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sábado, 2 de julio de 2011

AFRASIAB, EL ARQUITECTO DE LA REINA.


“Los historiadores griegos llamaron Mesopotamia, que significa “país entre rios”, a un basto territorio que se extendía desde las montañas del Kurdistan, a los montes Zagros y el Golfo Pérsico. Parajes de condiciones climáticas extremas que los ríos Tigris y Eúfrates hacían fétiles y habitables.  Allí vivieron, entre otros, los sumerios, los acadios, los qutu, los semitas y los amorreos. Pueblos que cultivaron las bellas artes, idearon la escritura, fundaron las escuelas, iniciaron la medicina, la farmacopea y la química, impulsaron la religión, y crearon la administratición para ordenar la vida de los ciudadanos.

Allí, hace muchos, muchos años, vivió una gran reina llamada Semíramis, que encargó a su arquitecto la construcción de una gran ciudad que sería la capital del imperio. Así nació Ka.Din-gir.Ra, la gran obra de Afrasiab.

Causó admiración la idea de poner tierras de labor dentro del monumental recinto, para solucionar el problema del abastecimiento de víveres, en tiempos de asedio. El río Eúfrates, que llegaba hasta allí preñado de aguas ricas y medicinales,  atravesaba la población entre dos muelles de ladrillos rojos que se entrelazaban por un majestuoso puente de piedra. Las murallas que circundaban la ciudad tenían 15o torres cuadradas, altas y fuertes como atalayas, y sus miles de habitantes podían acceder a la ciudad por más de cien puertas de bronce, siempre custodiadas por  jóvenes aguerridos.

Pasaron los años y todos los días, a la caída de la tarde, se le veía pasear bajo las alargadas hojas de los acantos, por los maravillosos jardines colgantes que él mismo había diseñado, mientras los últimos rayos del sol iluminaban sus largos cabellos teñidos de nácar. Afrasiab que significa “el hombre que sabe hacer ciudades” era respetado por todos y a sus setenta y dos años,  en la tercera luna del cuarto mes del año del sol, se había desposado con su joven esclava Sefhorat, antigua doncella de la reina, que le había regalado como reconocimiento a su fabuloso diseño de la ciudad.

La bella Sefhorat, hija de un príncipe ninivita caído en desgracia, había sido educada con las prerrogativas de su realeza y encontró en el anciano arquitecto si no el amor, sí el cariño y el respeto de una persona buena y culta que le quiso hacer partícipe de todos sus conocimientos. En tablillas de barro, iba la joven escribiendo todas las enseñanzas de su anciano esposo, para después almacenarlas en los sótanos de la casa. Allí no solo se podían encontrar enseñanzas de arquitectura, de filosofía, de astrología y de las distintas religiónes hasta entonces conocidas, sino también la transcripción íntegra del código de Hammurabi que, desde pequeño, Afrasiab era capaz de recitar de memoria.

Al final de aquel caluroso verano la joven Sefhorat moría en la pira mortuoria de su esposo, después de los quince días de funerales que se celebraron en honor del arquitecto de la reina”.

Cerró el librito de los “Cuentos didácticos de la historia universal”, lo puso sobre la mesilla y encendió un cigarrillo, aunque hacía varios meses que lo pensaba dejar. Tenía la ventana abierta y entre los visillos que movía una suave brisa que llegaba del mar, se extasió con la vista del sol hundiéndose en el horizonte. Siempre, cuando leía el pequeño cuentecito “Afrasiab, el arquitecto de Ka.Din-gir.Ra”, que guardaba desde sus años del colegio y que casi se sabía de memoria, tenía la extraña sensación de revivir un hecho conocido, pero, al mismo tiempo, había algo que resultaba extraño, algo que no coincidía con sus percepciones más íntimas. Como tantas veces, decidió olvidarse y puso la televisión.

Hoy también, el telediario habían abierto con la noticia de la colocación de un coche bomba en Bagdad, y las declaraciones de un lugarteniente de Osama Bin-Ladem; pero además, el corresponsal en Irak anunciaba el hallazgo de un pequeño yacimiento en la ciudad de Uruk, en el que habían aparecido gran cantidad de tablillas de barro de escritura cuneiforme, en un aceptable estado de conservación y que los expertos estaban tratando de datar, aunque los primeros indicios apuntaban a una antigüedad de más de cuatro mil años. Las tablillas se encontraban perfectamente colocadas en nichos excavados en las paredes de roca, en una amplia estancia que debió ser el sótano de un templo o de una casa solariega. En la misma estancia habían  encontrado la tumba de una mujer de avanzada edad, con la inscripción “Shefar” que podía ser su nombre.

Sonia sintió como un escalofrío que le recorrió todo su cuerpo. Era ilógico, pero le parecía estar viendo la estancia. Rectangular, de diez metros de larga por siete de ancha, con las paredes hornacinadas hasta el techo y repletas de tablillas de barro, perfectamente ordenadas por su contenido: Arquitectura, astrología, filosofía... y en los nichos de la pared del fondo, a la izquierda, la transcripción íntegra del Código de Ammurabi... No, no podía ser. Había leído el cuento tantas veces que se había llegado a imaginar los distintos escenarios con todo lujo de detalles... Pero no era eso lo que le había desconcertado; en el cuento se decía que Sheforat había muerto en la pira mortuoria de su esposo y ahora se hablaba del hallazgo de lo que podría ser su tumba, cuando ya era una mujer mayor... y eso sí tenía sentido... Ella no había muerto hasta mucho después, cuando terminó de transcribir todos los conocimientos que le había legado su esposo....

Sin saber por qué, Sonia se vio paseando entre palmeras, sauces y olivos, por veredas de naranjos, granados y manzanos, por caminos cubiertos por las ramas de los almendros, las higueras y los acantos. A su alrededor el cilantro, el sésamo, el comino y la vainilla perfumaban el el aire de los jardines colgantes que había soñado para ella su esposo Afrasiab.

