sábado, 4 de octubre de 2008

EL PIROPO DEL MOZO.

En varias ocasiones he hecho mención al libro "Chinchón en mi recuerdo" que contiene poemas de José Manuel de Lapuerta. Es un libro publicado por el Colectivo "Fuente Pata" de Chinchón en el año 2000. En este libro, además de poemas dedicados a Chinchón, hay otros que se encuadran en los apartados de "Mi dios", "Mi mundo" y "Mis hermanos". A este último corresponde el que os trascribo a continuación:


Estaba la serrana
de pie, junto al arroyo:
la tarde iluminaba
la color de su rostro,
moreno por los aires
y por los soles, rojo.

Su cabellera negra
y el negro de sus ojos
pintaban de azabache
el rubor de su rostro.

Se dormía la tarde
sobre un montón de abrojos;
sonreía la moza
en el espejo roto,
- espuma sobre el agua -
del cristalino arroyo.

Muy despacio, muy quedo,
pasito a paso corto,
callando por los labios
y hablando por los ojos,
bajaba la ladera
camino del arroyo,
el corazón de un joven
y el piropo de un mozo:

"No me huelen tus ropas
a perfumes de loto,
ni siento terciopelos
si acaricio tus hombros.
Tu me hueles a jara,
ese perfume hondo
de mis montes de niño,
de mis campos de mozo.

Ese olor que penetra
en el alma, hasta el fondo...
Me hueles a la tierra,
mezcla de hierba y polvo,
refrescada a la tarde
por la sombra del chopo.

A esa tierra reseca
por los soles de agosto
y que lavan las nubes
cuando llega el otoño.

Me hueles a mi madre...
y me hueles un poco,
a la Virgen Bendita
de la Ermita del Soto".

Madrid, 23 de Julio de 1982.

viernes, 3 de octubre de 2008

LA VIRREINA DEL PERU.


En el pasado Concurso de Investigación sobre Chinchón y su entorno, correspondiente al año 2008, ha sido galardonado, con el segundo premio, el trabajo titulado “DE CÓMO DON LUIS JERÓNIMO FERNANDEZ DE CABRERA Y BOBADILLA Y DOÑA FRANCISCA ENRIQUEZ DE RIVERA (Condes de chinchón y Virreyes del Perú) INTERVINIERON EN EL DESCUBRIMIENTO DE LA QUINA”. (CHINCHóN de 1589 a 1647).

A continuación trascribo la introducción de este trabajo:
“El nombre de Chinchón es conocido internacionalmente. A ello han contribuido diversos acontecimientos. Entre otros muchos, el rodaje de la película “La vuelta al mundo en 80 días” con Cantinflas; la fama de su aguardiente anisado que ya fue premiado en la exposición universal de París en el año 1889; el celebrado retrato de la Condesa de Chinchón doña María Teresa de Borbón y Vallábriga que pintó Goya pero, sin duda, el personaje por el que más ha sido conocido nuestro pueblo en todo el mundo, es la Virreina del Perú, doña Francisca Enriquez de Rivera, segunda esposa del IV conde de Chinchón, don Luis Jerónimo Fernandez de Cabrera y Bobadilla, en cuyo honor y recuerdo, en el año 1742, el famoso naturalista Carl von Linnè o Linneo, en su obra “Genera Plantarum” bautizó con el nombre de “Cinchona” o “Chinchona” al árbol de la quina, como homenaje a la intervención de la Condesa de Chinchón en su descubrimiento.
Este fue el motivo de mi interés por los personajes protagonistas de este trabajo y lo que me llevó a investigar en sus vidas, y sobre todo en su trayectoria política y social de su ápoca. Un período de la historia de España en el que se iba perdiendo la grandeza del imperio de los austrias. La España de Felipe IV en la que prevalecían las intrigas y los egoísmos de los validos y privados del rey, como el Conde Duque de Olivares, que eran insaciables a la hora de conseguir riquezas con las que mantener una apariencia de grandeza que se desmoronaba poco a poco, y para lo cual no dudaron en esquilmar las riquezas que llegaban de las tierras del nuevo mundo. Y posiblemente, en este mundo de insidias y ambiciones, la figura del Conde de Chinchón sea una excepción, como veremos en este trabajo.
Contrariamente a lo que suele ocurrir cuando se estudian hechos antiguos, me encontré con mucha información de nuestros protagonistas, sobre todo de la época en la que ostentaron uno de los cargos más importantes del reino, el virreinato del Perú”.
Nota: El trabajo completo se puede leer en la Biblioteca Pública “Petra Ramirez” de Chinchón. La Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Chinchón, y Archivo Histórico de Chinchón están haciendo las gestiones oportunas para la publicación de los trabajos premiados en este IV concurso de Investigación sobre Chinchón y su entorno.

