!

El martes 22 de diciembre de 2009 publicaba un reportaje sobre París al que acompañaba un poema de Paul Eluart.


Hoy, para dar por concluído el reportaje de mi viaje por Francia, os quiero ofrecer una visión distinta de la capital de Francia, en una visita "turística" sin bajarme del autocar, con algunos detalles de las paradas técnicas que se hacen estos recorridos.

La primera fotografía está tomada desde el avión, minutos antes de aterrizar en Paris,



"Le Moulin de la Galette", donde pintó Renoir...


 Dos instantáneas del barrio de los pintores.





Una vista panorámica desde "Le Sacre Coeur"






En París también ponen multas...



Y por la tarde se toma "café olé"

 París moderno




Espero que os haya gustado esta visión "diferente" de un recorrido por París.

Fotos: m.carrasco.m.

jueves, 16 de diciembre de 2010

LA BARBA

Para los de nuestra generación (los que estamos ya por encima de los sesenta y tantos) la barba tuvo una significación muy específica. La barba, allá en nuestra lejana juventud, era un signo de rebeldía, de contestación, de protesta y de bohemia. Dejarse la barba suponía mostrar tu oposición a lo establecido, a lo políticamente correcto, era un grito... bueno era, más bien, un susurro con el que nos atrevíamos a mostrar nuestra disconformidad a muchas cosas que entonces empezaban a cambiar.
Por aquellos años (era a mediados de los setenta del siglo anterior) Jesús Hermida ganó el concurso literario de “La hucha de Oro” con un cuento que tituló como yo he titulado esta entrada. Lo leí en su día, y no recuerdo muy bien el argumento, pero venía a decir más o menos lo que yo comento en el párrafo anterior.
Entonces, cuando Franco estaba a punto de morir, la barba sólo la llevaban los artistas, algunos escritores progres, y los de los sindicatos semiclandestinos. Luego también los de los partidos de izquierdas que generalmente la acompañaban con chaquetas de pana.
Los oficinistas. los funcionarios, la “gente de bien” no podíamos dejarnos la barba; como mucho un bigote, que no podía ser muy fino -porque entonces tenía otras connotaciones- que era más o menos aceptado.
Luego todo cambió y nosotros nos jubilamos. Ya nos sentíamos liberados y algunos nos dejamos la barba, o al menos un perilla cana, que nos daba un cierto aspecto intelectual, aunque ya se sabe que el hábito no hace al monje y, en la mayoría de los casos, no fue nada más que una excusa para no tenernos que afeitar todas las mañanas.
Pero tenía un inconveniente: Nos hacía más viejos.
Y ahora estoy hecho un lío. No sé si dejarme la perilla y perder el aspecto de profesor jubilado, o resignarme a tener que afeitarmen todas las mañanas para parecer un poco más joven.

miércoles, 15 de diciembre de 2010

CHENONCEAU: EL CASTILLO DE LAS MUJERES.


El castillo de Chenonceau (en francés, château de Chenonceau), también conocido como el castillo de las mujeres, es un castillo de estilo residencial del siglo XVI situado en la comuna francesa de Chenonceaux, en el departamento de Indre-et-Loire, y que forma parte de la serie de castillos comúnmente conocidos como castillos del Loira.
Por otra parte, se trata del Monumento Histórico en manos privadas más visitado de toda Francia, e incluye varios jardines, un parque y una plantación vitivinícola.



El castillo, que sustituyó a otro anterior, no sólo posee importancia en tanto que obra de arte, sino que además ha gozado de una activa presencia en la Historia de Francia.
El castillo presenta una planta cuadrada, con un vestíbulo central al que se abren cuatro habitaciones, una por cada lado. En la planta baja hay una capilla, junto con la habitación de Diana de Poitiers y el gabinete de trabajo de Catalina de Médicis. Desde el final del vestíbulo se accede a la galería que se encuentra sobre el río Cher. La galería existente en la planta baja cuenta con un enlosado clásico en plan hipodámico, en forma de tablero de ajedrez en colores blanco y negro, siendo la parte del edificio que durante la Primera Guerra Mundial albergó un hospital militar. En la planta baja se encuentran igualmente la habitación de Francisco I y el salón Luis XIV.



 El castillo de Chenonceau cuenta con dos jardines principales: el jardín de Diana de Poitiers y el jardín de Catalina de Médicis, situado cada uno de ellos a un lado de la Tour des Marques, único vestigio de la primitiva fortaleza desaparecida con la construcción del castillo actual.
La decoración floral de los jardines, que se renueva cada primavera y verano, requiere el aporte de 130.000 plantas, que se cultivan en el propio dominio de la finca, en el huerto.








Y con estas sugerentes imágenes de un bosque en una tarde de mediados del otoño francés, termino esta serie de reportajes recorriendo el valle del Loira y sus castillos y catedrales.


Y también quiero recordar a Juana, que hoy cumpliría ciento siete años, así como felicitar a mi amigo Jesús.