lunes, 20 de junio de 2011

LA AMANTE


A las cinco inició pausadamente el ritual. Ya había colocado el mantel y la vajilla. La cubertería de plata y las copas de cristal que él le había traído de un viaje a Praga. Un candelabro con dos velas aromáticas que encendería cuando él llamase a la puerta. Dejó en el giradiscos el viejo vinilo con los éxitos de los setenta en el que Salvatore Adamo le animaría a ponerle sus manos en la cintura. 
La ducha fue larga, casi ceremoniosa; después impregnó todo su cuerpo con aceite balsámico. Colocó sobre la cama la ropa interior que se había comprado para su cumpleaños pensando en este día. Luego decidió que sería mejor no ponerse nada debajo del vestido de seda que también estrenaba hoy.  A las siete menos cuarto encendió un cigarrillo mientras pasaba revista a los más mínimos detalles. Todo tenía que ser perfecto y él siempre era puntual.
No podía creérselo pero hacía ya dos años.  Ella siempre había dicho que lo suyo era vocacional, porque a los cuarenta y cinco había empezado a pensar que su soltería ya no tenía remedio. Sin embargo, aquella tarde, después de la comida de navidad que daba la empresa, sin saber cómo se encontró sola en aquel bar tomando la penúltima con Miguel, ese compañero más que cincuenton, medio calvo y siempre algo desaliñado, que le confesaba no ser feliz con su mujer. No podía decir que nunca se hubiera fijado en él, pero siempre había respetado su matrimonio. Esa misma noche, posiblemente por las copas, se encontró en la cama con aquel hombre que le declaraba un amor que nunca había percibido en las interminables jornadas de trabajo, aunque sus mesas estaban frente a frente desde hacía más de veinte años.
Y se enamoró. Vivieron un amor sincero pero callado, más bien disimulado, del que nadie se percató. Esa noche era su aniversario y quería preparar una celebración muy especial. Ni más ni menos que la que él se merecía. Miguel no se podía esperar lo que ella le preparaba.
De vuelta a casa había pasado por el super para comprar los últimos detalles. El día anterior ya había preparado lo más importante. Tuvo que revivir sus ya casi olvidados conocimientos culinarios para confeccionar el menú. Como aperitivo, una crema de melón con virutas de ibérico, después una vieira a la plancha con “mousse” de boletus, una sopa de almejas de carril con piñones y una merluza en salsa verde con camarones de la ría de Arousa. De postre un dulce de limón sobre teja de almendra que había preparado ella misma. Para beber había puesto en el frigorífico dos botellas de “Moët de Chandón”, porque la velada se podía alargar. 
Aunque hacía tres meses que pensaba dejarlo, encendió otro cigarrillo. Estaba nerviosa. Sin saber por qué se acordó de Matilde, la mujer de Miguel. La conocía desde que entró en la oficina y habían coincidido en algunas ocasiones. No era guapa, pero en público era cariñosa con su marido. Él le aseguraba ahora que en casa era distinto; que apenas se arreglaba y que ya no le hacía caso; que las relaciones se habían espaciado tanto que ni había sospechado lo suyo. No quería pensar en ella, pero no lograba quitársela de la cabeza. 
- Miguel le habrá dicho que tenía que salir a cenar con unos clientes, que han venido fuera para firmar un contrato y ella se lo habrá creído. Miró el reloj. Las siete y cuarenta y dos, y habían quedado a y media; será el tráfico, pensó. 
Todo estaba en orden, pero lo comprobó de nuevo... el tocadiscos, las velas... se puso unas gotas de perfume en el cuello... eran las siete y cincuenta y ocho.
Cuando se acostó la primera vez con Miguel ya no era virgen, pero casi. Solamente lo había hecho con un novio, demasiado inexperto que tuvo cuando era muy joven, y de aquello no guardaba muy buen recuerdo. No acertaba a determinar si fue por este fracaso o por la estricta formación religiosa que le había dado su familia, el caso es que nunca le perdonó que no hubiese respetado su inocencia y terminó por dejarle. Durante mucho tiempo vivió desengañada de los hombres, no sentía ninguna atracción; llegó a pensar que podía ser lesbiana, pero tampoco le atraían las mujeres. Se centró en el trabajo donde colmó todas sus aspiraciones personales. Tenía bajo su mando a cinco empleados a los que trataba con deferencia, pero siempre procuraba dejar bien claro quien mandaba. En las reuniones de amigas presumía de no estar predestinada para lavar los calzoncillos a un marido. Ahora, con Miguel, todo había cambiado. Él era experto y delicado, sabía hacer bien las cosas. Siempre la sorprendía con esos pequeños detalles que a ella tanto le gustaban. Ahora ya no podría pasar sin sus caricias. 
Eran las ocho y veinte. Se asomó a la ventana y el tráfico era fluido. Encendió el último cigarrilo de la cajetilla. Volvió a mirar el reloj, eran las ocho y veintidós... 
De nuevo la imagen de Matilde rondándo por su cabeza. Ella no tenía la culpa de nada. Posiblemente no sospechaba nada; a lo mejor estaba totalmente ajena a lo que le estaba ocurriendo... O sí lo sabía y disimulaba. Seguro que sufría, pero no quería organizar un escándalo para no lastimar a sus hijos. Y mientras ella, aquí, preparando una fiesta sin sentir ningún remordimiento.Todavía no se explicaba cómo al principio, pudo desoir su conciencia, cómo no tuvo ningún escrúpulo para destrozar un matrimonio, cómo pudo abdicar de todos sus principios. No se había atrevido a decírselo a sus padres, y no paraba de repetirse que también ella tenía derecho a la felicidad. Lo de Miguel era otra cuestión. Ella era libre, pero él no. Había dado su palabra a una mujer de amarla hasta la muerte y además tenía tres hijos... No, él no había sido consecuente con sus promesas ni con sus responsabilidades... 
Se decidió a llamarle al móvil, aunque a él no le gustaba. Estaba apagado o fuera de cobertura. Incluso marcó el número de su casa pero colgó inmediatamente sin decir nada cuando oyó la voz de su mujer. No sabía qué hacer. Si había tenido una accidente, ella sería la última en enterarse. No podía hacer nada. Sólo esperar.
Tenía puesta la televisión pero se podía concentrar. Apenas resistía un par de minutos sentada en el sofá. Se le estaba arrugando el vestido y pensó que sería mejor quitárselo. Cuando se desvistió ante el espejo, no se conoció,  se vio fea y se avergonzó de su cuerpo desnudo, se puso rápidamente el camisón de franela y la bata. Esta sí era su imagen.
- ¿Le habrá pasado algo? Su mujer estaba en casa... a lo mejor él también estaba allí. Habrá surgido algún imprevisto que le ha impedido salir...
 Los pensamientos se iban sucediendo vertiginosamente, haciéndose cada vez mas incoherentes.
- Él no tenía derecho. No ha sido honesto con ella. Había jurado amor para toda la vida y no le importó traicionarla. No, Miguel no había sido honesto con su mujer... ni responsable con sus hijos. Un hombre cabal nunca se comporta así. ¿Cómo estaba tan ciega para no darme cuenta? 
Ahora lo tenía diáfanamente claro, se había aprovechado de ella sólo para satisfacer sus más bajos instintos y estaba absolutamente segura que no llegaba porque se había arrepentido. 
- Las ocho y cincuenta y siete. Ahora se lo estará diciendo a su mujer; se lo estará confesando todo... Seguro que ella le perdona, porque las mujeres siempre terminan perdonando... 
Rebuscó por todos los cajones pero no encontró ninguna cajetilla de tabaco. Tampoco en los bolsos que iba volcando sobre la cama. No tuvo más remedio que refrescarse la cara sin importarle el maquillaje. Cuando se miró en el espejo le asustó la mirada de odio que vio en sus ojos. Era el único sentimiento que ahora tenía por Miguel. Sonó el teléfono. Corrió hasta el salón, pero sólo fueron dos tonos de llamada. 
- ¿Diga?
Habían colgado y la llamada era de un número oculto.
- ¡Es un cobarde! No se atreve a dar la cara... ahora estará riéndose de mí...
Se dejó caer sobre el sofá aún con el teléfono en la mano. 
-¿Pero qué me está pasando? ¿Me estoy volviendo loca? Seguro que cuando llegue, todo tendrá una explicación lógica... tengo que serenarme...
Eran las once y cincuenta y dos; hacía dos horas que lloraba desconsoladamente, arrebujada sobre la cama, cuando el sueño y la angustia la vencieron. 
El no había venido. La causa sólo podría paliar o agrandar el dolor, pero mañana ya nada sería igual. Hoy se había cerrado un corto paréntesis de sólo dos años.

domingo, 12 de junio de 2011

LOS DESPERTARES DE ANITA.

Eran los pasos de mi padre arrastrando las zapatillas por el pasillo. O,  tal vez, la rendija que se encendía debajo de la puerta de mi alcoba. Posiblemente era el penetrante silvido de la cafetera con olor a pan tostado. Yo me despertaba con nada.

Primero creía que estaba soñando, luego era el timbre del despertador que enseguida se ahogaba sin apenas haber sonado. Sentía frío y entonces oía el agua correr y la maquinilla de afeitar. Después llegaba la suave caricia del olor a “Flöit” que, sólo entonces, hacía tersa la cara de mi padre. Cuando llegaba de trabajar por la noche ya era áspera y no me gustaba besarle. Era el momento de llamarle.