jueves, 2 de octubre de 2008

LAS FUENTES DE LA PLAZA.

En la Plaza de Chinchón está la Fuente de Arriba, que en su frontal luce un espléndido escudo de Chinchón, en piedra de Colmenar.
La actual "FuenteArriba", o mejor ficho, Fuente de Arriba, se restauró con la reforma de la plaza de 1970, pero esta fuente tuvo distintas configuraciones.
Sin conocer cual sería su ornamentación, en un documento del archivo, del año 1816, se indica la necesidad de efectuar una reparación en la fuente pública de la Plaza y abrevadero, por haberse producido un hundimiento; autorizando el Contador General de Propios y Arbitrios del Reino a que se cobren las exacciones correspondientes para hacer las obras, que se han de sacar a pública subasta en el precio de mil cuatrocientos reales.
Sabemos que a finales del siglo XIX fue canalizada y ornamentada por la Sociedad de Cosecheros, como todas las demás fuentes del pueblo. Su imagen la podemos contemplar en el telón de boca del teatro, pintado por Luis Muriel. Además de un gran pilón que servía como abrevadero para las caballerías, en el que vertían sus aguas dos grandes caños de cobre, tenía un frontal de piedra, rematado con un frontón triangular, coronado por tres bolas de piedras. En el centro del frontón, las letras S.D.C., siglas de dicha Sociedad.

A principios del siglo XX se realizó una transformación, en la que manteniendo el pilón formado por grandes losas de piedra en fondo y laterales, se suprimió el frontal de piedra y se colocó una barandilla de hierro forjado. Hay muchas fotografías de la fuente con esta decoración.


A mediados de ese siglo, siendo alcalde de Chinchón Baldomero Martínez Peco, se volvió a reformar, quitando la barandilla y haciendo un nuevo frontal de piedra, parecido al primitivo, también con tres bolas de piedra, pero sin el frontón triangular. En el centro del frontal se colocó el emblema de la Falange, el yugo y las flechas de los Reyes Católicos.

En el proyecto de ordenación de la plaza del año 1966 se incluyó la reforma de esta fuente, planteando una gran fuente abrevadero en sustitución de la que había, manteniendo, una vez restaurada, el pilón y cambiando el frente de mampostería, por otro de sillería moldurada. Se emplean como materiales constructivos la piedra de Colmenar y el granito, y en el centro del frontal, que ahora se hace rectangular y también rematado por bolas de piedra, se coloca un escudo en piedra de la Ciudad de Chinchón, que es que actualmente preside la plaza. En la parte posterior se dispone un pequeño pilón para poder llenar cántaros, y aprovechando el desnivel de la calle, se sitúa en el subterráneo, unos servicios públicos, bajo la plataforma posterior de la fuente.
Enfrente, hay en la plaza otra fuente, la de Abajo, o "El Pilar", que además tiene un gran pilón que, antaño, servía para lavadero público. Está en un recinto cerrado al que se accede por una puerta en la plaza. Allí, en el año 2000, se construyó la Oficina de Turismo, remodelándose todo el recinto, conservando la fuente y el lavadero. Éste puede ser un lugar idóneo para realizar otras actividades, como la representación teatral que en la Semana Santa del año 2003 organizó el grupo de teatro de Chinchón, "La Cultural".