- Ven “papi”, estoy ya despierta.

En mi casa, muy de mañana, hacía frío, pero mis sábanas estaban cálidas y a mí me gustaba arrebujarme haciéndome un ovillo diminuto que casi desaparecía en la cama. Su silueta se dibujaba en el quicio de la puerta que ahora se hacía luminoso, agrandando su formidable figura que se acercaba para regalarme el primer beso lleno de frescor.

-Vamos, nena, que aún es muy temprano y tienes que dormir...

Pero era en vano, aunque a mis años me daba ya un poco de vergüenza, tenía que cogerme arropada con la manta y llevarme a la cocina. Me gustaba sentirme protegida por sus brazos, en mis ojos se podía leer la sensación de triunfo cuando veía a mi madre afanada preparando la mantequilla y las tostadas para el desayuno, con el pelo aún revuelto, los ojos hinchados de no haber dormido bien, la bata acolchada con el esquijama verde asomando por debajo y las zapatillas de paño. Entonces yo era la princesa y ella la reina destronada, aunque  me obsequiaba solícita, con con un sonoro beso en la mejilla, mientras me preparaba la rebanada de pan untada con mantequilla y mucho azúcar como a mí me gustaba.

Mi padre se tomaba el café con prisas y la tostada casi de camino al garaje, era mi madre quien me hacía volver a la cama todos los días. 

- Mira, Eduvigis, tenemos que tomar medidas con la niña, no se puede permitir el jubileo que tenemos todas las mañanas.

- Hay que tener paciencia, esto pasará en unos días. Tenemos que ser comprensivos, desde que llegó el hermanito lo está pasando muy mal; es una niña muy sensible.

Mi vida había cambiado desde que llegó el pequeñajo. Yo me tenía que acostar temprano y él se quedaba hasta que le daban el biberón de las doce. Yo dormía en mi habitación, que era muy bonita, sí, pero él dormía en la cuna en el dormitorio con mis padres. Era muy feo y no tenía pelo y, además, le vestían con unos faldones horrorosos que parecía un muñeco; pero de los feos. Me dijeron cuando llegó del hospital que me traía un regalo, pero a mí no se me compra con unos vestiditos para la “Barby”; no he jugado nunca con ellos...

Lo que tampoco puedo soportar es aquello de “pero tu eras más guapa”, “él sólo es un llorón” “tu, de pequeña, eras mucho más mona”. Yo sé disimular muy bien y estoy segura que no se dan cuenta, pero estoy muy triste porque ellos quieren más al renacuajo. 

Él centra ahora toda la atención. El biberón cada tres horas, el baño, el cambio de pañales, las visitas... sobre todo las visitas... y los regalos. La verdad es que la mayoría son frascos de colonia, jabón y unos pijamitas horrendos, pero mi tía Elvira le trajo un cubierto de plata que no me dejan usar, porque lo tienen guardado en un estuche azul de terciopelo para cuando sea mayor.

Menos mal que yo tengo ya otras inquietudes. Pero han sido años de ser hija sola, de ser el centro de atención de toda la familia, de ser el ojito derecho de papá y el caprichito de mi madre. Ahora se terminarán las sesiones, largas y plácidas en las que ella me cepillaba el pelo hasta dejarlo liso y sedoso; ya no tendrá tiempo para jugar conmigo a las comiditas ni me leerá más cuentos. Papá querrá llevarle al fútbol y le comprará una bicicleta pequeña de montaña, como la suya, para salir de excursión los sábados por la mañana... Todo ha cambiado ya.

- Anita, es para ti.
- ¿Quien es?
- Espera.... dice que es José Ángel, un compañero del Instituto.
- Dile que ahora mismo me pongo...

Mañana ya no le llamaré de madrugada y mi padre, por fin, podrá respirar tranquilo porque sabrá que ya he despertado de mi niñez.

sábado, 4 de junio de 2011

EL RETRATO DEL SALÓN.



Desde pequeña había soñado con ser la Gioconda, o al menos verse inmortalizada por un gran artista, pero al principio él se resistió. Sólo su insistencia y la recomendación de su amiga Fifí, le hicieron cambiar de opinión.

Fueron sesiones interminables en las que el olor a linaza y trementina se mezclaban con el del incienso que se consumía lentamente en la palmatoria de esmaltes sobre la chimenea.

Aunque sólo quería un retrato para el salón de su nuevo chalet, él la sugirió que debía posar con el torso desnudo, sólo cubierta por un tul trasparente que de vez en vez se resbalaba sobre su piel acostumbrada a los rayos “uva”. Estaba prácticamente desnuda pero el ambiente era morbosamente cálido y acogedor. Ella se entretenía acariciando el terciopelo rojo del sillón en que pasaba las horas, apenas sin moverse, con la vista perdida en la ventana ante la que desfilaban nubes de formas caprichosas, mientras sonaba machaconamente “La primavera” de Vivaldi y los cubitos de hielo se iban desvaneciendo en el güisqui, formando condensaciones de agua en el exterior del vaso de cristal de Bohemia.
  
Durante todo ese tiempo sólo veía el envés del lienzo, apoyado en el caballete, y los ojos escrutadores del artista, que nunca demostraron el menor atisbo de un interés que no fuese el artístico, a pesar de la ostensible sensualidad de su cuerpo, que difícilmente dejaría impasible a cualquier otro hombre. Aún cuando se acercaba a ella para modificar su postura, el tacto de sus dedos era frío y aséptico, y esa sensación permanecía, indeleble en su rostro, mortificando su vanidad femenina.  No la permitió ver la obra hasta que estuvo terminada. Era el pintor de moda y muy cotizado, pero ella se lo podía permitir porque su marido había llegado a director general de una multinacional belga.

La inauguración del chalet fue todo un acontecimiento social. Varias revistas enviaros reporteros para cubrir el acontecimiento e, incluso, el canal Cosmopólitan mando sus cámaras para hacer un amplio reportaje. Cuando llegaron los invitados, entre los que había representación de las artes, las letras, el deporte, la política, los negocios y de los más influyentes sectores de la sociedad nacional e internacional,  quedaron admirados no solo por la magnificencia del coctail preparado por Sergi Arola, sino también por la armonía del conjunto que había sido decorado por la más exclusiva firma de interiorismo de Bruselas. Sólo desentonaba aquel horrendo retrato de la anfitriona.

sábado, 2 de abril de 2011

UNA CLASE EN EL TALLER LITERARIO.

Los trabajos que se hacen en un taller literario son lo que yo llamo "trabajos forzados". El alumno está obligado a realizar los ejercicios literarios que propone el profesor. El alumno está obligado o forzado a tener que poner su inspiración al servicio de un ejercicio de tema impuesto.
Como ejemplo, esta clase -real- de mi taller literario:

Y os voy a contar lo que fue una de esas clases. En primer lugar, la profesora propuso componer frases donde se utilizasen  los sinónimos:
BLANCO. NIVEO Y ALBO.
“El forro polar blanco de la muchacha apenas si se distinguía en aquel níveo paisaje invernal en que se había convertido la campiña, ayer reseca y árida, y ahora deslumbrante por el albo resplandor de la nieve que había caído durante toda la noche anterior”
.
COMER. INGERIR Y TRAGAR.
“Aquella mañana su madre tardó demasiado en preparar la comida y cuando le llamó para comer, el hambre le hizo tragar los alimentos con unas ansias desconocidas. Su madre le regañó porque no eran esas las formas con que debía ingerir la comida un jovencito con la educación que él había recibido”. 

PIEL. EPIDERMIS. PELLEJO y CUTIS.
“Desnuda, delante del espejo fue hidratando su cutis con la crema que había comprado en la farmacia. Toda la piel de su cuerpo estaba tersa después del largo y reconfortante baño de espuma que se terminaba de dar. Hoy había tenido tiempo hasta para aplicar la crema exfoliante en los pies y librarse de esos antiestéticos pellejos que a veces le aparecían en los talones. Cuando se empezó a vestir, el roce de la blonda de su ropa interior con su epidermis la trasportó a ensoñaciones, que hasta ahora nunca había experimentado”.

Luego propuso INVENTAR PALABRAS:
“El mensaje del móvil lo decía bien claro: "Donde siempre; cuando luciernagueen las bombillas, litronearemos hasta que empiece a lucear la mañana. Iremos embiciclados. Te esperan tus compadreros".
Luciernaguear: Encenderse. Tener luz, como las luciérnagas.
Litronear: Hacer la "litrona" con los amigos. Beber con los amigos y colegas.
Lucear: Empezar tener la luz.
Embiciclado: Montado en la bicicleta.
Compadrero: Más que compañero, compadre.

Por último, partiendo de que existen dos niveles de lenguaje:
EL DESCRIPTIVO, como: CAMISETA CON MANCHAS. ATASCO DE COCHES. AMANECER. DOLOR DE CABEZA. BOCA SECA. AMOR INFIEL.

Transformarlo e  lenguaje EXPRESIVO:

“No sabía cómo iba a justificar aquella camiseta llena de lamparones de barro”.(CAMISETA CON MANCHAS)
“El viaje era corto pero parecía que todos los conductores se hubieran puesto de acuerdo para salir al tiempo a la carretera. Y además, los primeros rayos del sol hacían casi imposible la visibilidad de los que se dirigían al levante, lo que ralentizó más si cabe la marcha de los coches”.(ATASCO DE COCHES. AMANECER)
“Posiblemente fue el sol, o quizás que no había dormido la noche anterior, pero se encontraba francamente mal. Estaba a punto de explotarle la cabeza y su lengua que parecía de estopa reseca se le pegaba al paladar y, allí en el coche, no tenía una mala botella de agua que llevarse a la boca”.(DOLOR DE CABEZA. BOCA SECA)
“Eso era lo que ella se decía, pero sabía en su interior que no era la verdad, al menos toda la verdad;  la realidad es que él había estado con otra y ella lo acababa de descubrir después de espiarle toda la noche, escondida entre los setos, bajo la ventana de aquel chalet”.(AMOR INFIEL)

miércoles, 1 de septiembre de 2010

EL ENDOCARPIO DORADO (Un cuento subrealista)

A punto de inciar las vacaciones, quiero dejaros un cuento subrealista que escribí hace un tiempo. Espero que os guste, aunque sea un poco raro. Lo titulé, como habéis visto: "El endocarpio dorado".

"Andaba yo contando hormigas, sentado en los arcenes del mar, cuando mis padres decidieron que aún era tiempo de aprender y que a mis años no podía ir por ahí, despilfarrando alegremente mi vida. De nada valieron mis protestas ni mis argumentos. De nada valió mi excelente currículum profesional ni que contase con el aval de una bien ganada jubilación. Al día siguiente, mi nieto pequeño me acompañó hasta la puerta del colegio donde esperaba el profesor que era un enano melancólico, con tirabuzones en el pelo y subido en unos zancos de madera que le daban una cierta prestancia y autoridad. A mí me habían puesto el uniforme de coracero austriaco, aunque ya me quedaba un poco estrecho y algo corto de mangas. Como era el primer día de clase nos fueron colocando en los pupitres y a mi lado sentaron a un señor de Puertollano que, de pequeño, emigró con su familia a Nueva York, donde fue fabricante de pelotas de ping-pong, hasta que se arruinó en la recesión de los años veinte; entonces se dedicó a salteador de caminos, oficio que le proporcionó un cierto renombre y unos cuantiosos beneficios que aún hoy le permiten vivir holgadamente a pesar de no tener pensión de la Seguridad Social.
El director que también era enano pero que medía cerca de dos metros y medio, nos recalcó la importancia de atender las explicaciones del maestro que nos serían de gran provecho para el día de ayer. Nos puso como tarea, para esa mañana, aprendernos los reyes godos por orden alfabético y sacar los primeros quinientos treinta y seis decimales del número “PI” y nos dijo que si alguno tenía tiempo, podía entretenerse memorizando los afluentes del río Amazonas con el nombre de los hechiceros de los pueblos de la vertiente austral.
Justo detrás de mí, se había sentado una niña con trenzas de macarrones rizados y lazos de bizcocho de soletilla que no paraba de darme toquecitos en el hombro derecho. Yo, al principio, no me atrevía a volverme por si me veía el enano que continuaba subido en sus zancos mientras se atusaba los tirabuzones; después pensé que yo le debía gustar porque cada vez era mayor su insistencia, luego supe que solo quería una de las hombreras de mi casaca de coracero, que era de color escarlata y estaba bordada con hilitos de oro que parecían espaguetis dorados.
El que fabricó pelotas de ping-pong en Nueva York, como estaba acostumbrado a infringir la ley, nos invito a la niña de las trenzas y a mí a escaparnos de la escuela cuando saliésemos al recreo. Cogimos uno de los camellos que siempre merodean por la puerta de los colegios y nos dirigimos a un pequeño bosquecillo de saúcos que estaba a las afueras del campo. Como aquel era año bisiesto y se habían disuelto las cortes para celebrar nuevas elecciones, las nubes se habían declarado en huelga y la floración del saúco venía con retraso por lo que apenas si pude encontrar alguna sayuguina blanca para regalársela a la niña de las trenzas que ya se había hecho mi novia.
El salteador de caminos, sin disimular sus celos, dijo que había encontrado para ella una preciosa nuez moscada con endocarpio dorado y los cotiledones de oro y chocolate, lo que suponía un asombroso portento; porque ya se sabe que la nuez suele tener un endocarpio duro, pardusco, rugoso y dividido en dos mitades simétricas, que encierra dos cotiledones gruesos, comestibles y oleaginosos, pero nunca hasta ahora se había visto un endocarpio dorado y muchísimo menos con unos cotiledones de chocolate y bañados en oro de dieciocho quilates.
Ella, en tanto yo buscaba la flor blanca del saúco, que solamente los más eruditos saben que se llama sayuguina, se conformó con la nuez de endocarpio dorado, que había encontrado el emigrante manchego y después de darle las gracias, la colocó en la hombrera que yo le había regalado y que ahora, puesta boca arriba, parecía un tálamo nupcial.
Nuestra aventura terminó pronto porque un escuadrón de lechuzas, montadas en patinetes de andar por casa, nos descubrió y no tardaron en avisar por telepatía sin hilos, al enano gigante que hizo sonar la sirena de la escuela y mandó al cuerpo nacional de buscadores de causas perdidas para que nos diesen alcance.
Nosotros nos escondimos debajo una de las mitades del endocarpio hasta que pasaron de largo nuestros perseguidores, y sin perder más tiempo, regresamos en un tiovivo que tenía elefantes con los colmillos de mazapán, unicornios cojitrancos, un caballo percherón de cartón policromado,  naves espaciales con el fuselaje de caramelo y un coche de bomberos tirado por una reata de llamas amaestradas.
Afortunadamente, llegamos al colegio antes de que mi nieto fuese a recogerme, por lo que mis padres nunca llegaron a enterarse de mi travesura, y están maravillados de que a mis años demuestre tanto interés por aprender y no me tengan que despertar por las mañanas para ir a la escuela donde, ellos no lo saben, me espera la niña que me pidió la hombrera de mi casaca y que todas las mañanas me invita a desayunar lazos de bizcocho de soletilla, que están deliciosos".