Existe un documento, fechado el 1 de junio de 1810, del Archivo municipal, en el que el arquitecto José Llorente, hace un extenso informe sobre las reparaciones necesarias en Chinchón, entre ellas dice sobre esta fuente: "El lavadero y fuente que se haya entres estas casas, (Ayuntamiento y cárcel) con entrada por la plaza, se debe aclarar la cañería y conducir el agua a la fuente hasta dejarla en estado que fluya todo su caudal... colocando dos caños... y facilitando la salida de las aguas... y puedan las lavanderas hacer el uso que corresponde a su destino".

miércoles, 1 de octubre de 2008

EL GUSTO ES MÍO


Por mi natural optimista, a mí me gusta casi todo. Me gusta el olor a tierra mojada cuando llegan las primeras lluvias del otoño, y el café con churros en el bar del Sanatorio, pero sólo cuando tengo que hacerme un análisis y salgo de casa sin desayunar. Claro que no me gusta que me pinchen para sacarme sangre ni tampoco esperar. Sobre todo no me gusta esperar el tren porque pienso que algún día me arrepentiré y le dejaré marchar, aunque tampoco me gusta coger los trenes en marcha.
Me gusta el olor a naptalina y los caramelos de menta; prefiero los pasteles de nata con chocolate y acariciar los pétalos de las rosas cuando caen maduros sobre el pañito de ganchillo que siempre hay bajo el florero. Me gusta acariciar al gato de pelo largo pero no me gusta que se suba sobre mis rodillas. Los animales me gustan menos, sólo el urogallo, el ornitorrinco, y algo menos los flamencos... porque tienen las patas demasiado largas. Los Beatles sí me gustan, bastante más que los Rolling Stones, pero lo que de verdad me gusta el es Coro de los Esclavos de Nabuco. Y Joaquín Sabina.
Me gusta el fútbol, los domingos por la tarde; pero no me gusta que a los toros vayas con minifalda. Antes era más deportista, ahora solo veo a Fernando Alonso, y eso cuando no lo ponen demasiado temprano en telecinco. No me gusta el ruido de los motores, prefiero el rumor del mar cuando parece dormido al atardecer de los largos días del verano.
De joven me gustaban los bocatas de calamares, sobre todo los del “Bar el Brillante” en la calle Atocha, cuando volvía de los exámenes de bachillerato en el Ramiro. Entonces los coches de la Veloz salían de la calle Sanchez Bustillo, enfrente del Reina Sofia, que antes era un hospital.
Pero sobre todo, me gusta lo inútil. Lo que no sirve para nada. Por eso me gusta que me llueva en la cara, y las sonrisas cuando nadie las ve, y escribir versos, pequeñitos, y luego romperlos porque me da vergüenza que alguien los lea. Un día, posiblemente, no los llegaré a romper, los dejaré en un papel entre las páginas de un libro. Muchos años después los encontrará y también se emocionará, pero ya no me dará vergüenza porque no sabrá nunca que yo los había escrito para ella.

martes, 30 de septiembre de 2008

ESCUDOS Y BLASONES DE CHINCHON VIII


ESCUDO DE LA FAMILIA CALVA.

En el número 35 de la calle Grande, en el centro de su fachada, podemos admirar un gran escudo de mármol, pero que, desgraciadamente, no está en buen estado de conservación.
Este escudo corresponde a las armas del apellido Calva.
Escudo partido. En la parte izquierda, un león rampante y orla de seis lagartos (que actualmente casi han desaparecido) con leyenda intercalada: "casa solariega de Calva valle de" (actualmente, también, prácticamente invisible). En la parte derecha, cuatro fajas, con orla de ocho veneras y continuación ya totalmente ilegible de lo que podría ser la continuación de la anterior leyenda.
Entre las personas de este apellido podemos distinguir:
Pedro Calva, natural y originario de Revilla, en el valle de Camargo, en las montañas de Santander. Se avecindó en Chinchón a mediados del siglo XVI y se casó con María Ruiz.
Juan Calva Ruiz, hijo del anterior, natural de Chinchón, hizo probanza de hidalguía en Valladolid en el año 1572.
No queda ninguna familia en Chinchón que mantenga el apellido Calva.
La casa está actualmente deshabitada.

lunes, 29 de septiembre de 2008

FRASCUELO, HIJO ADOPTIVO DE CHINCHON.


En el año 1880, el Ayuntamiento de Chinchón concedidó a D. Salvador Sánchez Povedano “Frascuelo”, matador de toros, el nombramiento de "Hijo adoptivo de Chinchón". Es el primer nombramiento de este tipo que conocemos.

En el acta de la sesión del Ayuntamiento de fecha 21 de marzo de 1880, se recoge que tuvo lugar una reunión de la Corporación municipal y de los mayores contribuyentes del pueblo con Salvador Sanchez Povedano ”Frascuelo”, quien informa de su deseo de hacer una corrida de toros al estilo de las grandes ciudades, a beneficio de los pobres. Como el cerramiento de la plaza no reune la condiciones para celebrar esta clase de festejos, se acuerda acondicionarlo construyendo una barrera o tabloncillo, y adecuar el ruedo, para lo que solicita colaboración a la Sociedad de Cosecheros de Chinchón, ya que uno de sus cometidos es la colaboración en obras de interés público.
Se cuerda que después de pagados los gastos, el sobrante sea repatido entre los pobres y enfermos del pueblo. En el acta se recoge las muestras de gratitud hacia el torero por parte de todos los asistentes, pero no se hace menciòn expresa del nombramiento como hijo adoptivo. No obstante, en diversas publicaciones se hace mención que en el trascuros de esta corrida le fue entregado un estoque con empuñadura de oro, costeado por suscripción popular, en cuya hoja se había grabado la leyenda “Chinchón a su hijo adoptivo”.
Según Gabriel Galán Ruiz, nuestro ilustre paisano, en su obra “Lalanda, Ortega y su tiempo” editado en Zaragoza en el año 1932, “Se nombró hijo adoptivo de Chinchón a Frascuelo, con júbilo popular, repique de campanas y cohetes...”
En el acta de la sesión del Ayuntamiento de 8 de agosto de 1880, la Corporación municipal y Salvador Sanchez “Frascuelo” acuerdan el orden de la fiesta que se va a celebrar con motivo de la festividad de la Virgen del Rosario, durante los días 19, 20 y 21 de septiembre de ese año. En esta reunión se acuerda que se restrinja el accesso a los balcones del Ayuntamiento y se concede autorización para que varias personas particulares construyan tablados para asistir a la corrida.

domingo, 28 de septiembre de 2008

CHINCHON EN 1786.


Por un interesante trabajo, realizado por Pilar Corella Suárez, sobre la creación de la Sociedad Económica de Amigos del País de Chinchón, podemos conocer unos interesantes datos sobre la población de Chinchón, que se recogen en el mismo.


Nos dice que por aquellos años, Chinchón "era el núcleo del condado de su mismo nombre perteneciente durante el período que abarca nuestro estudio al condado de Chinchón, corregimiento de Chinchón e Intendencia de Segovia, hasta que en 1833 se integra en la creada provincia de Madrid. Según el censo de Floridablanca, de 1786, tiene una población de 4.260 habitantes, de ellos hay 686 niños entre 7 y 16 años (358 varones y 328 hembras); entre los 16 y 25 años hay 551 (280 y 207 respectivamente), esto es, un grupo de 1.337 individuos aptos para formarse, educarse y adquirir un oficio e instrucción cristiana. A partir de los 25 hay 2.372 habitantes (solteros, casados y viudos), según el estudio realizado por Jiménez de Gregorio, en 1980. Más del 50% de la población es adulta, mayor de 25 años. Hay además, 1 cura, 1 beneficiado, 1 teniente de cura, 2 sacristanes, 76 acólitos, 20 ordenados a título de Patrimonio, 6 órdenes menores, 33 hidalgos, 8 abogados, 4 escribanos, 22 estudiantes, 203 labradores, 616 jornaleros, 14 comerciantes, 12 fabricantes, 18 artesanos, 322 criados, 3 empleados con sueldos del rey, 4 con fuero militar, 2 dependientes de la Inquisición, 4 demandantes, un convento de agustinos con 14 personas, un convento de clarisas franciscanas con 28, y el Hospital de la Misericordia".