Nota: Con este cuento quiero también felicitar a dos parejas que celebran hoy su aniversario de boda. Pareceser que son felices a pesar de llevar ya más de cuarenta años juntos. Felicidades.

martes, 11 de mayo de 2010

UNA CRÍTICA DE LOS VELOS DE LA MEMORIA.

Un amigo, me manda esta crítica de mi novela "Los velos de la memoria".

"Querido Manuel: ¡Gracias por tu libro!
Hasta ahora he eludido, deliberadamente, hacer comentarios sobre él para leerlo tranquilamente, sin precipitación y con la debida atención.
No creo, por otra parte, que estés impaciente por conocer mi opinión. No soy crítico literario, y por supuesto, ni escritor; la Literatura es sólo… mi gran pasión. Por otra parte casi no sé cómo abordar el delicado asunto de "opinar alegremente" sobre el libro que yo no habría podido escribir.
Lo que sí sé es que debía corresponder a tu regalo y no he encontrado mejor forma que leerlo con atención.
En la novela histórica, me interesan ambas parte: la historia y la ficción. Comentaré, en primer lugar, la historia real de este tipo de relatos que, en términos generales, siempre he considerado menos valiosa y meritoria que la ficción ya que siempre resulta fácil echar una mirada al "Espasa" y ver qué dice a propósito de la época en que el autor sitúa la acción. Pero la parte histórica de tu libro se agradece sobremanera, ya que versa sobre la "intrahistoria" de un lugar concreto, apartado y extraordinariamente vivo, que sale a la luz gracias a tus propias investigaciones. Ya sé que te habrá costado tus buenos ratos metido entre legajos, pero no pienso apiadarme de ti, pues imagino lo mucho que habrás disfrutado y me alegro. Pero el resultado: una documentación original, precisa y vibrante. Ha merecido la pena.
Otra cosa es la parte creativa de la novela histórica (la literatura de ficción, en general) que a mí me parece siempre muy mala, aceptable otras veces y buena... en muy pocos casos. Pero nunca resiste la comparación con la "vida real". Siempre he pensado que no hay más que coger un manual de historia para percibir que el relato de las vicisitudes del paso del hombre a través de los tiempos, no habría podido ser imaginado por la mente más fecunda.
Pues bien: en muchos momentos, tu relato de ficción se confunde con el histórico; se lee, sin que nos demos cuenta, como historia real. Los personajes son reales, y están vivos. Una pequeña joya de 178 páginas. Te ha salido redondo.
Has escrito una saga. La historia de tres generaciones a lo largo de casi un siglo. ¿Es ésta "tu novela" o es "la nuestra"? Me explico: una historia novelada y llena de personajes, en un momento histórico vibrante y… ¿ciento noventa y ocho páginas? Ésta, es la novela que podemos leer fácilmente, sin que tengamos que dedicarle mucho tiempo y con una extensión adecuada como para poder presentarla a algún concurso literario. Una novela fácil para nosotros. Es, por tanto, "nuestra novela". Pero: hecha con una pasión, minuciosidad, documentación y detalle que merecerían más espacio. ¿Sería ésa "la tuya"? ¿La de ochocientas páginas, pongamos como ejemplo? Tampoco quiero echar las campanas al vuelo. Es solo tu primera novela. Prefiero ser cauto y… esperar a la "segunda".
En cualquier caso… ¡ya no tendrías que editarla! Sólo DISFRUTARLA ¿No te parece? (Me refiero a la de ochocientas páginas).
Un abrazo. Nos vemos pronto".

Debéis tener en cuenta el detalle de que es amigo mío.
Nota: Aprovecho para informar que si alguno quiere leer toda la novela sin tener que ir buscando capítulo a capítulo, solo tendrá que poner "NOVELA" en el recuadro superior izquierdo donde hay una lupa. Le saldrán todos los capítulos por orden inverso.

jueves, 7 de enero de 2010

EL DÍA 10 DE ENERO DE 2010:ACONTECIMIENTO EDITORIAL EN CHINCHÓN.

El domingo, día 10 de enero de 2010 va a tener lugar un acontecimiento editorial no demasiado frecuente en la literatura española.



A las 6 de la tarde, en el Museo Etnológico “La Posada”, en el número 5 de la calle de Morata de Chinchón, tendrá lugar la presentación privada de la novela “Los Velos de la Memoria - Historia del Solar”, de la que es autor Manuel Carrasco. La presentación estará a cargo de Milagros García, escritora galardonada y ex-profesora del Taller Literario de la Biblioteca de Chinchón.

De esta novela, que desde el pasado tres de octubre se viene publicando semanalmente, por capítulos, en este blog; se ha realizado una edición restringida de sólo 95 ejemplares, con los que el autor va a felicitar el año nuevo a sus amigos, quienes podrán conocer el desenlace de la trama inmediatamente; los demás tendrán que seguir esperando la publicación de los capítulos siguientes, que se reanudarán, como ya se anunció, el próximo día 9 de enero.

Se da la circunstancia de que el autor nació hace 65 años en la casa donde está ubicado el museo. Del acto tendrán cumplida información gráfica.

viernes, 10 de julio de 2009

EL VIERNES 17 DE JULIO, SE CLAUSURA EL TALLER LITERARIO DE LA BIBLIOTECA DE CHINCHON.


El viernes día 17 de julio próximo, a las 8 de la tarde, en la Biblioteca “Petra Ramirez” de Chinchón, tendrá lugar la clausura del Taller Literario que se ha celebrado durante este curso, bajo la dirección de la escritora Milagros García.

En este mismo acto será presentado el número 7 de la revista “Totum Revolutum” que con el título de “LETRAS” recoge una muestra de los trabajos realizados en el Taller, durante este ejercicio.

Este es el índice de la revista:
Milagros García:Presentación
Manuel Carrasco: ¡Y el ganador es ...! y Un perro hidalgo.
María del Carmen López Jaraba: ¿Qué? Y Vaciando el cajón
Gloria Vega: La burbuja Y El viajero árabe
María Jesús Frutos: Poniendome surrealista Y Para la Lolita de Navokov.
Conchi Olivar: El corazón delator (E.A.Poe) Y Ficcionario.
Katia Spiewak: Casa Usher
Carola Labourdette: Estado confusional Y Tecnicolor.
Estrella Benito: Coleccionista de Ángeles Y El funcionario nº 37.
Juan Luis Menor Pérez: Lo que más me gusta del mundo.
Ana María García Montes:Entre viejos.


La entrada es libre y gratuita, y están invitados a esta fiesta-clausura todos los aficionados a la literatura, a la escritura y a la lectura. Como fin de fiesta, todos los años, Pepe Zumel, el bibliotecario y coordinador del curso, nos suele preparar un pequeño piscolabis, aunque lo más importante es el buen ambiente entre todos los asistentes.

Os esperamos a todos los que estéis interesados.

jueves, 28 de mayo de 2009

E-NANOCUENTO CON IMAGEN


Estaba viudo, había alcanzado la cima de su carrera profesional y era rico. Sus hijos eran ya mayores y sus nietos apenas si se acordaban de él, como no fuera para sacarle dinero.


Ella era joven. Tan joven que casi la doblaba la edad... y bonita. Como era viejo pero no lelo, sabía por qué se acostaba con él, aunque ella sabía mentir muy bien.


Un día se casaron y a ella se le olvidó mentir.

lunes, 18 de mayo de 2009

CURRO CAMACHO, CABO PRIMERO. (cuento)


Las manifestaciones anunciadas en la universidad y las protestas obreras convocadas por una nueva fuerza sindicalista autoproclamada “Comisiones obreras”, aconsejaron al gobierno tomar medidas cautelares: se ordenó la alerta del ejército y se prohibió que ningún soldado saliese de los cuarteles.
Aunque era final de mes y el Cabo primero Camacho había cobrado su paga, no pudo salir para echar el polvete mensual y tampoco se atrevió a meter a la “Puri” en el batallón, como había hecho en otras ocasiones, porque todos los oficiales dormían en el cuartel. Tuvo que contentarse con emborracharse en la cantina y dormir la mona hasta el toque de diana del día siguiente.Pero emborracharse en el cuartel no era lo mismo. Allí tenía que guardar la compostura, aunque no fuese nada más que para mantener el prestigio ante los superiores.
Eso, al menos, era lo que había aprendido desde pequeño, cuando su padre se esforzaba en trasmitirle los valores castrenses, que él reducía solo a dos:- El primero, soportar con estoicismo las putadas que te hagan los jefes, y el segundo, putear a discreción a los subordinados.Era el segundo el que mejor había asimilado y no dudaba en ponerlo en práctica cuando tenia ocasión. Francisco Camacho, a quien desde pequeño llamaron Curro, había nacido en Larache.
Su padre era un brigada de trasmisiones que tuvo que casarse con una joven nativa porque la había embarazado y fue la única salida que tuvo para evitar la venganza de la influyente familia de Zulema, que fue la madre de Curro. De ella heredó un carácter débil y acomodaticio, su indolencia y su tez cetrina. De su padre heredó su escasa estatura, su incipiente alopecia, su tendencia a engordar y el servilismo interesado en el trato con los mandos. No sabría determinar de cual de los dos heredó el hirsuto bigote que lucía orgulloso y que le confería un aspecto amenazante que llegaba a atemorizar a los reclutas, aunque con los veteranos era ya distinto.
Cuando volvieron a la península hizo un curso mecanografía, en el que desmostró una cierta habilidad alcanzando las 275 pulsaciones por minuto que le facilitaron la entrada en una gestoría donde permaneció hasta que ingresó como voluntario en el cuartel donde servía su padre.
Poniendo en práctica el primer valor castrense que le había enseñado su progenitor, pronto se granjeó el aprecio de los suboficiales de la Compañía que supieron aprovechar sus conocimientos de oficina para que les hiciese los trabajos para los que ellos no estaban preparados. Luego llegó el curso de cabo y después el de cabo primero que aprobó con buena nota, destacando los instructores su actitud de servicio, su acatamiento de las órdenes, sus dotes de mando y su innegable espíritu militar, sin duda heredado de su tradición familiar.
Cuando llegó la hora de licenciarse no tuvo dudas en pedir el reenganche. El sueldo era menos de la mitad que en la gestoría, pero aquí tenía solucionado el vestuario, la comida, el alojamiento y, sobre todo, oportunidad de promoción.
Y poco a poco le fue tomando el pulso a la vida cuartelaria. Tenía una novia desde que llegó a Madrid, que había conocido en un guateque. Era la “Puri”, trabajaba de “chacha” en casa de un notario, era muy cariñosa y se dejaba querer porque decía que echaba de menos las caricias de su madre, a la que solo veía una vez al año cuando la daban vacaciones y volvía a las fiestas del pueblo. Desde su ascenso a cabo primero tenía un cuarto, junto a la Compañía, donde había había reunido todas sus pertenencias y había formado lo más parecido a un hogar.
Un día les sorprendió allí el sargento mientras se revolcaban en la cama. Ella estaba desnuda, él sólo tenía puestos los calcetines y no tuvo más remedio que invitarle a unirse a la fiesta. Desde entonces, de vez en cuando, el Cabo Camacho organizaba pequeñas orgías a las que eran invitados los más allegados que podían pagar las cien pesetas en que había cifrado los favores de la Puri.
Aunque los beneficios los capitalizaba él, procuraba tener pequeños detalles con ella, para que que no decayese su entusiasmo en elevar la moral de la tropa. El teniente Colmenero que era el encargado de la instruccion teórica de los reclutas, había delegado en él la enseñanza del armamento. El sol implacable del agosto de Madrid caía sobre los campos de entrenamiento del Cuartel de la Academia Auxiliar Militar en Villaverde.
El cabo primero Camacho se empeñaba en enseñar a los reclutas las partes del mosqueton. A fuerza de repetirlo se lo sabía de memoria y se vanagloriaba repitiéndolo varias veces con tono prepotente. La mayoría lo aprendieron con solo oírselo un par de ocasiones. Pero él sabía a quien tenía que preguntar. Un pobre muchacho con cara de bobalicón intentaba camuflarse detrás del tronco de un arbol bajo cuya sombra se había formado la clase de teórica. No se libró y no había logrado aprendérselo. Se mofó, se rió, le ridiculizó y le castigó a dar diez vueltas al campo de fútbol, a paso ligero y a pleno sol. Eran las cuatro y media de la tarde del verano en Madrid. Nadie se atrevió a interceder por el muchacho, incluso algunos se reían tambien.
Sólo cuando cayó desmayado, la mueca altanera de su cara se cambió en temor y permitió que le llevasen a la enfermería. Todo quedó en un susto, pero el teniente Colmenero informó al Coronel. El cabo primero Camacho tuvo que licenciarse y así se truncó una prometedora carrera militar.
Afortunadamente aún estaba vacante el puesto de mecanógrafo de la gestoría, en el que además de archivar, hacer los recados y llevar el correo, tenía asignado la función de servir el cafelito de media mañana.

viernes, 15 de mayo de 2009

E-NANOCUENTO CON IMAGEN



Se necesita señorita:

-Licenciada en derecho o económicas.

-Inglés y francés hablado y escrito.

-De 23 a 28 años y desde 167 centímetros de altura.

-Se valorarán conocimientos de matemáticas financieras y alemán

-Buena presencia y perfecta dicción.

-Don de gentes.

Se ofrece:

-Sueldo fijo más incentivos, a convenir según valía. Fácilmente superables los 600 euros mensuales.

-Alta en la seguridad social en contrato mensual renovable.

-Incorporación a un equipo de trabajo muy profesional y con grandes posibilidades de promoción interna.

-Empresa familiar en clara proyección en el sector.

-Incorporación inmediata como dependienta en el departamento de charcutería.


Las interesadas deberán presentar "currículum vitae" al señor Antonio de la Carnicería "Casa Eustaquio" en la plaza Mayor del pueblo.

jueves, 30 de abril de 2009

E-NANOCUENTO CON IMAGEN



Su cuerpo todo era una insinuación bajo aquel escueto vestido que apenas si servía como velo ligero para cubrirlo.

Sus labios rezumaban sensualidad y sus ojos se entornaron mientras retiraba sus cabellos para que no entorpecieran la generosa visión de su escote…

- No, Julita, ya no la necesito; cierre el ordenador y puede marcharse…


Solo un minuto antes....


Después de casi dos años no comprendía por qué, todavía, la seguía llamando de usted.

Estaba segura que hoy no se había fijado, siquiera, en su nuevo vestido, a pesar de que dejaba al descubierto parte de sus pechos.

Realmente tenía un jefe un poco raro.

- Don Pedro, son las siete, ¿me necesita para algo?

miércoles, 29 de abril de 2009

EL VIAJANTE TACITURNO. (Cuento)

Inspirado en “Los puntos cardinales” de Eloy Tizón, contado por un narrador objetivo. (casi)

"Era un hombre obeso pero, paradójicamente más ágil de lo que su aspecto podría presagiar. Llegó al andén cuando el tren empezaba a moverse. El jefe de estación había hecho sonar el silbato de las salidas apresuradas y por debajo de las ruedas de acero se escaparon los suspiros de la máquina con achaques, a punto de jubilarse. Saltó a la plataforma de la escalerilla y de allí al pasillo del vagón, atenazando su maletín de piel con goteras en el que debía guardar los restos de su vida nómada y monótona, por la forma en que lo apretaba entre sus brazos.
En el departamento de la izquierda, detrás de la puerta que se descorría sola cuando el tren subía una cuesta, estaba la niña jugando con su caja de música, que abría y cerraba con parsimonia mientras se recogía los tirabuzones pajizos que caían de su sombrero con cintas desdibujadas. Estaba sola y el hombre que era demasiado ágil para lo grueso que estaba, se sentó a su lado. Los cordones de sus zapatos estaban a punto de empezar a llorar y tenían que saltar constantemente para que las suelas no los pisaran. Su traje tenía las arrugas típicas que ocasionan las perchas de plástico que suele haber en las fondas de techos con lepra y en los moteles de carretera que no va a ninguna parte.
Se intentó arreglar el nudo de la corbata, que tiempo ha tuvo ínfulas de grandeza y ahora se empezaba a despintar por momentos, y susurró algo a la muchacha que le miró con sus ojos de hospicio azules pensando, sin duda, que aquel hombre no era totalmente desconocido para ella. El confesó que se habían visto por lo menos tres veces; la primera cuando el hombre de tez morena y rasgos árabes la cepillaba los dientes en el aseo de la estación de cercanías ya muy lejana, la segunda cuando desayunaban en la barra de aquel bar sin nombre donde los camareros coleccionaban fotografías de sus clientes, y la última cuando viajaba en tranvía con el hombre que parecía llevar zancos y que entonces él pensó que debía ser su padre.
El hombre del traje con arrugas asimétricas y la corbata despintada, abrió su maletín lleno de ilusiones desgastadas y sacó una toalla empapada de polvos de talco, un espejo que no reflejaba su rostro cansado, un peine sin púas, un mapa sin ríos ni montañas, un cierre sin llave y un timbre insonoro que, según dijo, se había vendido muy bien para casas sin puerta. Debía ser viajante y regresaba a casa después de una semana más de tratar con gentes con el alma anestesiada y dormir en pensiones con vistas a los anuncios de Coca Cola.
La niña cogió el mapa y señaló un punto indefinido en el norte de África, él negó con la cabeza y no volvió a decir nada. Su cara era tan triste como la melodía de la cajita de música que la muchacha hacía sonar cuando callaba el silbido del tren al salir de las estaciones en las que solo habitaban los fantasmas. Por fin, ella le dijo algo al oído y él asintió.
Cuando el tren volvió a parar porque se habían terminado las vías, los dos, cogidos de la mano, bajaron al andén, donde nadie les esperaba. El reloj redondo y algo afónico que colgaba sobre la puerta de la sala de viajeros de vuelta de casi todo, marcaba las dos y diecisiete minutos, era de noche y terminaban de caer las últimas gotas de una tormenta que se había montado ya en un tren de mercancías con destino a las tierras del norte, donde el hombre del tiempo había pronosticado una gran perturbación".
Trabajo para el Taller literario.

martes, 28 de abril de 2009

E-NANOCUENTO CON IMAGEN



- Espejito, espejito, ¿Hay alguna niña más guapa que yo?

- No seas pesada, Penélope, y empieza a maquillarte ya, que luego pasa lo que pasa, y no hay novio que te dure más de tres semanas...

miércoles, 15 de abril de 2009

E-NANOCUENTO CON IMAGEN.





En un gesto de valentía, se asomó al balcón de su conciencia despierta y era de noche.

Cuando amaneció, y empezó a entrar la luz, ya había conseguido dormirla.

lunes, 30 de marzo de 2009

NO ES UN CUENTO PARA NIÑOS


EL CORZO (Un cuento con moraleja implícita)
El pequeño Serafín era una mala bestia. Sus padres, conocidos nuestros de toda la vida, habían tirado la toalla y lo habían dejado por imposible, y eso que sólo tenía cinco años. Era el terror de sus compañeros de guardería, a los que tenía atemorizados. Un día escondía un ratón en el cabás de su compañera de pupitre, otro emborronaba todos los cuadernos de la clase con las témperas de las manualidades, otros rompía los lápices de colores y los escondía en el bolso de la “seño”; todas las maldades que una mente tan pequeña era capaz de imaginar, él las ponía en práctica, y sus padres no paraban de recibir notas de la directora del parvulario que les amenazaba con expulsar a tan díscolo alumno como precoz maleante.
Cuando creció, sus hazañas se extendieron al parque de la urbanización, a las calles aledañas y sobre todo a la escalera del bloque donde vivían. No paraban las bolsas de basura en los rellanos, el portero llegó a presentar su renuncia al presidente de la Comunidad porque no era capaz de limpiar todo lo que el niño ensuciaba, y sus padres tuvieron que asumir el pagar un sobresueldo al portero, cuando la comunidad convocó una junta extraordinaria monográfica para “buscar soluciones a la actitud del niño del 4º B” como único tema en el orden del día.
Habían probado con todos los castigos conocidos; su padre le había repetido cientos de veces que debía aprender de él que siempre había obedecido al suyo; acudieron a un psicólogo, por indicación mía, pero sin ningún resultado; incluso el médico de cabecera de la Seguridad Social les recetó unas pastillas para tranquilizarle, pero que sólo le daban un poco de somnolencia y cuando despertaba era mucho peor...
Creo que fue a su madre a la que se le ocurrió asustarle con el “corzo”. Como todos sabéis, el corzo es un mamífero cérvido rumiante, algo mayor que la cabra, de cola corta y cuernas ahorquilladas que por lo que dicen es de carácter manso y huidizo. Pues bien, nadie supo explicar por qué, pero al bueno de Serafín eso de que pudiese venir el “corzo”, le aterrorizó. Puede ser que en el subconsciente del muchacho quedasen reminiscencias atávicas de ancestros cazadores o que por su escasa formación confundiese el tímido corzo con un animal terrible y sanguinario, el caso es que desde ese momento, con tan solo amenazarle con la llegada del “corzo”, se convertía en el más dócil y obediente de los niños.
Los padres estaban locos de contentos. Si iba a pegar a un niño: “¡Que viene el corzo!”, decían; si había cogido algo a sus compañeros, le hacían devolverlo con la amenaza de “¡Que viene el corzo!”, si regañaba con sus hermanos... “¡Que viene el corzo!”, si no quería estudiar, sólo tenían que decir: “¡Que viene el corzo!”.
Un día de aquellos fue su padre fue quien lo descubrió. La amenaza de “¡Que viene el corzo!” también podía servir para que Serafín hiciese todo lo que se les ocurriese mandarle: Tráeme el periódico, “¡Que si no, viene el corzo!”, hoy tienes que sacar la basura, “¡Que si no, viene el corzo!”, deja la pelota a tu hermanito, “¡Que si no, viene el corzo!”.
Lo dicho, que el pobre Serafín se había convertido en el niño más bueno del mundo.

Pero... -siempre tiene que haber algún “pero”- como el niño se iba haciendo mayor y además se había convertido en un buen estudiante, un día descubrió que lo del “corzo” no tenía ningún sentido y que sus padres, además, se había valido de su ignorancia y de sus miedos irracionales para aprovecharse de él.
Y como nadie se había ocupado de hacerle comprender lo que era “bueno” y lo que era “malo”, ni explicarle cuales debían ser los principios éticos que debían regir su vida, porque el “corzo” se había convertido en la única referencia válida para dirigir sus actos, pensó que era el momento para volver a hacer todo lo que su cuerpo le pedía y su mente maléfica le dictaba.
Hace mucho tiempo que no veo a sus padres, aunque, como os he dicho, éramos conocidos de toda la vida, pero por lo que me dijo un vecino, Serafín está muy bien situado y es concejal de urbanismo en un pueblo de la costa del Sol.
Nota: El lector puede cambiar "corzo" por "hombre del saco", "infierno", etc. etc.

sábado, 28 de marzo de 2009

E-NANOCUENTO CON IMAGEN.






Tenía su piso en Madrid, la casa del pueblo, un apartamento en la playa y un chalet en la sierra.
El coche del trabajo, el utilitario, un todoterreno y una moto de setecientos cincuenta centímetros cúbicos.
Un niño -precioso-, un perro para ir a cazar, y su mujer...
Estaba dudando si cambiar el piso de Madrid, comprar un monovolumen para sustituir al utilitario, divorciarse de su mujer para casarse con otra más joven o,
directamente, liarse con la secretaria...

jueves, 26 de marzo de 2009

E-NANOCUENTO CON IMAGEN


Había sacado el número tres de la promoción en la Facultad de Económicas de la Complutense.
Se incorporó de inmediato al "staff" de dirección de una multinacional de la comunicación. Focalizó toda su energía en conseguir una promoción personal rápida y en tres años entró a formar parte del restringido grupo de ejecutivos de la empresa.
Aunque su vida sentimental siempre había estado relegada a puestos secundarios en su escala de valores, pensó que podía ser el momento de formar una familia y, después de analizar las posibilidades de encontrar pareja en su entorno, consideró más oportuno buscar en círculos alejados de la vida profesional.
Hizo un análisis detallado de su situación, aplicó la técnica de toma de decisiones, que tantas veces había utilizado en su vida laboral, y tomó la decisión:
- Buscaría un "hombre florero".

Y pasaron algunos... bastantes años.

Todavía conservaba aquellas viejas cuartillas en las que dejó plasmadas las anotaciones de la decisión más importante de su vida. La técnica aplicada era correcta; las ponderaciones, adecuadas; las valoraciones, ecuánimes y las alternativas, todas viables... Lo había vuelto a repasar cientos de veces durante su desgraciada vida... la decisión era la correcta, pero había sido una mala decisión...
... Si en vez del "florero" hubiese valorado más el amor...

domingo, 22 de marzo de 2009

E-NANOCUENTO CON IMAGEN.







...porque la moralidad es la base de nuestro planteamiento programático, basta ya de comportamientos ambiguos, de conductas que chocan con las más puras esencias de nuestra ancestral formación religiosa... Es hora de una regeneración moral de toda la sociedad...


- Precioso, amorcito, el discurso te está quedando muy bien, pero no se te olvide que esta noche tienes cena en el partido y tienes que ir con tu mujer...

ESTAS SON LAS ÚLTIMAS ENTRADAS

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MIS EDICIONES MUSICALES

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SENTIRES. Canta Mª Antonia Moya. Edición remasterizada. 2012. Incluye las canciones siguientes:

AVE MARIA

AVE MARIA
De Schubert. Canta María Antonia Moya, acompañada por el Maestro Alcérreca. 2011. Para escucharlo, pinchar en la image.

LA TARARA

LA TARARA
Canta Maria Antonia Moya. Si quieres escuchar la canción, pincha en la imagen

LOS PELEGRINITOS

LOS PELEGRINITOS
La canción de Lorca, cantada por María Antonia Moya, con imágenes de Lucena (Córdoba) Para escuchar la canción pincha en la imagen.

EN EL CAFÉ DE CHINITAS

EN EL CAFÉ DE CHINITAS
La copla de Lorca, cantada por María Antonia Moya, acompañada a la guitarra por Fernando Miguelañez. 1986. Para escuchar la canción, pinchar en la imagen

VERDE, QUE TE QUIERO VERDE

VERDE, QUE TE QUIERO VERDE
Maria Antonia Moya canta el Romance Sonámbulo de Federico García Lorca. Puedes escucharlo pinchando la imagen.

LOS CUATRO MULEROS.

LOS CUATRO MULEROS.
Canta: María Antonia Moya. 1986.Para escucharlo,pinchar en la imagen.

PERFIDIA

PERFIDIA
Canta Maria Antonia Moya, acompañada a la guitarra por Fernando Miguelañez. Año 1986. Para escuchar la canción, pincha en la imagen.

PASODOBLE DE CHINCHÓN

PASODOBLE DE CHINCHÓN
Letra: L.Lezama - Música: Palazón. Canta: María Antonia Moya. 1987Puedes escucharlo pinchando en la imagen

MIS LIBROS DE FICCIÓN. EL AMARGO SABOR DE LAS ROSAS.

MIS LIBROS DE FICCIÓN. EL AMARGO SABOR DE LAS ROSAS.
"El amargo sabor de las rosas" Novela. Marzo de 2017

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Cuentos de Otoño. 2006. Si quieres leer los cuentos, pulsa en la imagen.

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LUZ DEL CIELO Y OTROS RELATOS CON NOSTALGIA
“Luz del Cielo” y otros relatos con nostalgia. 2019. Proximamente en este blog

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Cuentos de café con leche. Pinchar en la imagen para leer los cuentos.

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"Cuentos amorales" 2005. Inédito. Para leer los cuentos, pincha en la imagen

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Próximamente en este blog.

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Recopilación de 44 relatos escritos para el taller literario.2007-2012. Para leer los relatos pinchar en la portada.

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"Los velos de la memoria". Historia del Solar. Edición restringida de 95 ejemplares. Se presentó el 10.1. 2010.

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Los Velos de la Memoria II. El Amo. Edición digital. 2012.

DÉJAME QUE TE CUENTE....

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"Déjame que te cuente"... 2013. Recopilación. Para leerlo, pinchar en la portada del libro.

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LOS VELOS DE LA MEMORIA III. La Heredera..AÑO 2014.

HISTORIAS DE INTRIGA PARA DORMIR LA SIESTA

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2013.Recopilación de relatos. Para leerlos, pincha en la portada

PAISAJES CON FIGURA

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2013. Recopilación. Para leer los relatos, pinchar en la portada

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LA OPINIÓN DEL EREMITA. Recopilación. 2008-2013. Para leer los trabajos, pinchar en la portada.

LA OPINIÓN DEL EREMITA 2º TOMO

LA OPINIÓN DEL EREMITA 2º TOMO
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LOS VIAJES DEL EREMITA VOLUMEN II
VOLUMEN II. LOS VIAJES DEL EREMITA.

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LOS VIAJES DEL EREMITA. VOLUMEN III
Los viajes del Eremita. 2016.

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Los viajes del eremita.Volumen IV. 2016.

EL CATÁLOGO DE MI PINTURA.

EL CATÁLOGO DE MI PINTURA.
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FOTOGRAFÍA: ESPAÑA,UN MOSAICO DE IMÁGENES.

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FOTOGRAFÍA: CHINCHÓN EN DUOTONO.

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LAS RECOMENDACIONES DEL EREMITA: CHINCHÓN MONUMENTAL.

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EL MUSEO ULPIANO CHECA
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CARTELES DE TURISMO EN EL MUNDO

CARTELES DE TURISMO EN EL MUNDO
Un recorrido por distintos países y ciudades, visitando sus carteles de turismo. Para verlos, pinchar en la imagen.

ALELUYAS CHINCHONETAS

ALELUYAS CHINCHONETAS
ALELUYAS CHINCHONETAS. Para poder ver todas las aleluyas chinchonetas, pinchar en el dibujo.

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